En vísperas de un nuevo derbi entre Sevilla y Betis (6 de enero de 2018, 20:45 horas, Estadio Ramón Sánchez-Pizjuán), A la Contra entrevistó al guardameta y técnico vasco José Ramón Esnaola Larburu. Nacido en Andoain (Gipuzkoa), el 30-6-1946, Esnaola es, tras Cardeñosa, el segundo jugador del Betis con más partidos disputados en Primera División. Pero en la historia del Real Betis Balompié. J. R. Esnaola mantiene un perfil de héroe mitológico por su papel… heroico en la legendaria tanda de penaltis que dio al Betis su primer título de Copa del Rey, el 25 de junio de 1977, ante el Athletic Club, en el Vicente Calderón.
—Aspaldiko, Gorriti, eta Urte Berri on. (Cuánto tiempo, Gorriti y Feliz Año Nuevo; Gorriti era el apodo de Esnaola entre sus compañeros del Betis en los años 70 y 80). ¿Recuerda su trayectoria en los partidos contra el Sevilla en el Sánchez-Pizjuán? En total, Esnaola compareció en el Pizjuán en 15 encuentros con el Betis, incluidos los de Primera, Segunda, Copa del Rey (ante el Sevilla Atlético, incluso) y Trofeos Ciudad de Sevilla: nunca ganó allí con el Betis en partido oficial. Pero Esnaola se apuntó en el corazón de Nervión una sola victoria de muchísimo prestigio, la final del Trofeo Ciudad de Sevilla de 1980: 1-2 para el Betis… y tiro de gracia al Trofeo.

—Berdin (Igual). Recuerdo, claro. Sabía que con el Betis tenía algo menos de una veintena de partidos en el campo del Sevilla, porque yo llegué al club en 1973, jugué doce temporadas… y falté algunas (75-76, 76-77) a la cita con el Sevilla, en su campo. Esto, además de otras temporadas que no coincidíamos los dos equipos en igual categoría. Pero mi relación con la afición del Sevilla siempre ha sido de respeto. Ellos me han respetado a mí… y yo a ellos. Cuando un jugador es correcto con el público, el público le devuelve la consideración y es también correcto: como tiene que ser. Nunca hubo mal gesto de nadie. Recuerdo la ovación que me dieron cuando salí a entregar un recuerdo a Pablo Blanco en su homenaje (1983). Fue algo impresionante. No sabía si la ovación era a mí… o a Pablo.
—Y solo vence con el Betis en Nervión en aquella final del Trofeo de 1980…
—En efecto, no recuerdo otra victoria allí. Aunque esa sí que fue muy importante, por todo lo que significaba aquel Trofeo, ya recordará. En casa sí que les ganábamos y tuvimos victorias importantes, como aquel 4-0 de 1980. (Efectivamente, el Betis no ganó un partido oficial en el campo del Sevilla en un ciclo de casi dos décadas completas, entre diciembre de 1968 y septiembre de 1986).
—He estado mirando cosas y Héctor Scotta, el Gringo, el cañonero de San Lorenzo, es el jugador del Sevilla que marcó más goles a Esnaola como portero del Betis: cuatro. Después, Santi: tres.
—Pero a mí, el primero del Sevilla que me viene a la memoria es Baby Acosta, que era muy listo, muy hábil. Inteligente. Se te ponía delante en los córners y no te dejaba salir. Scotta chutaba muy fuerte. Le recuerdo meterme varios goles de penalti. Y los tantos de Santi, el malagueño, en las eliminatorias de Copa. También, algunos de Montero, que era muy buen jugador. (Acosta anotó ante Esnaola los dos goles del triunfo sevillista sobre el Betis en marzo de 1974, en Segunda: 2-1).
—¿Es comparable el Sevilla-Betis a algún otro partido de rivalidad que Esnaola haya vivido, a los Real Sociedad-Athletic, por ejemplo?
—Ni comparación hay. De los Real-Athletic se habla durante la semana antes. Durante el año no se habla. Del Betis contra el Sevilla se habla durante todo el año, y todo se incrementa a medida que se acerca el derbi.
