Tengo la sensación de que los niños crecen pensando que el fútbol es eso que sucede entre el nuevo corte de pelo de Cristiano, el enésimo chiste de Joaquín en redes sociales y la foto de la despampanante WAG de turno.
Es como si el reconocido como deporte rey hubiera teñido su corona de rosa y el foco se hubiera desplazado de la competición en el campo a todo lo que lo rodea. Vamos: un Sálvame (Deluxe) en toda regla.
La mayoría de los medios (que no van A LA CONTRA) no escatiman en este tipo de noticias. Es más: las utilizan como cebo para atraer a su público y al que solo transita por la más pura curiosidad.
Coches, outfits, cenas, viajes, glamour… ¿Es esto lo más importante de un deportista?
No me gustaría que nuestros hijos lo interiorizaran así y, sin embargo, están al tanto de todo cuanto les ocurre a sus ídolos fuera del terreno de juego. E intentan imitarlos… aunque sea rapándose una línea capilar en mitad del cráneo.
Cuando yo era “mocita”, ni los jugadores eran tan it-boys ni el periodismo deportivo deambulaba por esos derroteros. El espectáculo estaba en el balón y en la palabra. Los niños usaban deportivas blancas para chutar y se destrozaban las rodillas en las aceras. Ni más ni menos.
Tiro de nostalgia para rescatar a una de esas leyendas: José María García, cuyo verbo incontenible y lleno de prosodia nos mantenía pegados a la radio, incluso a los que no nos gustaba el fútbol. Como en mi caso.
Recuerdo que cuando me enteré de que podía ir a la cárcel por aquel asunto con Pablo (-blito, -blete) me tuve que refugiar en el baño de casa para que mis padres no me vieran llorar.
Poco tiempo después, supe que iba a ser intervenido quirúrgicamente. Cual grupi al uso, me presenté en la Clínica La Luz con una carta en la mano en la que le decía que en mi vocación periodística él tenía mucho que ver.
Pensaba dejar aquella misiva en recepción y marcharme, pero su mujer me atendió muy amablemente e incluso me hizo pasar a la habitación donde un convaleciente García me dio las gracias con mi escrito entre las manos, mientras me invitaba a visitarlo cualquier día en la emisora.
Aún me pregunto por qué no lo hice. Mi vida podría haber tomado otro giro y, ahora, en lugar de escribir de hijos y padres, tal vez sería una reportera de deportes hablando… de la mujer de Messi.
Sinceramente, y de momento, prefiero relatar estas otras cosas de la vida, rememorar los buenos tiempos del oficio y tratar de enseñarles a mis hijos que el deporte es mucho más que una extensa cuenta corriente y miles (o millones) de seguidores en Instagram.
Estuvo a punto de ir a la cárcel por poner al descubierto las dietas cobradas por el señor Roca (presidente de la R.F.E.F.) cuando no tenía derecho a ellas. El amigo Pedrusquín, así le llamaba D. José María García le puso una querella, y como dijó el entrenador balcánico Voujadin Boskov «FUTBOL ES FUTBOL».
♩??♩RRA-RRA-RRA. EL LOBITO ESTÁ COBRANDO, LOS CORDERITOS CANTANDO ?RRA-RRA-RRA.
Me encanta Terry llevas toda la razon Y además lo has expresado como.tu bien sabes hacer
que artículo más agradable y desde mi punto de vista más real!
El deporte por desgracia se ha convertido en negocio… Publicidad y corazón… Eso está desprestigiando el enorme trabajo que hacen los niños desde pequeños para llegar a lo que cada uno puede y el que llega Le hacen un lavado de cerebro y piensa más en los €€€que en su ilusión de niño…. Gracias a dios mi hijo juega muchísimo federado pero por gusto e ilusión y sin animo más que de disfrutar… Así debería de ser… Y no permitiré que pierda esa ilusión… Los pies en la tierra señores que son jugadores no negocio
Buen tema Terry.. Para hablar horas… Sigue con esos buenos temas… Felicidades
Terry vuelves a poner el dedo en la llaga.