Coches voladores, aeropatines, manipulación genética, pintauñas digitales, robocordones, vacaciones en Marte, realidad aumentada, coches autónomos, amagos de inteligencia artificial, replicantes con fecha de caducidad… La década de los ochenta resultó muy prolija en grandes producciones empeñadas en mostrarnos todos los avances que nos traería el futuro. En algunos casos, este futuro.
Lo curioso es que dentro de la desbordante imaginación de los guionistas y de los consejeros de producción en busca de ficciones que por entonces resultaban alucinantes y ahora no tanto, a ninguno se le ocurriera pensar en el único dispositivo que de verdad ha cambiado la sociedad en las últimas dos décadas: el teléfono móvil. Nos queda el consuelo de la televisión, con un Michael Knight que se comunicaba con su coche fantástico con algo parecido a un smartwacht… Y el gran Maxwell Smart, el inefable Superagente 86, que fue el que más se acercó al presente con su maravilloso zapatófono.
No aparecen teléfonos portátiles en las películas futuristas de los ochenta. Hay de todo, algunas cosas descabelladas incluso ahora, pero no existe ni un atisbo de que alguien pudiera comunicarse tranquilamente por la calle con un móvil. De que el aparato fuese un smartphone ya ni hablamos. ¡Qué locura! Hemos echado un vistazo a las cuatro grandes películas futuristas de aquella década y el resultado es siempre el mismo: los móviles no existen.
BLADE RUNNER (1982)
Al comienzo de la obra maestra de Ridley Scott se informa al espectador de que a principios del siglo XXI la Tyrrell Corporation ha evolucionado los robots hasta la fase Nexus. Estamos hablando de Los Angeles en 2019, es decir pasado mañana, y bajo la magnética música de Vangelis se nos muestra un futuro con manipulación genética, inteligencia artificial, megalópolis en las que los coches se desplazan por el aire…
De todo —incluido el famoso test Voight-Kampf con el que se reconoce a los replicantes gracias a respuestas emocionales obtenidas a través de la retina— salvo los teléfonos móviles. La imagen de Deckard en la calle dirigiéndose a una cabina para llamar a Rachel en medio de la desasosegante Los Angeles resulta hasta cómica. ¡Incluso marca analógicamente el 555…! Al menos es videollamada, eso sí.
Una cuestión doméstica. En un momento de la película, el duro (¿y replicante?) Deckard aparece leyendo un diario apoyado en un escaparate. Los periódicos no se han perdido como lágrimas en la lluvia en el 2019 de Blade Runner. Veremos.
ROBOCOP (1987)
Nótese en el fotograma superior el teléfono de una comisaría de Detroit en el año 2028. Del interfono ni hablamos, obviamente. Mitad hombre, mitad máquina, todo policía. ¿Recuerdan? Ése era el lema del clásico de Paul Verhoeven en el que de nuevo una malvada corporación intenta controlar una ciudad en beneficio propio.
Para ello recurren a un policía asesinado, resucitándolo en forma de cyborg, de ahí lo de las mitades. Hablamos entonces de algo de manipulación genética y de algo de inteligencia artificial. Todo bastante desarrollado en un futuro muy tecnológico salvo para la telefonía móvil, nulamente avanzada en esta distópica Detroit de 2028. Ningún móvil que echarse al oído ni a los pulgares. Los teléfonos que aparecen en la película incluso enternecen.
REGRESO AL FUTURO (1989)
Quizá muchos lo han olvidado (o no quieran recordarlo), pero el futuro al que viajan Doc y Marty, aquel en el que no hacían falta carreteras, era 2015. El día en el que McFly compra el almanaque de béisbol para ganarse unos dólares en 1985, Hill Valley muestra un despliegue tecnológico sin parangón: aeropatines, robocordones, chaquetas con autosecado, operaciones de estética surrealistas —»Me quitaron algunas arrugas, me arreglaron el pelo, un cambio de sangre … también reemplazaron mi bazo y el colon», relata Doc—, realidad aumentada, puertas sin llaves, domótica con reconocimiento de voz…
Todo es maravilloso y tecnológico en ese Hill Valley en el que los coches vuelan y las gasolineras están en las azoteas. ¿Todo? ¡No! No existen los teléfonos móviles. Sí hay videoconferencias, pero éstas sólo pueden hacerse desde casa. El momento cumbre de las telecomunicaciones llega cuando el pobre Marty del futuro es despedido ¡¡¡vía fax!!!
Otro apunte doméstico. La noticia de la detención de su hijo se la muestra Doc a Marty en el USA Today de papel. En el tecnológico Hill Valley de 2015 la prensa escrita aún era referente.
DESAFÍO TOTAL (1990)
De nuevo Paul Verhoeven y el futuro. Nos situamos en este caso en el año 2084 y la cosa pinta bastante bien. El bueno de Arnold desayuna con la buena de Sharon frente a un videowall gigante con programación bajo demanda, hablan de vacaciones, de un viaje a Marte…
El final del siglo XXI es prometedor en cuanto a los avances tecnológicos: Marte está habitado (de aquella manera, pero habitado), se pueden tener vacaciones planetarias, los escáneres del aeropuerto son bastante parecidos a los de esta era post 11-S, la manipulación genética está a la orden del día (y los mutantes), se implantan recuerdos en la memoria como quien va a comprar el pan. Todo estupendo salvo por la ausencia de móviles.
Olvídense de que Arnold consulte su smartphone en el metro, que para eso los vagones disponen de monitores de televisión (¿?). Lo más avanzado en lo que a telefonía se refiere en esta película es un artefacto-mamotreto con pantalla por el que se llaman los personajes, con teclado analógico y todo. Eso sí, anclado a una mesa dado su peso y volumen.