Los de José Venancio López aterrizaban sobre la pista del Arena Stožice de Liubliana como vigente campeones continentales. Enfrente, una Francia a la que la Selección se impuso, no sin dificultades, en dos amistosos disputados en el país galo el año pasado (0-1 y 0-2). A pesar de no ser una potencia en cuanto al fútbol sala se refiere, Francia es un equipo rocoso, con un defensa muy ordenada y jugadores que, a pesar de estar lejos de la intensidad que requiere una competición como ésta, no carecen de calidad. Esa calidad fue la que sorprendió a España y la que puso por delante al conjunto galo por medio de Mohammed. España reaccionó con contundencia y empató a los dos minutos por medio de Adolfo tras una gran triangulación.
Francia buscaba con insistencia el segundo palo antes que el disparo de larga distancia, hecho que leyó muy bien la defensa española y que le dio ventaja en la anticipación y en la capacidad de montar el contragolpe. España ajustaba las ayudas, mientras rondaba la portería de un guardameta, que, a pesar de llevar guantes, cazó y mucho. En esas estaba el equipo español, cuando un fallo defensivo grosero dejó a Samir Alla con la única misión de empujar el balón a la red (1-2). Tocaba remar y sacudirse los fantasmas de la sorpresa, hecho que se produjo a falta de 30 segundos para el final de la primera mitad gracias al gol de Lin (2-2).
⚽️ ¡DESCANSO EN LIUBLIANA! Espadas en todo lo alto de momento en el debut de la @SeFutbol sala en la Eurocopa. #ESPFRA ?? – ?? | 20´ | 2-2 #FutsalEURO #APorLaOctava pic.twitter.com/8Xhgqjjulv
— Selección Española de Fútbol (@SeFutbol) 31 de enero de 2018
A los treces segundos (reitero, trece) de la segunda mitad, una nueva pifia defensiva de España volvía a dejar el gol en los pies de los franceses, en este caso, de Mouhoudine (2-3). Los errores y las pérdidas de La Roja se volvían redundantes y España comenzó a jugar más con la ansiedad que con el balón. Los aclarados funcionaban, pero sin embargo, los espacios eran escasos a pesar de apostar por un 5 titular plagado de puñales. Francia mandaba a sus dos jugadores más corpulentos a la línea de fondo española, lo que, con balones por encima, le generó varios problemas al equipo de Venancio López.
Las alarmas saltaron cuando Carlos Ortiz sembraba un silencio sepulcral en el bando español con un gol en propia puerta que ponía tierra de por medio para los franceses (2-4). Se aplacaron con el gol de tacón de Solano y partir de entonces, España encerró a Francia en su campo jugando con portero-jugador. El gol de Bebe para empatar el partido (4-4) supo a poco y La Roja se debe una jornada de reflexión antes del próximo partido del domingo frente a Azerbaiyán.