Tiene este Barcelona una conciencia defensiva digna de los equipos de Simeone, lo que le permite salir imbatido de dos partidos ante el Valencia, y un hambre para presionar tras la pérdida que recuerda a la etapa de Guardiola. Y a eso suma el pragmatismo propio de los equipos de Valverde. Un entrenador que no se engola en las salas de prensa ni envía mensajes apocalípticos a su vestuario o su afición. Un técnico que sin hacer ruido ha ido rodeando de recursos a Messi, al tiempo que dotaba de sentido común su pizarra con cada decisión. Umtiti ha pasado de desconocido a infranqueable. Paulinho, de sospechoso habitual a certero llegador. El último reclutado es Coutinho, que esta vez jugó en la derecha, desde donde partió para anotar su primer gol como azulgrana. El que sellaba el pase del Barça a la final de Copa. Un gol decisivo, de aquellos que firmaba Neymar.
El de Mestalla se anunciaba como uno de los grandes carteles de la temporada. Corrida de Miuras. Pese a tener una acusada personalidad futbolística, ambos equipos salieron muy pendientes del rival. Los de Marcelino cambiando el sistema para componer un piramidal 4-3-2-1, con Coquelin, Parejo y Kondogbia por delante de la defensa embotellando el radio de acción de Messi e Iniesta, además de colocar a Zaza y Vietto a la espalda de Rodrigo. El Barcelona, con un recurrente 4-4-2 con Messi liberado por detrás de Suárez y, sobre todo, con una reconocible presión tras pérdida y asumiendo la posesión con cierto tinte preventivo. Ni el dolorido Piqué se lo quiso perder.
El Valencia se cuidaba de los slaloms de Messi, muy activo en el inicio. Al tiempo que flotaba en defensa a André Gomes, a quien no le llega la calidad para jugar en este equipo. El Barcelona, por su parte, se protegía de los latigazos del ataque ché. Un remate de Rodrigo al larguero a los 13 minutos y un zapatazo lejano del delantero, que Cilessen se sacó de encima, actuaron como banderillas para encender a la grada valencianista. La respuesta llegó a la media hora cuando Messi silenció Mestalla con una rosca venenosa que salió cerca del palo local. Partido para adultos.
Los de Valverde se gustaban en la faena. Muletazo a muletazo. Con paciencia. En los medios. Los de Marcelino perseguían la puerta grande con una estocada hasta la bola. Ásperos. Nerviosos. Eléctricos. En ese pulso de estilos Luis Suárez disfrutó de una ocasión en la que remató blando. Respondió Kondogbia con un disparo ajustado tras un servicio delicioso de Coquelin, jornalero con pie de terciopelo. Primera parte tensa. Astifina.
Valverde afiló la propuesta tras el descanso. Coutinho salía por André Gomes. Tabasco por cloroformo. Marcelino aguantaba en el banquillo a Guedes, Carlos Soler y Santi Mina… Txingurri movió ficha primero y obtuvo premio a los 4 minutos de la segunda parte. Contragolpe del Barça en el que Luis Suárez retuerce a la zaga valencianista antes de regalar un centro al segundo palo que remata Coutinho, quien había amagado con ir al punto de penalti para acelerar a la espalda y rematar a gol. Uno de esos remates instintivos y heterodoxos que diferencian a un jugador con gol de uno que un acompañante como Gomes. Gol de Coutinho. La primera muesca del brasileño. Y en plaza grande.
Respondió Marcelino levantando de la lona a los suyos con dos cambios (Guedes y Soler por Coquelin y Rodrigo). Alteraba el discurso proponiendo el balón al pie para obrar el milagro. Después de una primera parte respetuosa de ambos sin entrar en la distancia del rival, Valverde había tomado la iniciativa, algo que rentabilizó con un gol que aceleraba el duelo. Paulinho metalizó el mediocampo culé supliendo al vaporoso Iniesta, que tiene una autonomía aproximada de una hora. Algo de lo que habrá tomado buena cuenta Lopetegui.
El Valencia, al que enero se le ha hecho especialmente duro, se desinfló con el paso de los minutos, recibiendo la estocada mortal en el minuto 81, cuando Suárez, en su versión más uruguaya, recuperó una pelota con ese colmillo que le caracteriza. Se deshizo de Paulista, recortó a otro defensa y dejó a Rakitic solo para dar la puntilla. De ahí al final destaca el debut de Yerry Mina, simpático gigantón de buena cadera que en manos de Valverde puede ser el próximo Pau Gasol. No se despliega este Barça con exuberancia, al menos todavía, pero su fiabilidad es deslumbrante y con la profundidad insospechada de su plantilla es difícil saber hasta dónde puede llegar… ¿Triplete? El Sevilla le espera en la final de Copa el 21 de abril.