De los últimos tres partidos, el Barcelona ha empatado dos. Ambos ante equipos de pierna fuerte y pulmones generosos. Espanyol, que le ganó en la ida de la Copa, y Getafe han sido capaces de neutralizar a los de Valverde e incluso han dispuesto de ocasiones para llevarse algo más. Los madrileños son el segundo equipo que se lleva algo del Camp Nou en esta Liga, después del Celta. Gracias a eso, el Atlético ha reducido cuatro puntos la distancia con los azulgrana en la clasificación.
El Getafe es el equipo más incómodo de Primera. Bordalás escudriña de forma minuciosa cada recurso táctico y estratégico del que pueda sacar petróleo. Un dato revelador es que se trata del equipo que más faltas hace. Y no por órdenes explícitas del técnico. Es una consecuencia de ir al límite en cada balón, de vivir con el cuchillo entre los dientes, de desayunar con napalm cada mañana.
Áspero, pero inteligente, el Getafe se plantó en el Camp Nou consciente de que el Barcelona tenía una grieta en el eje de su defensa. Con Yerry Mina y Digne de improvisada pareja de centrales, dos jugadores que no están familiarizados con los automatismos para salir tocando la pelota, Bordalás mandó a su gente presionar muy arriba. Una tarde plácida convertida en una visita al dentista. En realidad, casi todos los partidos del Getafe lo son, porque mantiene ese guión de juego más propio de Segunda, dicho sin ningún ánimo de crítica. Partidos cerrados, equipo recogido por dentro, salidas a la contra, un delantero muy dinámico (Ángel), un pelotero de buen pie (el japonés Gaku Shibasaki) y jugadores largos en banda.
El sudoku de Bordalás, que tuvo que recolocar a Fajir en el mediocentro por la ausencia de Bergara, complicó la vida al Barça notablemente en la primera mitad. Un gol bien anulado a Suárez y un disparo cruzado de Ángel fueron las oportunidades más destacadas. No había goles, pero había tensión. Y una tarde más Txingurri daba oportunidad a otro meritorio que no se la gana. Si ante el Espanyol fue André Gomes, esta vez le tocaba a un intrascendente Paco Alcácer. Tampoco Coutinho lució, ni siquiera Messi. Solo el belicoso Suárez tuvo cierto protagonismo en ataque.
Mina perdió la confianza temprano, tras un mal pase que se convirtió en contra rival. Mejor estuvo Digne, tremendamente aseado en su versión de central. Aceleró el Barcelona a la hora de partido, con un par de ocasiones de Coutinho y Suárez mientras se preparaban en la banda Dembele e Iniesta. A los 59 minutos ocurrió un hecho insólito: Ter Stegen se quedó a media salida. Sin embargo, Shibasaki no metió bien el pie desde los tres cuartos de la banda y la pelota salió muy alta. Después una volea de Antunes y un disparo cruzado de Amath aumentaron el voltaje del ambiente.
La tuvo Mina con un remate de cabeza segundos antes de que Bordalás estrenase la prenda más aristocrática de su fondo de armario: Flamini. El ex del Marsella, Arsenal y Milan sustituyó a un agotado Ángel, al que se le acabó la gasolina. Criterio y trabajo para resistir el asedio azulgrana, especialmente en la zona entre líneas, donde Messi se movía de forma inquieta. Valverde también movía ficha, caballo por torre: Paulinho por Busquets.
Bordalás siguió pertrechado alrededor de la portería de Guaita, un guardameta alejado del foco mediático con prestaciones espectaculares, introduciendo a otro central, Leandro Cabrera, por el japonés Shibasaki. 5-4-1. Un recurso más para blindarse ante los balones del Barça al área, donde Guaita se hacía enorme. El portero fue protagonista hasta el final, sacando un remate de Suárez que se colaba en la prolongación. Aunque Antunes puso la réplica con un disparo final que Ter Stegen se sacudió.
El Getafe había desesperado a Messi, desquiciado a Suárez, diluido a Coutinho y neutralizado a Dembelé. La pizarra de Bordalás, del que poco se habla, salía airosa del Camp Nou. Merecido empate de un Getafe perfectamente trabajado. Valverde sigue tratando de implantar una dinámica de juego en la que aún hay futbolistas que no están integrados como Coutinho o Dembelé.