Cuando Roger Federer acabó de liquidar a Robin Haase (4-6, 6-1 y 6-1, tras ceder a Haase un set por primera vez), entre la opaca luz verdosa del repleto Ahoy Arena de Rotterdam, no es como que Roger, el hijo de Peter y la sudafricana Lynette Durand, regresara al trono de la ATP tal como Ricardo Corazón de León apareció en el Bosque de Nottingham para la boda de Robin Hood y Lady Marian: pero casi. Con 36 años, seis meses y ocho días, Federer, el rey de la ATP, regresa a su trono como el jugador más veterano en toda la Era Open que toma el número uno: cuando Andre Agassi, AA, lideró el ATP Tour por última vez, el 7 de septiembre de 2003, AA contaba 33 años 4 meses y nueve días. La nueva y gigantesca hazaña de Federer fue saludada con una colosal ovación por el caballeroso público neerlandés, en este caso los 15.000 espectadores que abarrotaron Ahoy… y que seguirán disfrutando de Federer, ya como número uno, en la semifinal del sábado (19:30 hrs.) ante Andreas Seppi.
Este de Federer es un logro comparable al de los tres títulos mundiales de Muhammad Ali en los pesos pesados… o al de los múltiples récords de Michael Jordan después de un par de retiradas de las pistas de la NBA. Por cierto, Federer y Jordan se asociaron en 2014 para sacar a la calle unas carísimas Nike Zoom Vapor Roger Federer Air Jordan, solo accesibles por encargo directo y a precios más bien lejos de los bolsillos normales. Federer también ha promocionado otros modelos de Air Jordans. Mientras, Rafa Nadal promociona en farmacias… preparados de colágeno hidrolizado (Collmar), ricos en Vitamina C… ideales para el mantenimiento de los cartílagos. Hasta ayer mismo, tras batir a Kohlschreiber (7-6, 7-5), Federer invitaba a Nadal —que estaba en Amsterdam, en un evento benéfico— a que se le sumara en Rotterdam, para darse una vuelta «como el número uno que es». «Estoy solo, no tengo a mi familia aquí», bromeaba Roger Federer. Not anymore. Ahora, el número uno vuelve a ser Roger, no Rafa.
La de la suprema veteranía en el trono es sólo una más de las plusmarcas que Federer ha batido en Ahoy. Otras dos: retomar el número uno a los 5 años y 106 días de haberlo abandonado, el 4 de noviembre de 2012 (Federer llegó a descender hasta el número 17, antes del Abierto australiano de 2017)… y a los 14 años y 17 días de su estreno en la cumbre mundial, en 2004. Digamos que Ricardo Corazón de León tardó más o menos igual en reaparecer en Inglaterra, después de su paso por las Cruzadas y Tierra Santa: entre cinco y seis años de ausencia. «Defender el título del Abierto de Australia ya me parecía imposible. Y ahora, esto», dijo Federer esta misma mañana en la RTS, RadioTelevisión de Suiza.
El flamante número uno mundial ha puesto el punto de mira en mantenerse en activo hasta los 40 años y su siguiente gran objetivo —aparte de ir acumulando grandes títulos— es, sin duda, adelantar a Ken Rosewall como el campeón más veterano en un evento de Grand Slam, lo que solo puede ocurrir a partir del Abierto australiano de 2019. De hecho, Federer ya no descarta presentarse en la temporada de tierra batida, con la diana en Roland Garros: «Lo que voy a hacer con la temporada de tierra batida… es algo que aún no tengo decidido», desvela un Federer al que le preocupa la carga y longitud en tiempo de los partidos de polvo de ladrillo… siempre en lo tocante al estado de la espalda.
Al mismo tiempo, las 302 semanas que Federer ya ha pasado en el número uno, más las que vengan, son todas las semanas que Suiza ha tenido a uno de sus tenistas como líder de la ATP. «No deberíamos perder de vista lo fascinante que resulta el hecho de que Roger esté jugando a este nivel… cuando tiene 36 años», sostiene Jim Courier. «Ver a alguien jugar con 36 años mejor que con 28, por ejemplo, es algo que impresiona. La versión actual de Federer es la mejor de su carrera», reflexiona John McEnroe. «El Federer de hoy ganaría al de hace diez años porque es mejor que el de 2007 en tres facetas fundamentales del juego: el servicio (sobre todo, el segundo), el resto y el revés». Esa fue la contestación del propio Roger Federer a una pregunta de Brad Gilbert, en Australia justo cuando Roger conquistó su título número 20 de Grand Slam en Melbourne, hace tres semanas.
En ese revés, que ahora Roger desenfunda como un tiro de pistola, muy adelante y a botepronto, es donde más se olfatean las adiciones técnicas de Ivan Ljubicic. «Maldito Roger… codiciosa alimaña callejera que me hace despedirme del honor de haber sido el entrenador de Andre Agassi, el número uno más veterano hasta hoy», tuiteó Darren Cahill, técnico y exjugador, entre emojis de cariño.
