El viaje del Leganés por la Copa del Rey llegó hasta Sevilla. Una trayectoria triunfante, de enorme mérito, que pone en valor el gran trabajo de Asier Garitano y de un club que ha sabido hacerse con un hueco en la élite del fútbol español a partir del sentido común. No pudo superar el último obstáculo antes de la final, un Sevilla que en el balance de los dos encuentros mereció la clasificación. Supo administrar el gol de Correa al cuarto de hora y aunque atravesó algún momento de duda, algo ya habitual en este equipo, le alcanzó para ganar una eliminatoria que cerró de forma definitiva ya al final, con el tanto del Mudo Vázquez cuando el encuentro se consumía.
El Leganés se vio obligado a caminar cuesta arriba durante toda la noche, un esfuerzo importante que exigió un desgaste considerable. El escenario ideal para este Sevilla de Montella, un conjunto que esta temporada ha mostrado demasiada fragilidad y aun cuando le sopla el viento a favor, siempre da la sensación de que cualquier ráfaga le mandará al suelo.
El resultado fue lo único que tuvo controlado el Sevilla, que no pudo evitar que el Leganés le discutiera el dominio del balón y le mandara más de un aviso en el primer tiempo. Una sensación que se acrecentó tras el paso por los vestuarios, cuando el choque se abrió y se convirtió en un viaje continuo hacia uno y otro lado. Un ida y vuelta que llegó a incomodar durante un buen tramo al Sevilla. Una confusión de la que no supo sacar provecho el Leganés, que ejecutó con sentido las maniobras de aproximación al área contraria, pero pagó su debilidad ofensiva, esa falta de contundencia y de acierto en el remate que tanto le han penalizado en esta serie.
Y entre la confusión, con el partido descosido y el Leganés arriesgando la poca vida que le quedaba, apareció el Mudo Vázquez para aprovechar un robo en la salida del balón del Lega y poner la firma al segundo gol de la noche. Se cerró así un encuentro que deja al Sevilla en una nueva final de la Copa del Rey.