Ciudad escondida en la Galicia interior, romana de origen y bañada por el río Miño, si no conocéis la muralla, ya estáis tardando en visitarla. Es una auténtica maravilla, así como daros un paseo por el centro y buscar dónde comer. Pero no me quedo sólo con la visión turística, viví dos maravillosos y felices años allá, y tuve el honor de defender los colores del Club Breogán, bello nombre para un club que retrotrae al Rey Celta de antaño. Y claro, eso marca su carácter profundamente gallego y su orgullo.
El baloncesto en Lugo se vive con pasión, tienen un club de élite y lo han podido disfrutar tanto en chicos como en chicas a primer nivel, lo que ha hecho que la gente de allí entienda y mucho. Una cancha de las más calientes de la ACB en sus tiempos, donde los grandes o caían o sufrían. Mención aparte los pasionales derbis con el Clesa Ferrol, partidos de alto voltaje en la década de los 80. Quiero acordarme también de la Marea Celeste que viaja con el equipo y no deja de animar a pesar de haber recibido disgustos. Ellos defienden que el Breogán es un sentimiento que se lleva muy adentro. No se entiende al Lugo sin el Breogán ni al Breogán sin Lugo.
Y es que Lugo es una ciudad muy deportiva. Me encantaban esos días de niebla cerrada en los que durante la mañana el cielo se despejaba y salía el sol. A la gente se le cambiaba la cara. En ese aspecto los veía enormemente británicos. ¡Cuánto nos ayudaba a los jugadores esa cercanía en los partidos! Y, sobre todo, qué contacto teníamos con el público. Más que aficionados eran de la familia, te sentías arropado toda la semana. Eso es Lugo, sentirte como en casa. Se encargan de hacértelo sentir incluso, a veces, de manera abrumadora. Ese último año en el que estuve, 1998-1999, logramos el ascenso de LEB a ACB. Aquello fue una fiesta. Es complicado lograrlo porque, aunque tengas un buen equipo, los play-off son verdaderas batallas y el más fuerte, no sólo en juego, es el que sale victorioso.
No juegan sólo dos equipos, juegan también las ilusiones depositadas de mucha gente esperanzada en lograr el objetivo. Paradójicamente, el gallego, y especialmente el lucense, no es un gran optimista y sabe de las dificultades. Nunca te dirá que es “pan comido”, siempre te dirá un “esto es muy largo” o “ya veremos”… Es prudente porque prefiere curarse en salud. Aquél año del ascenso, teníamos un equipazo. Gente como Kenny Green, James Donaldson, Rod Mason, Santi Abad, y la dirección de Paco García….y aún así no fue fácil.
El Breogán siempre se ha destacado por tener una secretaría técnica con buen ojo. Han sido muchos los buenos jugadores que han pasado por Lugo. Así a bote pronto me acuerdo de Charlie Bell, Tanoka Beard, el gran Perasovic, Anthony Bonner, Kenny Green, Art Housey, Pete Mickeal, Claude Riley, Nicola Loncar, Linton Townes, Jimmy Wright… Y un puñado de buenos españoles como Alfonso Reyes, Antúnez, Sergio Luyk o Santi Abad. Por no hablar del mítico Manel Sanchez.
Este año el Café Candelas Breogán pinta muy bien después de ganar 15 de los 18 partidos que ha jugado. Tiene una gran oportunidad de regresar a al lugar que le toca en el baloncesto español, que no es otro que con los mejores. El camino pinta muy bien, y aunque sé que no es fácil, quiero ser optimista y ver a mi Breo de nuevo en la élite. Con su particular muralla bien arriba y que te todo fluya correctamente como su río de vida, el Miño.
Quiero aprovechar y enviar un caluroso saludo a los breoganistas y a la gente que ama el baloncesto en general. Paciencia, el equipo os necesita. Ellos harán todo el esfuerzo del mundo. Apoyadles hasta el final porque el camino es duro y habrá malos y buenos momentos. No se es el mejor cuando se gana, ni el peor cuando se pierde. Lo que cuenta es el final y la recompensa es grande. ¡Mucha suerte para el Breogán en la Copa Príncipe! Cualquier día me dejo caer por allí…