La primera vuelta de la Liga nunca estuvo tan cerca del fin del mundo. O del principio del verano. O del juicio final. Lo ocurrido en 18 jornadas, completadas anoche con el Betis-Leganés (3-2), se acepta mayoritariamente como algo inamovible. No se conoce a quien dude de la refulgente victoria del Barcelona, de la recuperación del Atlético o de la penetrante crisis del Real Madrid. Son muy pocos los que se cuestionan que el descenso tiene dos plazas asignadas, Málaga y Las Palmas, y que por escapar de la tercera lucharán Alavés y Levante. Tampoco se hacen grandes cábalas sobre los equipos de Europa League, pues se supone que serán los que ahora son, Villarreal y Sevilla. Queda la sensación de que nos sobran los 18 partidos siguientes porque ya lo sabemos todo. Definitivamente, tenemos memoria de pez.
Falta mucha tela que cortar y en Eibar pueden dar fe. Allí no olvidarán lo ocurrido en la temporada 2014-15, cuando terminaron la primera vuelta en la octava plaza con 26 puntos… y cerraron el campeonato con 35, descendidos a Segunda y salvados en los despachos por las deudas del Elche con Hacienda. En esa misma temporada, el Córdoba sumó tres puntos en toda la segunda vuelta (17 en la primera) y cayó de la 16ª plaza a la última. En Las Palmas también saben de lo que hablamos. El pasado curso, el equipo acabó la primera vuelta en décima posición (24) y se sintió autorizado a soñar con Europa después de incorporar a Jesé y Halilovic. Bien, pues en la segunda mitad de la Liga, estrellas incluidas, sumó nueve puntos menos.
Por arriba el viento es igual de cambiante. El Madrid de Ancelotti se proclamó campeón de invierno en 2015, con cuatro puntos de ventaja sobre el Barcelona y con una imponente racha de 22 triunfos consecutivos que rompió el Valencia el 4 de enero. Lo que siguió fue un desplome súbito: eliminación en octavos de Copa contra el Atlético, sangría de puntos en la Liga y descalabro final ante la Juventus en semifinales de la Champions. El Barça ganó el título con 94 puntos, dos más que la leal oposición.
En sentido inverso, la hazaña del Real Madrid de Capello quedará como ejemplo de la resistencia del club a la derrota. En 2007, el equipo marchaba en cuarta posición y a seis puntos del Barcelona a falta de doce jornadas. Al final, se hizo con el triunfo, Tamudo mediante.
Hay cientos de ejemplos, pero sólo pretendo constatar que el fútbol es un cuerpo en constante mutación. No tenemos más que poner fecha a la exhibición del Real Madrid ante el Barcelona en la Supercopa. Ocurrió hace seis meses, no hace seis años. Y todavía es más próxima, del pasado noviembre, la penosa racha goleadora que atravesaba Luis Suárez, cinco partidos sin marcar goles. ¿Alguien lo recuerda ahora? Ni siquiera el propio delantero, que ha hecho goles en los últimos siete partidos.
No niego que el Barça será campeón, me limito a rebatir la teoría de lo inamovible. No hay noticia en los últimos años de un equipo que mantuviera su nivel de juego, acierto y suerte durante una temporada entera, y el Barcelona ya ha consumido medio año en las dulces praderas de la felicidad.
Tampoco subestimo las evidencias contra el Real Madrid, más cerca del descenso (a 16 puntos) que del liderato (a 19) y hundido por registros goleadores de una crueldad intolerable: Cristiano ha marcado cuatro goles y Paulinho, ocho (Messi, 17). Y otro golpe en el mentón: en la tabla de artilleros hay 26 futbolistas por delante de Ronaldo.
El dinero de los apostantes es un medidor muy fiable de la evolución/involución de los equipos en estas 18 jornadas. El Real Madrid ha pasado de favorito para revalidar el título (2/1) a cotizarse 34 a 1. El Barça, que arrancó 2’05/1 ha llegado a un punto en que apenas se reparten dividendos por su victoria (1’02/1). El Atlético se paga 26/1 (comenzó 15/1) y parece la mejor alternativa para quien desee hacerse rico… algún día.
Sin embargo, no se puede proyectar el futuro a partir del presente, al menos en el fútbol. El Real Madrid que ganó al Séptima Copa de Europa, quizá el hito más relevante para el club en los últimos 50 años, concluyó el campeonato de Liga en cuarta posición, a once puntos del Barcelona, el campeón del torneo. Y no le fue mucho mejor el año de la Octava (2000); entonces el Madrid terminó quinto en la Liga, a siete puntos del Deportivo.
Si la experiencia nos dicta que las sensaciones cambian varias veces a lo largo de un campeonato, también va siendo hora de aprender que poco ayuda cambiar de entrenador. Para el anecdotario de la Liga quedará que en 1992 Mendoza despidió a Radomir Antic cuando tenía al Real Madrid líder, justo al finalizar la primera vuelta, y a la historia ha pasado cómo se cayó a partir de ese momento el equipo, que debió conformarse con el subcampeonato.
En esta temporada también hemos asistido a casos significativos. El Sevilla destituyó a Berizzo de la peor forma posible, en vísperas de Navidad y con el técnico recién operado de un tumor en la próstata. Los resultados hablan por sí solos: 3-5 contra el Betis y 1-0 contra el Alavés. Las victorias contra el Cádiz en la Copa son bisutería en mitad del desánimo general. Tampoco ha beneficiado a Las Palmas la llegada de Paco Jémez, más bien lo contrario, ni se ha librado el Depor del olor a azufre después de sustituir a Cristóbal por Mel. Sin tiempo para enjuiciar el trabajo de Jose González en el Málaga, podemos afirmar que sólo Abelardo ha insuflado oxígeno a un Alavés que se quedaba sin aire; la amenaza persiste, no obstante.
Asumido que al Barcelona le corresponde la matrícula de honor, hay varios equipos que se han ganado la mención extraordinaria: Eibar, Getafe, Girona y Leganés han optimizado sus recursos y viajan gloriosamente por delante de sus presupuestos. El logro es extraordinario, pero no garantiza una vida plácida en la segunda vuelta.
En el siguiente escalón en la orden del mérito se encuentran el Atlético, disimulado entre el follaje —como le gusta—, y el Valencia, restablecido de una depresión deportiva e institucional. Lo del Villarreal no es una sorpresa, sino el fruto de un trabajo sensato que no le libró del descenso en 2012.
En resumen. La primera vuelta explica el presente a partir del pasado y hace pocas revelaciones en relación al futuro. En este caso sabemos que el Barça será campeón, y no es poca cosa, pero no podemos adivinar quién tendrá la mejor sonrisa a finales de mayo. Alguien dijo que mientras hacemos planes se escuchan carcajadas en el cielo. Estoy convencido de que muchas proceden de los dioses del fútbol.