Si pones tu pie en nuestro césped de Wembley tendrás una de estas para tus rodillas». Ese fue el mensaje que recibió Cyrille Regis por correo acompañado de una bala después de ser convocado por primera vez por la selección de Inglaterra. Regis reconoció que fue quizá el peor momento de su carrera, una travesía dura para un jugador negro en el racista fútbol inglés de finales de los años 70. Fue cinco veces internacional.
Regis fue un pionero, un símbolo de la lucha contra el racismo, un gentleman, como le han definido ahora que ha fallecido a los 59 años. Toda su vida luchó contra la discriminación racial, primero con un balón y después con la palabra y con su imagen. Regis fue una de las primeras estrellas negras en el fútbol inglés, uno de los primeros iconos en la lucha por la igualdad.
Nacido en la Guayana Francesa, Regis llegó a Inglaterra con cinco años. Delantero centro de físico imponente, muchos de sus goles llegaron gracias a su potente disparo, con el que finalizaba esas arrancadas espectaculares con las que dejaba atrás a los defensas que le asaltaban.
Se convirtió en el tercer jugador negro en vestir la camiseta de Inglaterra. El honor de ser el primero le correspondió a Viv Anderson; el segundo fue Laurie Cunningham.

Con Cunningham coincidió en el atractivo West Bromwich Albion de finales de los 70 y principios de los 80. Además de por su llamativo fútbol, aquel equipo que entrenaba Ron Atkinson y en el que jugaba un joven Bryan Robson, fue conocido por reunir en el campo a tres jugadores negros: Cyrille Regis, Laurie Cunningham y Brendon Batson. El impacto que supuso ver a los tres juntos fue el mejor argumento que se pudo utilizar para luchar por la igualdad. No había mejor signo de normalidad que ver en el mismo equipo a Regis, Cunningham y Batson, que fueron conocidos como The Three Degrees, como el grupo femenino de soul, R&B y pop.

La muerte de su amigo Cunningham en un accidente de tráfico en Madrid en 1989, cuando era jugador del Rayo Vallecano, le afectó profundamente. Regis dio un giro a su vida y buscó refugio en la religión, convirtiéndose en un cristiano evangélico. Miembro de la Orden del Imperio Británico desde 2008, trabajó como embajador de la organización WaterAid y en una encuesta efectuada por la BBC fue elegido por los aficionados del West Brom como el mayor héroe en la historia del club.
«En Inglaterra hemos recorrido un largo, largo camino desde donde estábamos en los años 70», reconoció Regis no hace mucho en una entrevista con la CNN. Parte de ese camino se ha recorrido gracias a hombres como Regis, al que los insultos y los cánticos que recibió en los estadios ingleses le sirvieron de estímulo para no renunciar a su sueño, para seguir luchando por la igualdad, contra la segregación racial.
El fútbol multicultural que hoy se ve en Inglaterra le debe mucho a hombres como Regis. Esa mezcla de razas que enriquecen al deporte y a las personas era impensable hace 40 años. Él abrió una vía hacia la normalidad cuando lo normal en aquella época era ser discriminado por su color. Sin figuras como la de Cyrille Regis todo hubiera sido más difícil y más lento.