Rafa Nadal, número 1 del mundo, hablaba el pasado sábado en la conferencia de prensa oficial del Open de Australia, el primer grande del año, como si fuese la primera vez. Excitado, dubitativo cuando se le preguntaba por su estado físico, pero motivado al 100% como de costumbre. “Todo el mundo empieza desde cero. Yo también empiezo de cero de nuevo. Es una temporada nueva y excitante. Espero estar sano y disfrutar de mi tenis”. Rafa aterrizó sobre la Rod Laver sin haber calentado, es decir, sin haber disputado ningún torneo previo debido a esos problemas en la rodilla que de vez en cuando le dejan tocado y hundido. Enfrente, Estrella Burgos, número 81 del mundo, segundo jugador más veterano del top-100 e icono dominicano por no ser el suyo un país especialmente diestro con la raqueta.
Dos mundos. Por un lado, un Rafa encontrándose a sí mismo por enésima vez. Por otro, un veterano sin nada que perder. Nadal saltó a la pista con la convicción de tomarse el debut en serio, sólido desde el fondo, no se le vio ni un mal gesto en los desplazamientos, cosa que nos deja más tranquilos. El primer set fue una estrella fugaz y Rafa se fue a la silla rapidísimo tras endosarle al dominicano un 6-1 para cerrar la primera manga de una forma más cómoda de lo esperado. Más por las propias condiciones de Rafa, que por la dureza del contrario.
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— #AusOpen (@AustralianOpen) 15 de enero de 2018
Enfundado en una nueva versión de la camiseta sin mangas que tantos buenos recuerdos nos trae, Rafa parecía rejuvenecido. Jugueteó con su drive sin la necesidad de apurar demasiado las líneas y mantuvo firme el revés cruzado en los intercambios largos para cansar los brazos de Estrella Burgos cuando el punto sobrepasaba los diez golpes. Cierto es que el rival no puede servir para medir las posibilidades del manacorí en este Open de Australia, pero el primer paso siempre es importante, no solo para, evidentemente, avanzar en el cuadro, sino para recuperar confianza y mantener la cabeza fría en las horas que transcurren entre partido y partido. El encuentro cayó por momentos en una fase de exhibición donde Rafa levantó los aplausos de la grada con algún que otro passing shot y con una entrega a la que jamás renuncia. Sin opciones, el dominicano agradeció la ocasión y la atención al público de Melbourne y sucumbió ante el peso de Nadal por 6-1, 6-1 y 6-1. En cuanto a Rafa, personalmente, me gustó mucho su revés y su serenidad. El primer paso está dado y de momento, la rodilla responde.