La tragedia de Múnich, hace hoy 60 años de aquello, unió Manchester y a su gente como lo hizo la de Sheffield en Liverpool o el atentado del Manchester Arena hace menos de un año, cuando un tipo se inmoló en nombre de Alá a la salida de un concierto de Ariana Grande y mató a 22 personas en una sinrazón. Manchester lloró ese 22 de mayo del año pasado y se unió, cómo lo sigue haciendo hoy por la desgracia ocurrida hace 60 años en Múnich, de manera evidente. Baste un detalle: el City ha cambiado hoy su logo en la cuenta de Twitter para sustituir el escudo oficial por el reloj que marca las 15:04, la hora en la que se estrelló el avión que devolvía la expedición del United a casa. Algo más que un guiño. El reconocimiento a que nadie olvida el dolor de la tragedia.
Después del accidente, seguidores del United y City se juntaron en la iglesia parroquial de Flixton para seguir el funeral del capitán del United, Roger Byrne. Las lágrimas que le lloraron en ese día, y durante años después, no fueron solo lágrimas rojas. Eran lágrimas sinceras.
En Múnich murieron amigos de la calle. No fue solo la pérdida de un buen equipo de fútbol, fueron jugadores, empleados, ciudadanos, periodistas amigos que compartían pintas en los bares. Colegas de redacción. Las reacciones fueron sinceras. La leyenda del City, Bert Trautmann, contactó con el United para ofrecer sus servicios, aunque solo fuera para que tuvieran un hombro donde llorar por los que quedaron atrás. Entre ellos su excompañero Frank Swift, el gran arquero del City, que viajó como periodista y se quedó en el accidente.
Fleet recuerda que los jugadores del City y se reunieron en Maine Road al día siguiente del accidente, entumecidos por la pena y la incredulidad, y cómo Trautmann se acercó a él. «Bert entendió más que nadie cómo me sentía por perder a Eddie. Él me enseñó cómo manejar el dolor», dijo. En Old Trafford se recuerda aún cómo los jugadores del City se ofrecieron a jugar para el United de manera absolutamente desinteresada para sacar adelante al United.
Ayer, Omar Berrada, la mano derecha de Ferrán Soriano, ausente por un viaje en Estados Unidos, representó al City junto a Mike Summerbee, embajador oficial e íntimo de George Best, en los actos oficiales de homenaje en el Estadio de Old Trafford. Es un sentimiento sincero de pena por los muertos en la tragedia que no solo conmocionó al United. Rojos o Azules. We are together Manchester! Solo hay uno.
Manchester, sesenta años después, rinde hoy memoria a las 23 personas que murieron en el accidente: dos empleados del club, el copiloto, el organizador del vuelo (a quien sobrevivió su esposa), Willie Satinoff un empresario mancunian amigo del entrenador y fan del equipo, un azafato y 8 jugadores: Geoff Bent, Roger Byrne, Eddie Colman, Mark Jones, David Pegg, Tommy Taylor, Liam Whelan y Duncan Edwards, la gran promesa del fútbol inglés, que murió quince días después del accidente víctima de las heridas.
Y también a los nueve periodistas que nunca regresaron de Belgrado. En el avión había 10 periodistas y dos fotógrafos. Sobrevivieron los dos foteros, ¡manda huevos!, y un redactor, que quedó cojo y le salvó la vida a Bobby Charlton. El resto, la creme de la creme del periodismo ingles, murió en el accidente.
Alf Clarke (periodista del Manchester Evening Chronicle, pianista, y campeón de snooker), George Follows (Daily Herald) súper popular; Tom Jackson (Manchester Evening News) su amigo y archirrival en la búsqueda de noticias, pero su amigo; Archie Ledbrooke (Daily Mirror), que estuvo a punto de no viajar porque no había terminado un artículo; Eric Thompson (Daily Mail) un dandy, sutil y sarcástico incluso; el redactor del Daily Mail, Eric Thompson, riguroso a más no poder, Frank Swift (News of he World), que jugó de portero con el Manchester City, Henry Rose, del Daily Express, provocativo y arrogante, a quien mil taxistas acompañaron en el sepelio y Don Donny Davies, del Manchester Guardian, alias «Old International”, ciertamente tres veces internacional para la selección amateur inglesa, veterano de guerra, un mito de la profesión, puede que el más grande, por quien se pararon la rotativas, convirtieron en un antes y un después, con su muerte, al periodismo inglés…
Solo sobrevivió un redactor, Don Taylor, que quedó cojo mientras le salvaba la vida a Bobby Charlton. Una rueda le rompió el pie. Era un tipo vacilón, con bigote, regordete, un Quique Ortego de la vida, al que dieron por muerto en un principio, y que años después explicó que cuando salió del hospital y le dio las gracias al medico alemán que le salvo, le vaciló, claro. “Tiene guasa, hace quince años nos queríamos matar en una trinchera y me has terminado salvando la vida”, le dijo al despedirle lleno de gratitud. “Lo que no sabes que es que llevas sangre de una chica alemana”, le contestó entre risas el medico. “No cantes victoria”, añadió el galeno.
Taylor fue durante años presidente de la asociación de periodistas deportivos ingleses y terminó escribiendo para Fergusson en el programa del United. Volvió de la guerra y de la muerte que se llevó a sus amigos sobre el tejado de aquella casa roja al final de la pista del aeropuerto de Múnich donde hace hoy hace sesenta años se estrelló el United. Manchester les recuerda…
«El fútbol no fue importante en las semanas posteriores al accidente», recuerda Said Fleet, portero del Manchester City, que creció en Salford y era un amigo cercano de Eddie Colman, uno de los ocho jugadores del Manchester United que murieron en Múnich, como recoge el libro “Manchester: A Football History”. Hoy, la ciudad bebe por la memoria de quienes murieron en Múnich. Y mi pinta va por ellos. En especial por los dos fotógrafos que sobrevivieron. Manda huevos. Solo había dos. Dos Zueras , dos Pablitos, dos Ruesgas, Y los dos sobrevivieron. Con dos cojones.