Cuál es el futuro competitivo de un Rafa Nadal que cumplirá 32 años en sólo tres meses? Desde que, en octubre de 2017 y al regreso de la final de Shanghai, Rafa renunció al Swiss Indoors de Basilea cuando ya asomaban las molestias en la rodilla derecha que le fastidiaron el final de temporada, el actual número dos del mundo se ha bajado de un total de seis torneos: antes de empezar o ya durante la acción. Esos torneos han sido, por orden de fechas, Basilea, París-Bercy (abandono tras dos triunfos), Masters Cup de Londres (abandono tras derrota inicial en round robin ante Goffin), Brisbane (retirada antes de jugar), Abierto de Australia (abandono ante Cilic en cuartos de final por lesión en el psoas ilíaco) y, en fin y ahora mismo, el Abierto Mexicano de Acapulco: retirada antes de empezar a jugar por aparente recrudecimiento de la situación en ese psoas ya castigado en Australia.
Evidentemente, los seis torneos accidentados manejan una suprema coincidencia: en todos ellos se compite en esa pista dura que asesina las articulaciones de Nadal. Por lo demás, aquí hay dos ATP 500 (Basilea, Acapulco), un Masters 1000 (París-Bercy), la Masters Cup londinense, el Grand Slam oceánico de Melbourne y el ATP 250 de Brisbane. Al autodescartarse en Acapulco, tras incidente sufrido en un entrenamiento —donde le asesoraba Carlos Moyá— y la posterior resonancia, Nadal aseguró que tenía «líquido» en la misma zona del psoas —entre pubis y cadera— donde sufrió la lesión (rotura fibrilar) ante Cilic, en Melbourne, aunque el episodio parecía «menor que el de Australia». En todo caso, su participación en Acapulco —donde Rafa defendía 300 puntos como finalista 2017— quedaba médica y absolutamente desaconsejada. Tras el desayuno en Acapulco… «cuando se confirmó la lesión… Rafa Nadal se puso a llorar dos horas», reveló Alejandro Burillo, médico del Abierto Mexicano, al portal local Mediotiempo.com.
Alejandro Burillo ‘confirmó’ que @RafaelNadal lloró dos horas tras quedar fuer del #AMTXXV por lesión ?https://t.co/qIFc60WPld pic.twitter.com/Bbg0k6Pq08
— MedioTiempo (@mediotiempo) 28 de febrero de 2018
«Se habían hecho todos los pasos adecuados (?) para llegar bien al torneo, pero volví a sentir un pinchazo en la misma zona, es algo similar a lo de Australia, aunque menor y menos grave. Hasta que no baje el líquido no podrán diagnosticar nada… los médicos me han dicho es imposible que pueda jugar este torneo, podría ponerme en riesgo de aumentar la lesión y no tengo ninguna posible elección», resumió en Acapulco un Nadal del que cabe esperar una renuncia al Masters 1000 de Indian Wells, en la pista dura del desierto californiano de Palm Springs… si los síntomas siguen una secuencia acorde a los diagnósticos iniciales. Por mínimo que sea el nuevo percance fibrilar de Acapulco, Rafa Nadal apenas podría tener tiempo material para llegar al 100% a las rondas iniciales de Indian Wells, ya en muy poco más de una semana. Claramente, sí cuenta con muchas más opciones de presentarse al Masters 1000 de Miami, que arranca el próximo 21 de este mismo marzo y donde Rafa defiende 600 puntos como finalista de 2017… ante Federer.
Entre Acapulco (final 2017) e Indian Wells (octavos), Nadal sólo dejaría de defender un total de 390 puntos. «No es momento para tomar decisiones drásticas. Estar en Indian Wells sería un gran objetivo para mí, pero mi objetivo de ahora sólo es saber el alcance de la lesión. Si estoy para Indian Wells, genial. Si es para Miami, muy bien. Si no, será para la temporada de tierra», analizó un Nadal que planeaba permanecer algunos días más en Acapulco, cerca de su reducto vacacional de Cozumel… antes de moverse —presuntamente— hacia los bungalows de Indian Wells, en Coachella Valley.
«Si la lesión de Nadal es simplemente una rotura en el psoas ilíaco (como él indicó después del Australian Open), entonces no hay mucho motivo de preocupación. Pero si fuera algo remotamente similar a lo que tiene Murray (probable degeneración del cartílago de la cadera), entonces sería ciertamente algo desastroso para su carrera. Es muy difícil negociar con el daño en el cartílago», opina el cirujano ortopedista Hardik Bhangde en Tennis.com. Lo que está quedando meridianamente claro es que al chasis articular y muscular de Nadal se le hace cada día más difícil una plena inmersión o adaptación en las pistas duras. «(Rafa) está pagando el precio por intentar correr (en Australia) en cada punto contra un Marin Cilic que estaba dándole una paliza a la bola y que convertía a Nadal en Speedy Gonzales», observa Stefano Polles, también en Tennis.com.
En el intento de dar caza al Gran Maestro Federer, que le aventaja 20-16 en la gran cuenta de títulos de Grand Slam, y que le recordó de todo corazón en los Premios Laureus de Mónaco… Nadal se está dejando materialmente la piel a tiras. Rafa cumple 32 años el próximo 3 de junio. Ni remotamente se recuerda a nadie en el tenis mundial con semejante despliegue físico por las cuatro esquinas de la pista —Speedy Gonzales—…- algo que, inevitablemente, va pasando factura a sus articulaciones. No cabe ni la semejanza con Bjorn Borg, que se retiró del tour a efectos prácticos en 1981… con 25 años: Borg operaba con un tipo de cuerpo, de juego y de movilidad sin posible comparación con lo que Nadal maneja, hace y desarrolla.
La medicina, la rehabilitación y la fisioterapia han avanzado dramáticamente hasta generar el curioso dato de que, con fecha 1 de enero de 2018, el Top-100 de la ATP incluía a… 47 tenistas con 30 o más años de edad. Tan cerca o lejos como en el año 2000, el número de treintañeros incluidos en el Top-100 se reducía a… cinco. Pero el verdadero gran objetivo de Nadal no es Indian Wells, no es Miami, no es siquiera la temporada de tierra batida… donde defiende 4.680 puntos. Pese a las señales que le está emitiendo su cuerpo, el gran objetivo de Rafael Nadal es dar caza a su némesis, Roger Federer, en esa cuenta de grandes títulos, que Roger, a sus 36 años, domina con ese 20-16. Proa hacia los 32 años y con el cuerpo como lo tiene, Rafa Nadal se va a dejar el pellejo como el Capitán Ahab tras Moby Dick, la Ballena Blanca, en esta caza llena de magnetismo, sin posible retorno. No es que se vaya a dejar el pellejo: se lo está dejando ya.