El 28 de enero de 2018, bajo el techo cerrado del Rod Laver Arena de Melbourne, Roger Federer supo continuar su «cuento de hadas» (copyright del mismo Herr Federer) con su título número 20 en Grand Slam… ante el propio patrón de la casa: Rodney Rocket Laver (79 años), que se levantaría de la presidencia del palco no para volear… sino para tabletear selfies desde su smartphone y para captar imágenes del llanto de Federer en el discurso de Roger al recibir en propiedad el Norman Brookes Trophy, por su sexta conquista en Melbourne. En 1969, Rod Laver se convirtió en el único tenista capaz de firmar los cuatro torneos de Grand Slam en el mismo año, ya dentro de la Era Open. Federer gana su tercer Campeonato de Grand Slam en doce meses exactos: dos de ellos, en finales ante Cilic. Va dato: los 20 títulos de Federer suponen el 10% de TODOS los títulos de Grand Slam en la Era Open, a partir de 1968. Y Roger abre clara brecha en su margen con Rafael Nadal en títulos de Grand Slam: 20-16.
«Mi Norman, ahora ya sí es mi Norman», apostillaría Roger Federer sobre su trofeo de Australia. Federer había llorado en la pista del Rod Laver Arena ante los ojos brillantes de su madre, Lynette, de su padre, Robert… y de toda su familia y cuerpo técnico: Ivan Ljubicic y el fiel Pierre Paganini (Zúrich, 1957), quien desde 2000 cuida del físico de Federer (y de Wawrinka y del equipo suizo de Copa Davis). El título número 20 en Grand Slam le llega a Federer a la procelosa edad de 36 años y 174 días. Roger, Rog, solo podrá ser el campeón más veterano de todos los tiempos en Grand Slam si es capaz de ganar algún gran título en 2019. Vencedor en 1972 en Melbourne (Kooyong), sobre hierba, con 37 años y 63 días, Ken Muscles Rosewall aún se mantiene como el campeón más veterano de todos los tiempos en Grand Slam. Por solo un mes, Federer no alcanzaría a Rosewall en ese ranking… ni aunque ganara el US Open de este año.
Esta final del Rod Laver Arena midió a Cilic y Federer, segundo y tercer mejores sacadores, en el Abierto australiano de 2018: 123 aces para el croata… y 95 para Roger, que en todo caso dominó por 24-16 el duelo de saques directos en la final: con 80% de puntos ganados con primer servicio (67/84) frente al 69% de Cilic (61/88). Cabe agregar que el sutil Federer sólo rebasó las tres horas en pista ante el mismo Cilic (3h 03min), mientras que, antes de Federer, el colosal croata de Medjugorje (Bosnia-Herzegovina) había superado tres horas de juego ante Pospisil, Carreño y Nadal. El líder absoluto en aces de este Australian Open 2018 fue otro croata: el martillo gigante Ivo Karlovic, con 126 saques directos en tres partidos, a media de 42. Sólo en el triunfo de segunda ronda ante Sugita (cinco sets, 4h 33min), Karlovic conectó… 53 saques directos. Federer sale hoy lunes 29 en el número dos del ATP Tour, a 155 puntos de Nadal… y Cilic, finalista ante Roger en dos de los tres últimos Campeonatos de Grand Slam, firma el número tres mundial: el ranking más alto de su carrera.
«Creo que sólo Rog sabrá cuál es el momento en el que querrá decir basta… tiene la edad biológica de 36 años. Pero, a mi parecer, tiene una edad atlética que es más joven y al mismo tiempo tiene la madurez de alguien de más de 40. Entonces es un buen balance, por eso es difícil predecirlo… a menos que haya una lesión muy grave que no le deje opción. Rog ha comprobado que es posible hacer esto después de los 30 años. Creo que se nos olvida la disciplina que ha tenido por mucho tiempo. Toda su vida y filosofía giran alrededor del tenis», reflexionaba Pierre Paganini en noviembre de 2017, en The New York Times. «Es el hombre el que decide, no solo el atleta», apuntaba Paganini a Christopher Clarey: muy entre líneas. Veamos cómo y de qué manera pueden impulsarse las decisiones de Roger Federer, el hombre, The Man... que con su increíble arsenal técnico y de templada ingeniería estratégica brilla en una pista de tenis con reflejos parecidos a los que un tal Larry Bird era capaz de emitir en el espejo de una cancha de baloncesto. Eso, aunque Roger carezca de aquel instinto asesino de Larry Legend. Pero, en 1,85 metros de altura y con asombrosa velocidad de coordinación óculo-manual y de pies para sus 36 años… Federer es hoy el arquetipo del tenista perfecto: Mr. Perfecto.
