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Cuando en 1991 muchos de nosotros escuchamos por primera vez ‘Smells Like Teen Spirit’ de alguna manera sabíamos que algo nuevo acababa de nacer, algo distinto que terminaba con los estilos imperantes en los ochenta para dar paso a una suerte de Rock alternativo, el Grunge, que marcaría a toda una generación y se convertiría en uno de los géneros dominantes de la primera mitad de la década de los noventa.
Pero la felicidad que podía generar ese éxito no acompañaba al carismático líder de la banda, Kurt Cobain (Aberdeen, Washington, 20 de febrero de 1967) que siempre pensó que su mensaje y su visión artística estaban siendo malinterpretadas por el público, aunque en realidad, detrás de aquella frustración se escondían la depresión, la adicción a la heroína y la incapacidad para hacer frente a su imagen pública, doblemente expuesta tras su matrimonio con la cantautora Courtney Love.
Después de grabar seis álbumes de estudio con Nirvana, vender casi cien millones de discos en todo el mundo y alcanzar el reconocimiento internacional a su trabajo como compositor y cantante, Cobain fue encontrado muerto el 8 de abril de 1994 en su casa de Seattle, víctima, según la versión oficial, de una herida autoinflingida en la cabeza. Falleció con 27 años, como Jim Morrison, Janis Joplin, Jimi Hendrix, Brian Jones o, más tarde, Amy Winehouse, algo que le convertiría automáticamente en una leyenda del Rock.
Gran Kurt, feliz 51 años esté donde esté