En enero y en Sevilla, nueve grados suponen casi frío intenso, pero hace mucho calor en el corazón de Nervión cuando chocan el Sevilla y el Betis. Al fin, es el Betis el que acaba helando el corazón sevillista con una catarata de goles: y que lo congela, en fin, con los dos tantos seguidos de Durmisi y Sergio León, que sentenciaron el asunto con el 2-4 entre los minutos 63 y 64, de paso para el 3-5 que apuntilló Tello, como el pase de la firma. El Sevilla aún se había acercado con el 3-4 de Lenglet (67′), al caminar sobre las aguas del martirio que es para la defensa bética cada castigo a balón parado… pero el Betis ganó porque, en la ruleta rusa de las defensas, la retaguardia verde concedió dos balas menos en sus redes.
Vence el Real Betis Balompié por primera vez desde mayo de 2012 en el Sánchez-Pizjuán y en competición española (firmó un inútil 0-2 en 2014 en Europa League)… y el Sevilla cae en Nervión después de un año largo sin inclinarse: desde el 6 de noviembre de 2016, cuando allí se impuso el Barça de Messi. Al mismo tiempo, y es curioso, se trata del primer triunfo del Betis en casa del Sevilla… con uniforme de juego totalmente verde. Hasta ahora, cuando ganaba era siempre de verde, blanco y negro. Y es también la primera vez que el Betis firma cinco goles —de cualquier modo— en el campo del Sevilla.
A los 22 segundos, el zurdazo de Fabián ya desnudó las grietas de la transición defensiva del Sevilla, dispuesto por Montella (debutante en Nervión y en Liga) en un arriesgado 4-3-3. Cabe decir que desde ahí, desde el 0-1 del canterano de Los Palacios, el Sevilla siempre fue a remolque, esencialmente por una lentitud en la marcha atrás que convertía cada contragolpe del Betis en un vuelo de puñales verdes. Desde la tribuna, el suspendido Setién había confiado a Marcos Álvarez la dirección de un equipo dispuesto en 4-4-1-1, con Boudebouz de engarce entre los medios y la solitaria punta de Sergio León. El estatismo del Betis en los tiros colgados y cruzados a balón parado, más el rosario de despistes sevillistas, abrieron las compuertas al 2-2 del descanso.
Tras el tanto de Fabián —clásica salida explosiva del Betis de Setién— anotaron Ben Yedder, Feddal —tras saque de esquina, en tromba— y Kjaer, en el minuto 40, con Adán a media salida y Guardado agachándose. Tras el descanso, mientras caía el ritmo de Boudebouz y desaparecía N’Zonzi, solo Banega parecía ser capaz de rescatar al Sevilla y hacerle adelantar al Betis en el ritmo de gobierno del partido.
Pero en el minuto 49 volvió a caerse la corriente defensiva del Sevilla en transición… y el zurdazo de Guardado se topó con el poste derecho de Rico, que estaba batido. El Sevilla volvía a mostrar sus vergüenzas defensivas, se aturdió… y volvieron a volar los puñales del Betis, con los goles de Durmisi y Sergio León. Pese al cortocircuito defensivo de los verdes de Setién, para levantar un 2-4 en campo propio a menos de media hora del final ya hay que nadar contra mucha corriente. Lenglet conectó el 3-4, pero esa fue la penúltima minicrisis de la defensa verde, antes de que N’Zonzi cabeceara al larguero de Adán.
El Betis resistió la lluvia de balones colgados, único argumento sevillista, y Tello puso fin a la agonía del Sevilla con el 3-5. Triunfo histórico para el Betis —tercero en tres meses de Liga— y para la presidencia de Ángel Haro… y golpe crítico para la presidencia de José Castro en el Sevilla, con Del Nido al acecho: fueron cinco goles del Betis como cinco puñales verdes en el corazón de Nervión.