Y las plegarias de Florentino fueron escuchadas. El Ser Superior (el terrenal) podrá vivir unos días de calma chicha con la goleada de Mestalla. El Madrid hizo los deberes, Zidane sale del ojo del huracán por unos días, el club evita un seísmo de dimensiones incontrolables. Tras el batacazo copero vuelve la serenidad, al menos baja el calentón general que pedía la cabeza de Zidane en bandeja de plata. El presidente mantuvo la calma, expectante, esperando al marcador de Valencia. Por lo visto no hay que adoptar decisiones precipitadas. La goleada abre márgenes de confianza antes de jugar (otra vez fuera) ante el Levante. Se ha salvado una situación límite en el banquillo para la que no había plan B. Es Zidane o Zidane, ocurra lo que ocurra, al menos hasta el 7 de marzo, fecha del partido de vuelta en París ante el PSG.
No se puede decir que precisamente Zizou fuera el más iluminado en Mestalla: confiar en la BBC a muerte en el once inicial, esperar más de una hora para hacer cambios, quitar al hombre más incisivo como era Bale para mantener a Benzema… No fueron decisiones brillantes, aunque el marcador final me desmienta si somos prácticos. Cuestionar a un entrenador que ha ganado 1-4 en Mestalla suena a locura, a absurdo. Sin embargo, es posible que estuvieran mucho mejor los jugadores del Madrid sobre la hierba que el propio entrenador con sus decisiones, como tantas veces ha sucedido.
Pero no, no esperen que haga leña. Zidane va a caminar así hasta final de temporada, saltando minas. Unas le explotarán bajo los pies, otras las salvará por la fuerza de su ejército, de una plantilla con mil recursos. Ni siquiera se le debería dar por muerto ante la batalla épica con el PSG de Neymar, porque el Madrid de Champions es algo parecido a lo que vimos en Mestalla: autoridad, experiencia, buena dinámica (excepto una corta fase), pegada y una energía diferencial que impone la historia del escudo.
Florentino sueña despierto con superar al PSG, con ganar otra Champions, con salvar una temporada que se pone realmente fea. En esa confianza mantiene a Zidane sin hacer una declaración púbica, ni a favor ni en contra, atento exclusivamente a los resultados. Rezó por ganar en Mestalla y vaya si lo hizo el Madrid, apagando muchos fuegos en el madridismo. Vuelven las aguas a su cauce en Chamartín, Zidane salva el match point, las negociaciones para el Real Madrid de la próxima temporada (Pochettino y Kane) no se aceleran.
No veo justo que se ataque a Zidane a expensas de los jugadores ahora, cuando muchos de ellos estuvieron por debajo de su nivel en aspectos muy básicos. No puede ser culpa del entrenador que un central del nivel de Sergio Ramos no sea capaz de mantener una línea de defensa; esas cosas se dan por sentadas. Coincido en que Zidane cometió errores esta temporada, pero creo que todos se pueden resumir en uno solo: no confió en su propio método lo suficiente. Dejó de incluir a los suplentes cuando vio que las victorias no llegaban.