—El Esnaola de hoy, un portero del que Laszi Kubala decía a Ferenc Szusza que era pequeño y que por eso no lo hizo internacional absoluto ¿habría sacado ventaja de la normativa actual?
—Ufff… han pasado 32 años desde que me retiré o me dieron la carta de libertad (fue el presidente bético Martínez Retamero, en 1985)… y ha cambiado hasta el Reglamento. Ya no se puede coger con la mano una cesión del compañero, un cambio que yo no no viví como portero… la mejora económica por los derechos de televisión ha sido impresionante, hasta el aficionado está más cómodo y de otra manera. La tecnología, la preparación física, la superprofesionalización… el salto ha sido enorme. A mí me habría afectado para bien eso de que ahora los porteros puedan moverse lateralmente en los tiros de penalti, con lo que aquella parada que le hice a Chechu Rojo en la final de la Copa de 1977… hoy si habría valido de todos modos.
—La primera Copa del Rey, el 25 de junio de 1977. ¿Es lo más grande que Esnaola ha vivido en el Betis, ni la Recopa, nada más…?
—Fue un título y eso es lo que cuenta, lo que queda en la memoria. Antes del Athletic habíamos pasado dos eliminatorias muy difíciles, con Hércules, también en los penaltis, y con Español, al que eliminamos en la prórroga. Te quedas con el título también por la afición, por todo lo que había hecho la gente del Betis para poder estar allí. Y menos mal que le hice la última parada a Iríbar, porque ya no quedaba más gente para tirar. Benítez, que era el que quedaba, no quería, por el fallo que había tenido en el segundo gol de ellos, de Dani.
—En efecto, usted detiene a Iríbar el penalti número 20, el último de la segunda tanda, con lo que el Betis firma el 8-7 definitivo en el desempate de penaltis (2-2 en el partido, tras prórroga); pero antes, usted mismo, Esnaola, ha marcado un penalti a Iríbar, el número 15, ha parado otros dos a Dani y Villar, otro más a Rojo que el árbitro García Carrión ordena repetir… y, ¿qué recuerda entre el tormento y el éxtasis?
—Recuerdo que Dani fue a tirar el suyo —último de la primera tanda—… riéndose. El penalti parado a Rojo, que nos daba el triunfo, lo hizo repetir el propio Chechu Rojo, que era muy inteligente, tenía mucho prestigio… y protestó a García Carrión, le dijo que yo me había movido lateralmente. Aún creo que yo no me moví. A Iríbar le dije «lo siento» cuando me crucé con él en el área pequeña, después de tirar yo en mi turno, cuando ahí ya había pasado todo. Yo tenía miedo a fallar y ser culpable, pues cómo no iba a tenerlo. Después, cuando le paré el definitivo a Iríbar, ya sabe: el júbilo, los periodistas, los fotógrafos que estaban junto a la portería, allí nos abrazamos los compañeros, todo nos tiramos al suelo… fue una explosión.

—Ahí llegan y le cuelgan un cordón con la medalla de la Virgen del Rocío, como un presagio de Ocho Apellidos Vascos, con casi 40 años de antelación…
—El cordón con la Virgen del Rocío lo había colgado detrás de la portería de los penaltis el hermano de nuestro masajista, Vicente Montiel, que era Guardia Municipal en Sevilla. Se había bajado hasta allí, tras la portería, solo para ponerlo. Y sí que guardo conmigo esa Virgen del Rocío. La camiseta, los guantes y las botas los fui regalando. Así que allí nos quedamos a solas los tres en el césped del Vicente Calderón, la Copa del Rey, la Virgen del Rocío… y yo, ahí esta esa foto de Ruesga Bono. Recuerdo tanta emoción. Y la piña de los compañeros, claro. Hicimos felices a mucha gente. Pero…
—Pero…
—Hubo otra ocasión importantísima del Betis que no fue un título, pero en la que nos íbamos al pozo si perdíamos. Fue en la última jornada de Liga en 1985, en la que nos jugábamos la vida en Málaga. Habría allí en La Rosaleda y en Málaga 50.000 personas entre unos y otros, qué sé yo. El que perdía… descendía, aunque nosotros aún podíamos depender de los resultados del Hércules en Madrid y del Valladolid en el campo del Sevilla. El caso es que hubo un momento en el que íbamos perdiendo, Hércules y Valladolid se pusieron a ganar sus partidos y nosotros, el Betis, perdíamos y nos íbamos al pozo. Después empató Parra y bajó el Málaga… pero yo había estado rezando hasta el final.
