Con el título definido hace algunas fechas —salvo alguna sorpresa de proporciones apocalípticas— la liga inglesa no ha perdido un ápice de sensualidad debido a la intensa lucha por mantener la categoría.
Cuando en la segunda jornada de la Premier League, el Everton —que invirtió casi doscientos millones de euros en fichajes— le arrancó un empate de visita al Manchester City, pensamos que la lucha por el título sería más bien pareja. Ahí, imaginábamos, estarían, hasta el final, el Manchester United de Mourinho, Pogba y compañía; el Chelsea de Hazard y Morata; el Tottenham de Kane y Pochettino; el Liverpool de Klopp y Coutinho; e, incluso, el Arsenal de Wenger y Alexis.
Sin embargo, veintiún jornadas después, podemos afirmar que, salvo alguna catástrofe, el City del Pep, que a estas alturas le lleva doce puntos de ventaja a su más acérrimo rival (y unos cuantos más en lo que a solidez y fútbol se refiere) será el campeón. El equipo celeste se ha posicionado como uno de los mejores de Europa, con automatismos difíciles de romper y con una profundidad de banquillo que augura éxitos incluso a nivel internacional. Lo del United sigue siendo muy de Mourinho: fútbol opaco, resultados justos, y derrotas por aquí y por allá que lo alejan de cualquier alegría a final de temporada. Los Spurs se han caído; el Liverpool, a pesar de experimentar una mejora sostenida desde que llegó Klopp, sigue siendo irregular; al Chelsea se le agotan las variantes; y el Arsenal parece haber llegado al final de un larguísimo ciclo ya sin energías ni motivaciones.
Con el título definido, queda por decidir quiénes irán a la Champions (la batalla más interesante la llevarán a cabo Tottenham, Chelsea y Liverpool por el tercer y cuarto puesto) y, sobre todo, qué equipos podrán mantener la categoría. Esta última lucha es, de lejos, la más atractiva, porque enfrenta a equipos muy distintos (en presupuesto, en historia, en plantilla y en propuesta futbolística) que se encuentran muy cerca el uno del otro. Entre el noveno puesto que ocupa el Everton y el 18, que ocupa el Stoke, que sería el mejor situado de los descendidos, hay siete puntos.
Hablemos del Everton. El eterno rival del Liverpool tuvo un verano agitado y bastante ilusionante para sus aficionados. En total, gastó casi doscientos millones de euros en nueve fichajes, lo que implicaba una revolución en la plantilla. Fichó un buen portero y un central, ambos ingleses y jóvenes; un par de volantes creativos (por el islandés Sigurdsson pagaron 50 millones de euros), repatriaron a Rooney y pagaron sólo seis millones por Sandro, una de las promesas de la liga española. Sin embargo, unas cuantas jornadas después del arranque de la temporada, Ronald Koeman era despedido, reemplazado por Sam Allardyce y el equipo azul aún coquetea con el descenso, aunque cada día se le ve más sólido.
Entre el Watford (puesto 10) y el Southampton (puesto 17), hay sólo cinco puntos de distancia. El equipo del portugués Marco Silva empezó muy bien, pero ha empezado a tropezar: el extremo izquierdo brasileño Richarlison no es más una sorpresa para las defensas inglesas y el mediocampista francés Abdoulaye Doucouré (una joya que se pelearán los grandes del continente) no puede darse abasto. Entremedio se encuentran equipos históricos y poderosos como el West Ham, que también cambió de entrenador sobre la marcha y que no consigue sentirse local en el magnífico estadio Olímpico de Londres; y agradables sorpresas como los medianamente desconocidos Brighton & Hove Albion y el Huddersfield.
Este último practica un fútbol muy británico, aunque está dirigido por David Wagner, un estadounidense nacido en Alemania y con costumbres muy germanas. Apoyado en el dinamismo del mediocampista australiano Aaron Mooy y en la solidez del alemán Christopher Schindler en defensa, los Terriers, con el presupuesto más bajo de toda la liga, son la gran sorpresa de la Premier.
El caso del Newcastle de Rafa Benítez, ubicado en la posición 15, y jugando cada vez peor, es preocupante: el entrenador español se cansó de pedir fichajes en el verano, pero Mike Ashley, el polémico dueño del equipo, hizo oídos sordos, ya que ha dejado claro que su objetivo es vender el club y no reforzarlo deportivamente. Los Magpies tienen un plantel de Championship y eso en la Premier se paga caro. Semana tras semana, la afición manifiesta su descontento en el precioso St. James’s Park, uno de los estadios históricos de Inglaterra. Por su parte, el Southampton sigue sin encontrar el rumbo con Mauricio Pellegrino, al Bournemouth le está empezando a pasar factura el par de hazañas que realizó en las dos últimas temporadas, y al Stoke no le basta con la explosividad de Shaqiri y la solidez del portero Jack Butland para ser un equipo serio.
Que sean tantos los equipos que luchan por mantener la categoría implica que cada jornada haya por lo menos tres encuentros que enfrentan a rivales directos. Este fin de semana, por ejemplo, chocarán el Everton (puesto 9, 27 puntos) y el West Brom (19-19 puntos); el Stoke (18-20 puntos) y el Huddersfield (14-24 puntos); y el West Ham (11-25 puntos) y el Bournemouth (13 – 24 puntos).
Como para mantenerse al borde del sofá.