Espanyol y Barcelona se conocen demasiado. Tanto que el frenesí se ha convertido en fragor. Por eso los derbis suelen ser ásperos e incómodos. Si a eso se suma que Ernesto Valverde, hoy mariscal azulgrana, fue no hace tanto ‘perico’, la familiaridad se multiplica.
Pese a ello, el partido arrancó raro. El Barcelona parecía la Roma, con un uniforme avinagrado, y con un ejército de meritorios como Denis, Digne, Aleña o Aleix Vidal. Txingurri, en otro ejercicio de coherencia (y van muchos esta temporada), decidió apostar por la profundidad de su plantilla, como lleva haciendo toda la Copa. No le importó en Balaídos y tampoco le intimidó ir a casa del vecino.
El Espanyol andaba más preocupado de no romper nada que de construir algo. Escalonados, solidarios, ásperos… esperando su momento. Quique parecía Bielsa en la zona técnica, un león enjaulado dando órdenes incansablemente. Presión alta, afilados por las bandas y mucho fútbol preventivo. La primera parte ofreció un discurrir metálico. Tanto que lo más peligroso fue un disparo lejano de Busquets… ¡y con la pierna izquierda! Tampoco estuvo acertado Denis, un jugador que no acaba de cristalizar.
Con el Espanyol más pendiente de no perder el partido que de ganarlo, el Barça mecía el duelo de banda a banda consciente de que el 0-0 le valía tanto como al Espanyol. Paulinho, tocado, dejó su sitio a Rakitic, una cuchara por un tenedor. Minutos después invertía los términos al sustituir a Aleña por Luis Suárez, tenedor, pero de carne. A la hora de partido, el primer derbi de Tabarnia no ofrecía noticia alguna. Esa era la noticia.
Y entonces ocurrió algo. En realidad el árbitro hizo que ocurriese. Sergi Roberto entró en el área, y Granero, futbolista que lleva temporadas sin justificar tal condición, rascó el tobillo del azulgrana sin especial agresividad. Pero el colegiado decidió animar el asunto pitando un tibio penalti. Allí fue Messi, que pateó a su derecha, donde Diego López sacó una mano prodigiosa. Resoplaba el españolismo. Mascullaba el barcelonismo.
Entraba el partido dónde y cómo quería el Espanyol. Avisó con una falta que Cillessen se quitó de encima. Y cuando el partido languidecía, Tabarnia se tiñó de blanquiazul. Una pelota a la espalda de Digne terminó con un pase atrás con el que el canterano Melendo, con calidad y criterio, batía a Cillessen. El primer derbi de Tabarnia caía del lado del Espanyol. La primera derrota del Barcelona en la temporada. Una victoria muy italiana de Quique Sánchez Flores. Un partido muy celebrado por la parroquia perica.