La rutina de Rafa Nadal en la primera semana del Open de Australia no ha tenido sobresaltos. El balear no ha concedido ni un set (ni tampoco ha dejado que surjan las dudas) en sus tres primeros partidos del torneo frente a Estrella Burgos, Leo Mayer y Dzumhur (25 años y número 30 del ranking). El bosnio sirvió para que Rafa engrasase la máquina de cara a la segunda semana, donde ya habrá partidos mucho más trabajados y donde su rodilla será puesta a prueba. A base de golpes fortísimos y de una confianza descomunal, Nadal doblegó a Dzumhur en el primer set (6-1) en un abrir y cerrar de ojos, y no dejó pasar demasiado tiempo para vengarse de la eliminación sufrida en Miami 2016 cuando el manacorí tuvo que abandonar la pistas por problemas físicos.
.@RafaelNadal must have a dinner reservation ⌚️
Takes the first set 6-1 against Damir #Dzumhur.#AusOpen pic.twitter.com/0fqJZ9tM0A
— #AusOpen (@AustralianOpen) 19 de enero de 2018
Posiblemente el uniforme tenga la culpa, pero a Nadal se le ve más fresco, menos robotizado. 19 winners con 6-1 y 3-2 fueron una losa muy pesada para la espalda de Dzumhur, sobre todo cuando Rafa confirmó el break (4-2) para desnivelar el segundo set a su favor (6-3). El balear castigó a Dzumhur haciendo correr la bola con muy buenos reveses cruzados desplazando al bosnio hacia las esquinas, para rematarlo con esos paralelos made in Manacor que el balcánico apenas puso acompañar con la mirada hacia la pared del fondo.
2️⃣ sets down, 1️⃣ to go! @RafaelNadal clinches the second set against #Dzumhur to lead 6-1 6-3 #AusOpen pic.twitter.com/mPhrRbLNeX
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En las pocas ocasiones en las que se tuvo que defender, Rafa lo hizo de manera excelente y utilizó el efecto de su revés para complicar las subidas a la desesperada de Dzumhur a la red. Abrió el saque para buscar el ángulo y poner el punto a su favor desde el primer golpe, no desistió en la fortaleza de su derecha, y a pesar de lo empapada que dejó su camiseta, parece que Rafa termina la primera semana de competición sin haber roto a sudar. El 6-1 para cerrar el tercer set fue la prueba para confiar en unas posibilidades renovadas, o al menos, para alargar lo que parece una nueva juventud y alzar el vuelo.