La película triunfadora en los Globos de Oro (Mejor Drama, Mejor Guion, Mejor Actriz y Actor de Reparto) parte de una premisa demasiado cercana, desgraciadamente, a nuestra realidad diaria: una mujer (Frances McDormand), que está separada de un marido maltratador y vive sola con su hijo, tras la terrible violación y asesinato de su hija adolescente decide iniciar una guerra por su cuenta contra la policía de su pueblo de Ebbing (Missouri) colocando tres anuncios en unas vallas junto a una carretera donde reclama justicia para los asesinos y que el sheriff (Woody Harrelson) haga su trabajo y detenga a algún sospechoso.
Título: Tres anuncios en las afueras.
Dirección: Martin McDonagh.
Reparto: Frances McDormand, Woody Harrelson, Sam Rockwell, Peter Dinklage, John Hawkes, Abbie Cornish.
País: Estados Unidos.
Duración: 112 min.
A partir de este planteamiento brutal y desesperado, asistimos a una catarata de diálogos ásperos, afilados y envenenados donde nos identificamos con la lucha de esta madre coraje que ha de enfrentarse a un patético grupo de palurdos policías torturadores de negros que están a las órdenes de un Woody Harrelson que también vive una terrible tragedia personal. Es ahí donde los diálogos entre esa audaz y casi suicida Frances McDormand y el a la vez pétreo y sensible jefe de policía Harrelson —hay que ver qué pinta de sheriff rural se le está poniendo a este actor— rozan la genialidad consiguiendo introducir inteligentes gotas de humor negro en el inmenso drama que viven sus personajes. Además, esta pareja de lujo está secundada por el violento policía interpretado por un impecable Sam Rockwell y la aparición puntual pero clave en la trama del Tyrion Lannister de Juego de Tronos, Peter Dinklage, en el papel de un vecino del pueblo que le tira los tejos a una impertérrita McDormand.
Pero lo que da carácter a esta gran película no sólo son los actores, sino el complejo guion del también director Martin McDonagh (Escondidos en Brujas), que dispara a matar contra esa América profunda —profundamente ignorante, violenta y racista— con una pluma sarcástica, salvaje y despiadada. El resultado es una cinta sembrada de una extraña violencia, de un desconcertante humor macabro que a veces te hace preguntarte de qué barbaridad te estás riendo, en la que si hubiera que ponerle alguna pega es que los diálogos son tan precisos, tan perfectos y matemáticamente medidos que parece que un poderoso algoritmo en forma de apuntador estuviese dictándolos a unos personajes que no se les supone la extraordinaria capacidad de dar unas réplicas tan demoledoras y con una agilidad mental tan prodigiosa.
Un ejemplo de esta descompensación entre el perfil del personaje y su admirable locuacidad es la secuencia donde la incisiva McDormand vapulea a un sacerdote a costa de los abusos sexuales a los niños cometidos por miembros de la Iglesia. Además, al final hay otro fuera de juego descarado en el guion, a juicio del que escribe, y es el insólito arco de transformación que sufre uno de los personajes del que no desvelamos su identidad para evitar el spoiler. Aun así, asumiendo esa sobreperfección de algunos diálogos y la inverosimilitud de algunas decisiones de los personajes, estamos ante la que para algunos es la mejor película del año. Los Globos de Oro así lo creen, veamos si los Oscar este año lo corroboran, con permiso de los sorprendentes bailes de sobres que sucedan a última hora.
CERVEZA RECOMENDADA
Anchor Liberty Ale. Alcohol: 5,9 % vol. Amargor: 47 IBU.

La mítica cervecera del ancla situada en San Francisco es pura historia del movimiento craft en los Estados Unidos. Aunque fue fundada a mediados del siglo XIX por el inmigrante alemán Gottlieb, tras pasar por varios cambios de propietarios, crear su mítica Steam Beer en 1896 y echar el cierre en los terribles años de la Ley Seca (1920-1933), no fue hasta los años 70 cuando su nuevo propietario, Fritz Maytag, la catapultó al éxito lanzando varias referencias, entre las que se encuentra esta Liberty Ale, posiblemente el buque insignia de la casa.
Esta cerveza destaca por una presencia gustosa de color ámbar anaranjado que se corona con una corona de espuma blanca consistente. En nariz está poderosamente perfumada por su lúpulo americano Cascade, que aporta notas de cítricos, concretamente a piel de naranja, con presencia de flores y un fondo dulce y acaramelado. En boca vuelven a destacar sus notas ácidas y cítricas, combinadas con los matices florales que se presentan sobre una base maltosa y un cuerpo medio con carbonatación moderada. El final de boca es equilibradamente amargo, lo que la hace una cerveza refrescante con la que seguro que repetirás.