—¿No disfrutó la Recopa 77-78?
—Claro, recuerdo allí en San Siro, cuando eliminamos al Milán de Rivera (2-0, 1-2), Leipzig… pero también me acuerdo de aquel viaje larguísimo a Rusia, cuando estuvimos un día tirados… y al final de todo el año, pues descendimos.
—Hagamos un flashback de décadas. Dicen que los porteros vascos son tan buenos, tienen tantos reflejos y colocación… porque juegan al frontón.
—¿Al frontón? Hombre, una cosa es que en el País Vasco haya muchos frontones y se juegue a la mano —y yo jugaba bastante bien—… y otra cosa es que por eso salgan buenos porteros. En mi caso, yo trabajaba como aprendiz de ajustador en una fábrica de tornillos y tuercas, Placencia, cerca de mi casa. Trabajábamos para fabricar cañones antiaéreos y otras cosas. Eran cañones que luego se traían a Sevilla, a los cuarteles de Alcalá de Guadaira. Ahí, con 15 años, empecé a jugar en el Euskalduna del pueblo, pero empecé de portero desde el principio, porque con las manos era bueno, ya se había visto en un torneo en Lasarte y en la playa de Orio… y con los pies era solo regular. Era duro pero no daba leña, por eso en el Betis, en los partidillos de entrenamiento entre compañeros me llamaban Gorriti porque se acordaban de aquel Gorriti, que era lateral derecho de la Real y que también era duro. Pero sin dar leña, ¿eh? Yo, lo que sí he sido siempre es muy serio.
—Y se lo lleva la Real.
—Fue cuando tenía 18 años. Rafa Mendiluce, un gran jugador de la Real que era también de Andoain, habló con mi tío, que tenía amistad con algún directivo. Y allí me fui, a la Real. Estuve ocho temporadas. Fichamos juntos el delantero Arregui y yo, los dos de Andoain y los dos del Euskalduna, que estaba en Tercera. Pedí una excedencia, me daba miedo que no fuera a funcionar en la Real y al final fuésemos a perder también el trabajo.
—Me dicen que le pregunte por qué sacaba a botepronto…
—¿Botepronto?… yo, a botepronto sacaba poco, era cuando quería ir más o menos rápido. Pero poco. Lo que yo sí hacía era saques laterales con el pie, en busca de dar ventaja a los compañeros. Esa técnica de saque de los porteros se ha ido perdiendo hoy. También miraba las grabaciones de los partidos, los resúmenes, estudiaba cómo tiraba la gente los penaltis y las faltas… y lo apuntaba en una libreta. Siempre he visto mucho deporte en televisión. Yo no juego a nada, ni siquiera al dominó en la Peña Bética de Valencina.
—Se está ocho temporadas en la Real, releva a Arriaga, está a punto de fichar por el Atlético de Madrid… pero termina en el Betis, en el verano de 1973, por un traspaso de 12 millones de pesetas (unos 73.000 euros de hoy), que entonces era récord para el club verdiblanco. ¿Y se marchó tan fácilmente, usted, tan vasco?
—No firmé por el Atlético porque estaba escayolado después de una fisura de tibia: y entonces, era en la 1968-69, ellos se llevaron a Zubiarrain. Para cuando vino el Betis, en el verano de 1973, me había llevado los cinco años jugando todos los partidos seguidos en la Real. A mí no me dijo nada la Real de irme, pero yo vi que por detrás venían pegando tres buenos porteros, Artola, que también era de Andoain, Urruti y ya también Arconada. Los tres iban a ser internacionales (Artola y Urruti ficharon después por el Barcelona)… así que pensé que era mi ocasión. Fui al Betis en Segunda, ascendimos, hicimos buenas temporadas, jugamos Recopa, Copas de UEFA y pasé 40 años en el club, donde también he sido entrenador, campeón de Copa en 2005 como técnico de porteros… y solo costé 12 millones de pesetas, sin ningún representante y llevarme un duro del porcentaje del traspaso.