Veamos el panorama. El 19 de enero de 2016, Rafael Nadal caía derrotado en primera ronda del Abierto de Australia tras cinco incandescentes sets ante Fernando Verdasco. Al día siguiente, quien suscribe —una marmota plantada en Melbourne hasta el final del evento— mantuvo una entrevista con una persona absolutamente cercana a Nadal y que aún se encontraba en aquel torneo de 2016. Aquella persona, a quien llamaremos Dusan, dijo ese día: «Rafa está bien, no está mal, sólo estuvo a dos puntos de la victoria ante Verdasco; esa es una diferencia muy pequeña… y si hubiera ganado, nadie estaría hablando como se habla ahora mismo. Verdasco jugó muy bien, tiró 90 ganadores… y Rafa le da mucho ritmo». En ese momento, Dusan tomó aliento y habló así: «A ver, esto quizá no debería salir. Pero la derrota que más daño ha hecho y peor ha dejado a Rafa Nadal fue la de aquella final en la que se lesionó en la espalda ante Wawrinka aquí en Melbourne, en 2014. No ya por la lesión y lo que le dolió, sino porque ganando esa final, Rafa se ponía solo 17-14 abajo con Federer en títulos de Grand Slam y después ya podía ser 17-15 si ganaba Roland Garros, como así fue. Ahí, Rafa hubiera tenido muy cerca pasar a Federer, sin títulos de Grand Slam desde 2012 en Wimbledon (N: Roger no volvería a alzar un grande hasta 2017, en Australia); por todo esto, esa situación fue frustrante, hizo mucho daño a Rafa… y todos hemos hablado eso varias veces».
Y, ¿qué opina el muy diplomático Federer —que ya aconseja paciencia a Sascha Zverev— sobre esta rivalidad que se percibe a leguas y que ya está en 20-16 para Roger… aunque Nadal mantenga el cara a cara personal en 23-15 a favor? De esto, Federer se expresa en generalidades. Pero se le entiende bien. Así: «Necesito ser muy cuidadoso con mi planning… no tengo que jugar de más, no debo jugar cada torneo posible… muchos puzzles han hecho posible que yo haya sido capaz de sentarme esta noche aquí, es como una gran fiesta. Es un momento muy especial para el que han hecho falta mi gran equipo, mi familia, mis padres, tan orgullosos, mi mujer (Mirka), que lo hace todo posible: sin su apoyo y su masivo trabajo con los (cuatro) chiquillos, ya hace muchos años que yo no estaría jugando a tenis. Esta vida, con tanto viaje, no sería posible si ella dijese no y ya lo hablamos en su día a corazón abierto». Federer había estado llorando durante dos minutos —bajo la cámara nerviosa del smartphone de Rod Laver— en la entrega de premios del Open: justo ahí fue cuando se refirió a la multitud, a Ljubicic y a todo su equipo —»ver ese estadio lleno, todos vosotros me ponéis nervioso, me transmitís la emoción, I love you, guys»—… y después continuaría el relato en Sala de Prensa…
«Al salir a la pista me ha motivado traspasar el cuadro con el recuerdo de Stefan Edberg y sus dos títulos de Australia, aunque yo no quería pensar demasiado, ya había pensado demasiado en la calma que necesitaba para ganar mi título grande número 20 ante Marin Cilic. ‘No pienses en eso’, me decía, ‘sino en lo horrible que sería perder’. Así me llevé 36 horas, para ser sincero… especialmente en una final nocturna, esperas todo el día, es un largo día. En Wimbledon sales ahí afuera… y ya está hecho. Ahora solo necesito mantener un buen calendario, seguir hambriento y entonces quizá puedan ocurrir cosas buenas. No creo que la edad sea un problema per se: solo es un número. Pero necesito ser muy cuidadoso en mi planificación, decidir realmente cuáles son prioridades. Eso dictará lo exitoso que puedo ser. Por delante vienen tiempos muy excitantes. Pero no: como un profesional… no importan los viajes. Esto es lo que hacemos… como deportista, si sigo jugando a estas alturas es porque quiero conseguir cosas importantes, no para simplemente estar dando vueltas por el circuito». Es preciso prestar atención a ese «quiero conseguir cosas importantes»…
Probablemente, el gran Roger Federer (se infiere) vuelva a renunciar a la práctica totalidad de la temporada en tierra batida, aunque —reflexionaba Roger en L’Equipe, a principios de año—, «no quiero pensar que ya he jugado mi último partido en Roland Garros sin decir ni adiós». Veremos. Rafa Nadal, con una rotura fibrilar reconocida por él mismo en el psoas-ilíaco de la pierna derecha, puede enfrentarse a una rehabilitación de 4/5 semanas antes de reaparecer a finales de febrero en Acapulco, cerca de su retiro vacacional de Cozumel. Es Acapulco, el Abierto Mexicano: más abrasiva pista dura (…) para un Nadal casi convaleciente, antes de los Masters 1000 de Indian Wells y Miami… justo donde Federer se juega la defensa de los 2.000 puntos de sus dos títulos de 2017. En eventos de Grand Slam, Federer ya domina a Nadal por 20-16. La brecha, que una vez pudo estar tan cercana como 17-15… se ha agrandado en los últimos doce meses. Rodney George Laver señala: «Me fascina la clase de golpes que Federer puede ejecutar desde posiciones imposibles, es muy grande que el tenis tenga a alguien como él… Roger ya habría hecho el Grand Slam en un solo año y tendría varios títulos más de 20… si Nadal no hubiese estado allí para pararle; sólo Nadal lo ha detenido». Está muy bien que un tal Rod Laver le diga eso a uno, cuando se habla de un tal Roger Federer: Mr.Perfecto. Desde ya, Mr.20.
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