Luego del empate del Real Madrid en Balaídos frente al Celta, Marcelo Vieira, uno de los grandes señalados por la crítica tras el nuevo traspié del cuadro de Zidane, comparecía ante los medios afirmando que era un «hombre» y «daba la cara». Hace bien poco, un conocido periodista deportivo también recomendaba a Karim Benzema que “fuera un hombre” y se quedase a entrenar en Madrid durante las vacaciones navideñas. Ser un hombre.
No sé qué significa ser o comportarse como un hombre en el ámbito deportivo. ¿Dar la cara es una actitud exclusivamente masculina? ¿Es el compromiso un atributo característico de los hombres? ¿Son la valentía, el coraje o la responsabilidad talantes inalcanzables para la mujer? No. Un hombre y una mujer tienen exactamente la misma capacidad y disposición para «dar la cara».
El lateral brasileño, que tiene casi diez millones de seguidores en Twitter y es uno de los capitanes del Real Madrid, debería reflexionar sobre la importancia y la influencia que tienen sus declaraciones, pues su mensaje confunde y no ayuda a librar al fútbol de machismos innecesarios; los más pequeños pensarán que solo los hombres son capaces de hacer frente a las situaciones más difíciles y no es verdad. «Dar la cara» no es un asunto de géneros.
No se trata, desde luego, del peor comentario que se puede escuchar, pero son precisamente esas aseveraciones, tan gratuitas y automatizadas, las que alimentan la desigualdad.
Desgraciadamente, no hay fin de semana en el que no se recurra a casposas exclamaciones varoniles, cuando no homófobas y machistas, para arengar o justificar ciertas actitudes deportivas. Comentarios como echarle huevos, comportarse como nenazas o como mariquitas que nacen de la idea de que el deporte, el fútbol, es un territorio exclusivo de machitos. Y esto es dañino e irrespetuoso para la mujer y otros colectivos, pero también para el hombre, que crece en el convencimiento de que el éxito o el fracaso en el balompié es una cuestión de pelotas. Una influencia verdaderamente estúpida, además de incierta.
Aficionados, padres, entrenadores, jugadores, periodistas y dirigentes deberían comenzar a medir sus palabras y tratar de evitar el uso de frases hechas que rezuman machismo y homofobia para que las generaciones venideras lleguen a un deporte igualitario y pacífico. Hemos visto vergonzantes trifulcas entre padres (no entre madres…) en partidos de alevines, y salvajes enfrentamientos entre hinchas radicales (no vi a ninguna mujer en las refriegas…) ¿Es eso ser un hombre? Si ser un hombre significa tomarse el fútbol como una guerra entre pelotudos de golpe en pecho prefiero seguir la Liga Iberdrola. Cambiemos.
Bravo
Lo suscribo coma a coma!Cambiemos¡
AMEN . LOS HUEVOS EN LA TORTILLA, Y LOS MEGAHOMBRES A DEJAR DE ARREGLAR EL MUNDO… MARCELO ES EL REFLEJO DE LO QUE HAY.. NO ES EL PROBLEMA ES LA CONSECUENCIA ….