—Tras Julio Cardeñosa, y por muy poco (307-303), José Ramón Esnaola es el jugador del Betis con más partidos oficiales en Primera División…
—Así es. Pero si contamos todas las otras competiciones que ha jugado el Betis, Segunda División incluida, yo soy el que más partidos ha jugado: estoy seguro. Vine al club un año antes que Cardeñosa, en 1973-74, en Segunda y nos fuimos los dos con la baja en 1985. Soy el cuarto portero con más partidos en la historia de la Liga, tras Zubizarreta, Buyo y Casillas. Y con tres partidos jugados más que Iríbar. 469 partidos en total. Fui Internacional Sub 23, tuve un récord con la Real de seis partidos imbatido desde la primera jornada, que se cortó en Granada: y solo me ha faltado ser campeón de Liga.
—Al final de todo, la Copa del Rey, siempre la Copa, Dani que llega riéndose al punto de penalti, Chechu Rojo que se va para García Carrión, y el hechizo de Es-na-o-la, Es-na-o-la, parapetado en la Virgen del Rocío y su embrujo, que le dice «lo siento» a Iríbar… el Betis es campeón de España en el Vicente Calderón.
—También fue un doble triunfo muy curioso. Al fin, yo venía de Donosti y de la Real. Pero Rafa Iriondo, que era nuestro entrenador, había sido figura y entrenador del Athletic. También entrenó a la Real. Y…
—Koldo Aguirre, que entrenaba al Athletic en 1976-77, decía al llegar la tanda de penaltis del Calderón: «Estamos perdidos, nadie tiene más suerte en la vida que Rafa Iriondo». De hecho, se lo dijo a Iriondo antes de empezar los penaltis… «vais a ganar vosotros, porque tienes una flor en el culo». Iriondo se rio y se dio la vuelta, cuenta el propio Aguirre…
—¿Si? No sabía, jaja. Esto sí que no se lo había escuchado a nadie. Pero en mi vida vi más contento a Iriondo de lo que estuvo en aquella noche del Calderón, fíjese.
—¿Qué se recuerda, que queda de todo aquello, más de 40 años después y cuando amanece un nuevo choque entre Sevilla y Betis?
—El gran equipo que teníamos, un equipazo que jugaba muy bien al fútbol y donde prácticamente todos iban convocados a la Selección, antes o después: López, Alabanda, Cardeñosa, Benítez y Del Pozo —los dos jerezanos—, Biosca, que te estrujaba la mano cuando te la apretaba, Gordillo, Megido… y Rogelio, que contaba chistes, cocinaba y era genial en todo. Yo salía con García Fernández, que fue mi portero suplente durante años y era mi compañero de habitación. Viene a verme aquí a Valencina, cada vez que él se acerca por Sevilla. Después llegaron delanteros tan buenos como Morán, Diarte, Rincón… que te hicieron dar otro salto de calidad. Rincón fue Pichichi por su rapidez y agresividad ante el gol. Era eléctrico.
—Pues hemos terminado, ¿no?
—Espere, le tengo que hacer una pregunta que me interesa. ¿Cómo ve la recuperación del Betis del baloncesto, que lo sigo mucho? Y, ¿cómo cree que va a terminar la carrera de Juan Carlos Navarro en el Barcelona de baloncesto? Tiene un talento ese chico, siempre le he seguido… y, dígame, ¿es verdad que Aíto García Reneses está entrenando al Alba Berlín? Ya ve: los sigo a todos.
Extraordinario portero que tantas alegrías nos ha dado a los béticos. Suprema entrevista, siempre me encantó Alejandro Delmás por estar tan documentado. Eso, al servicio del periodismo, tiene como resultado unas entrevistas muy interesantes, que llega a detalles desconocidos del entrevistado.