Por encima de todo, el rush del nuevo Federer se debe a un timing y a una precisión en el servicio, cuyos datos han sido expuestos a la luz por varios técnicos: Patrick Mouratouglou, John Yandell y Craig O’Shannessy, analista de Brain Game en ATP, en el Abierto de Australia, en Wimbledon… y recientemente incluido en el equipo de Novak Djokovic específicamente para el Australian Open 2018. Hasta el US Open 2017, Federer llevaba colocados el 80% de sus primeros servicios del año “a 20 o menos centímetros de las líneas”, según un estudio que el ordenador de Patrick Mouratouglou, entrenador y expareja de Serena Williams, realizó para Eurosport. “El saque de Federer es casi imposible de adivinar para cualquier jugador, puesto que el toss —lanzamiento de bola— siempre lo hace en la misma posición, y aun así es capaz de localizar (pinpoint) cualquier esquina, aunque la mecánica de la moción empiece siempre igual. Se puede comparar su gesto con el de Pete Sampras, pero este era más explosivo y el de Federer fluye con más suavidad y elasticidad, es como un regalo para la vista”, apunta Mouratoglou.
El californiano John Yandell, técnico estadounidense de saque, hace observar que “hay dos saques de Federer casi imposibles de restar y mucho más en hierba: el cortado abierto en el lado del iguales, que suele ir a 104 millas por hora (unos 167 km/h) y el kick a la T en el lado de la ventaja, que va a unas 124 millas (198 km/h) y en Wimbledon solo se lo veo a él”. A partir de 2015, en Basilea, Federer ha ganado a Nadal cinco veces seguidas (con 31 juegos en serie para Roger al saque, sin breaks a favor de Nadal desde Melbourne 2017)… con el servicio y el revés como armas definitivas, justo lo que el mismo Roger explicó a Brad Gilbert en Melbourne, a finales de enero. Tras el correctivo de Indian Wells (6-2, 6-3), Federer ha rebasado el 80% de puntos ganados a Nadal con primeros saques en las finales de los Masters 1000 de Miami (87%) y Shanghai: 83%. Peor aún para Rafa Nadal, Federer ganó el 75% de puntos con segundos saques en Indian Wells… y el 79% en Shanghai: 11/14.
En esta descarga de servicios, las estadísticas de Federer contra Nadal ya venían como un trueno y ahora se van convirtiendo en una montaña. Según O’Shannessy la final de Shanghai fue el partido en el que el resto de Nadal rindió “peor que nunca” ante los misiles que suavemente ajustaba la mecánica de saque de Federer. Bajo techo por la lluvia en el Imperio del Sol, en la final de Qi Zhong, Rafa solo ganó el 21% de puntos en restos a segundos saques (3/14) y el 18% en restos totales, también mínimo histórico en porcentaje. En total 8/44 puntos al resto.
O’Shannessy aporta datos escalofriantes para Nadal en esta racha de 0-5 para Federer, desde Basilea 2015: cuando Roger abrió servicio con 15/0 a favor… siempre conservó el saque: 42/42. Cuando sirvió en deuce, RF solo sufrió un break en contra: 13/14. Con la barbaridad de 79% de primeros servicios ganados, Roger ha conectado un total de 52 aces, más del triple que los 14 de Nadal. Además, Federer ha salvado el 80% de puntos de break en contra: 20/25. Rafael Nadal promedia en su carrera el 34% de puntos ganados al resto ante primeros servicios, pero ahora cae al 21% (51/240) en estas cinco derrotas ante Mr. Perfect. En su carrera, Nadal suma el 55% de puntos al resto bajo segundos saques y en la racha se nos está quedando en… 42%: 59/139, más el pésimo dato de solo 19% de puntos ganados (4/21) en oportunidades de break en el lado de la ventaja, el lado fuerte del actual número uno del mundo.
A cambio, O’Shannessy también observa «algunas malas decisiones estratégicas» en el juego de pista de Federer, que le costaron, por ejemplo, el cuarto set de la más reciente final en Melbourne ante Cilic, con Roger empeñado en jugar bolas poco profundas hacia el fulminante revés del croata… que estaba fallando de derecha. «Pero el saque permite a Federer dictar desde el inicio el desenlace de cada punto bajo su servicio, con muy contadas excepciones», establece O’Shannesy. A la vez, y mientras el drive del zurdo Nadal se ha aplanado y ha perdido revoluciones en su curva parabólica. Federer ha tabicado la vía de agua que se le abría en el costado del revés, que ahora toca a botepronto y raramente lifta: lo ejecuta siempre plano y al ataque, como ese tiro de pistola que Ljubicic le ha trabajado, siempre con la idea de acorralar a Nadal en su propio rincón del revés. Pero esta variante estratégica ya es otro secreto en este drástico cambio de la suerte.
¿Cuánto puede durarnos este Roger Federer, como un nuevo Corazón de León redivivo, al más alto de los niveles? «Él sigue manteniendo intacta la velocidad de piernas, lo que es algo fundamental. Mientras mantenga esa velocidad… puede seguir en lo más alto, siempre y cuando no aparezca una lesión grave», destacó hace muy poco el preparador que cuida desde 2000 de la condición física de Federer: Pierre Paganini. Que la palabra espalda estaba en los pensamientos de Paganini al hacer estas declaraciones a The New York Times… es algo sobre lo que apenas merece la pena apostar. Mientras tanto, mientras nada grave ocurra, el número uno mundial podría llamarse Ricardo Corazón de León, de regreso al Bosque de Nottingham. Pero responde por Roger Federer.