Universitario de Deportes (la “U”), uno de los dos equipos más grandes del Perú, debutó el lunes pasado en la fase previa de la Copa Libertadores —el certamen continental más importante de la región— frente al Oriente Petrolero de Bolivia. En el papel, se trataba de un duelo parejo, entre dos equipos de las ligas menores de Sudamérica. En Santa Cruz de la Sierra, donde juega de local el Oriente Petrolero, la “U” cayó derrotada por 2-0, un resultado que, dado el contexto, pudo haber sido mucho peor.
Es importante mencionar que el equipo limeño arrastra deudas impagables desde hace más de una década y sus éxitos deportivos son, en general, un oasis en medio de un desierto de corrupción y malversación de fondos. Aún así, el conjunto crema logró clasificar a la fase previa de la Libertadores, pero con el impedimento de fichar jugadores, debido a que la Federación Peruana de Fútbol se lo prohibió por mantener deudas impagadas. Varios de sus referentes se marcharon a otros equipos y tuvieron que armar un cuadro básicamente con juveniles y dos o tres futbolistas consolidados.
Con el 2-0 en contra, la “U” recibía en Lima al equipo boliviano sin demasiada ilusión, algo que se notaba desde la ausencia de público en las gradas del estadio Monumental. A pesar de todo, los limeños marcaron ni bien empezado el encuentro, para anotar el segundo después de que expulsaran a un rival. Hasta ese punto, la eliminatoria se iría a tiempo extra. Minutos después, otro rival es echado, con lo que la “U”, frente a nueve hombres, consigue marcar el tercero y, en teoría, definitivo para cerrar la serie. Pero, en el fondo, muy en el fondo, los hinchas peruanos sabíamos que eso no iba a acabar así. Era demasiado bueno para ser verdad.
En el minuto 85, cuando los bolivianos corrían de un lado al otro del campo desesperados y agotados por la inferioridad numérica, lanzaron un tiro libre desde la mitad de la cancha. Y en ese momento volvimos todos a ser peruanos. Porque Raúl Fernández, el capitán del equipo y uno de los pocos experimentados que se quedaron en el plantel, decidió salir a cortar el centro fuera del área, dejando su portería abierta y mirando hacia atrás cómo la pelota ingresaba dando botecitos agónicos, casi burlones.
Nadie se lo esperaba y, de alguna manera, todos nos lo esperábamos. La historia nos ha enseñado, a los hinchas peruanos, a esperar siempre lo peor (por más que nuestra selección nos haya dado una bocanada de esperanza con la clasificación al Mundial de Rusia) porque lo peor siempre está por llegar. Y siempre llega. La “U” es el primer equipo peruano en ser eliminado de la Libertadores porque fue el primero en participar. Esta noche el Melgar de Arequipa se enfrentará, también en la fase previa, frente al Santiago Wanderers chileno. Un duelo, en el papel, bastante parejo. Sin embargo, lo más probable, ya lo imaginan ustedes, es que el equipo peruano se quede afuera.
En la fase de grupos, Alianza Lima, el campeón nacional, ha tenido la mala suerte de ser emparejado con Boca Juniors y Palmeiras, dos gigantes del continente, además de un equipo por definir. El Real Garcilaso, subcampeón nacional, tampoco la tendrá nada fácil frente a Estudiantes de la Plata y Santos de Brasil. No sería raro que nos quedáramos sin representantes en la segunda ronda de la Copa.
La última vez que un equipo peruano disputó los octavos de final fue en 2013, cuando un sorprendente Real Garcilaso se impuso al Nacional uruguayo por penales. La última vez que lo consiguió Alianza Lima fue en el 2010. Melgar nunca lo ha logrado.
Todo esto tiene que ver con el inexistente trabajo estructural de los clubes peruanos y de la federación, con la corrupción de los mismos y con el poco profesionalismo del futbolista peruano; algo de lo que ya hemos hablado largamente. La clasificación al Mundial puede que haga parecer que las cosas están cambiando, pero la Libertadores, que se disputa todos los años, nos enseña que no. O, en el mejor de los casos, que falta mucho.
Los diarios nacionales dirán que ha empezado el sueño. Pero todo esto tiene mucha más pinta de pesadilla.