Se está poniendo buena tarde para ir al Metropolitano«, publicaba un tuitero un par de horas antes de que arrancara la vuelta de los octavos de final de la Copa del Rey entre el Atlético de Madrid y el Lleida. Algún día alguien en el fútbol español (Federación, clubes, operadores televisivos…) tendrá que poner pie en pared con este formato de competición a doble partido. El 0-4 de la ida, un horario de media tarde y un día digno de Invernalia en Madrid confirmaron el tuit. Menuda tarde para ir al Metropolitano.
Se empeñó el Atlético, sin conseguirlo, en que el estadio no pareciera lo que fue. Regaló entradas por los colegios y asociaciones de la zona y algo alegró el ambiente. El público, esos valientes, fue de lo mejor en una tarde lúgubre que apenas sirvió para que Simeone vaya puliendo a su nuevo Atlético con los recién llegados y con los reactivados.
Pese a lo testimonial de la cita no se guardó mucho Simeone. Aprovechó las sanciones en Liga para probar a Gabi con Augusto y para que Diego Costa acumule ritmo, aunque poca falta le haga al delantero. También para empezar a dar galones a Vitolo. Al canario sí que se le nota que no está acoplado aún al equipo. Marcó el tercer gol, pero le falta aún entender una forma de juego tan definida como la del Atlético. Se movió por la derecha y basculó al centro, pero anda aún lejos de lo que es capaz de dar.
Otra cosa fue Carrasco. El belga parece haber visto las orejas al lobo en este mercado de invierno y está de nuevo activo. Frente al Lleida acaparó el balón en el los tres cuartos de cancha y manejó el frente del ataque como hacía tiempo no se le veía. Tuvo el premio del gol en una asociación con Diego Costa que el belga finiquitó como manda el fútbol. Abajo y pegadita al poste.
Buenas noticias llegaron también desde la defensa. Sergi abrazó su nueva oportunidad y confirmó las buenas sensaciones que ya ofreció en su debut en Elche. Lucas, esta vez de central, está para no salir del equipo titular. El canterano, en solo 45 minutos, mostró jerarquía y sentido del juego. Pudo marcar en una doble oportunidad que se le fue al palo y se marchó al vestuario ungido como jugador grande y para mucho tiempo.
No hubo mucho más en un partido que nunca se debería haber celebrado si la Copa fuese una competición seria. Cerró Gameiro el marcador y la eliminatoria con un golito que le puso en el pie un buen Correa. Alimento para los nuevos meritorios y para este nuevo Atlético en una tarde de Invernalia en el Wanda.