Podía pensarse, por la laxitud defensiva del Betis y el poderío ofensivo del Barça, que el partido pintaba mal para los verdiblancos de arranque. El equipo más vertical de la Liga ante uno de los más vulnerables. Sin embargo, hasta mediada la segunda parte el partido no fue el que se esperaba. Los béticos, perdida la posesión, trabajaban los espacios; los azulgrana buscaban el área saltándose el mediocampo.
El Betis no era el del Pizjuán. Se tapaba atrás, en previsión de la llegada de la segunda línea del Barça, con Semedo por la derecha y Jordi Alba por la izquierda. La tuvo Messi, a la media hora, pero estaba muy esquinado y su disparo se marchó al lateral de la red. Estaban los locales incómodos y el Barça desperezándose, especialmente por la izquierda. Guardado no tenía la bola y los centrales se quitaban el balón de encima, algo poco habitual en el equipo de Setién.
Concluyó la primera parte sin que el Betis llegase más allá de hacerle cosquillas a los azulgranas. Pese a salir con Fabián, Tello, Joaquín o Guardado, los locales sufrían más corriendo hacia atrás que trabajando la espalda de los laterales culés. Un tibio disparo de Fabián, después de un par de recortes, fue lo más destacado del equipo local en el primer acto. Cuando el árbitro señaló el final, el Betis había mostrado su lado más sobrio de esta temporada. El Barça sumaba méritos consciente de que la paciencia tendría premio con el paso de los minutos.
La segunda parte dibujó a un Betis esforzado hasta que, llegada la hora de partido, una salida desde atrás plantó a Rakitic, alguna vez explicará por qué se ha teñido de platino un tipo discreto como él, ante Adán. El ex sevillista demostró temple para adelantar a los azulgrana merecidamente. Con el Villamarín cuesta abajo y esa insólita costumbre del Betis de salir jugando cuando no sabe, Messi anotó el segundo gol y certificó el partido. Al Betis no le llegó el fútbol y la resistencia le aguantó una hora.
A los 68 minutos Luis Suárez enterró al Betis con un tercer gol de esos de 9 de área. De primer toque y cosiendo a un Betis que no sabe perder o ganar, tanto da, por la mínima. En el 80 Messi proclamó a este Barça de Valverde como un equipo mayúsculo. Capaz de tener la pelota en los pies o de disfrutar de los espacios delante. Y en el 89 Messi retrató a la defensa del Betis, que persiguió al argentino, quien sirvió a Suárez para marcar el quinto y definitivo tanto.
Este Barça tiene paladar y sabe leer los partidos. Ha madurado Messi y ha ganado el sentido común de Valverde, lo cual, en un equipo con esta calidad, no es buena noticia para sus rivales. El Barcelona selló la Liga en el Villamarín, aprovechando los tropiezos de Atlético y Valencia. El Betis sigue celebrando el triunfo en el Pizjuán. Es para lo que está y no .debería conformarse con eso. Pero antes debe bajarse de la montaña rusa en la que vive.