Desde la terrorífica pesadilla que nos planteaba El increíble hombre menguante (Jack Arnold, 1957) a la simpática fantasía marca Disney de Cariño, he encogido a los niños (Joe Johnston, 1989), la posibilidad de que una persona decrezca hasta el tamaño de un click de Playmobil ha alimentado la imaginación de diversos cineastas, bien para despertar nuestros miedos más primarios, bien para algo tan aparentemente sencillo como hacernos reír un rato.
Título: Una vida a lo grande
Dirección: Alexander Payne.
Reparto: Matt Damon, Christoph Waltz, Hong Chau, Jason Sudeikis, Kristen Wiig, Neil Patrick Harris, Laura Dern.
Nacionalidad: EEUU
Duración: 135 min.
Tras ver esta cinta de Alexander Payne (Nebraska, Entre copas), uno no sabe bien lo que el director ha querido contar con esta fantasía distópica. Lo que comienza con un ingenioso, provocador y divertido punto de partida, tras la primera media hora se convierte en una mezcla de comedia sin gracia, panfleto de denuncia pseudoecologista de mensaje descafeinado y drama ridículamente desdramatizado.
La peli parte de un sorprendente planteamiento en el que unos científicos noruegos hallan una solución a la presión que la Humanidad ejerce sobre los recursos del planeta y el calentamiento global que genera la superpoblación en la Tierra: reducir a los humanos hasta un tamaño de unos doce centímetros para así lo que antes era escasez, convertirlo en abundancia. Si reduces la escala de las personas, aumentas la de los recursos disponibles generando menos residuos. Así, el personaje de Matt Damon y su esposa deciden sumarse al experimento para irse a vivir a un paraíso artificial en miniatura.
Pasadas las logradas secuencias donde las personas son sometidas a esa miniaturización, la película parece perder el rumbo en un gazpacho de géneros donde ni siquiera el carisma de Christoph Waltz en la pantalla la salva del naufragio. Así, mientras los minutos de la cinta se hacen cada vez más largos, el espectador va menguando progresivamente en su butaca deseando comprender lo que inopinadamente sucede en la pantalla. Otro ejemplo de una buena idea desperdiciada por el triturador de basura de las películas que intentan ser gigantes, pero que finalmente no pasan de ser diminutas.
CERVEZA RECOMENDADA
Delirium Tremens. Alcohol: 8,5% vol. Amargor: 26 IBU.
El contundente nombre de esta birra de la cervecera belga de más de 350 años Brouwerij Huyghe proviene del supuesto efecto onírico que provocaba sobre sus más ávidos consumidores, de ahí la excentricidad de presentar esta inimitable cerveza en una botella de cristal blanco opaco, y dibujar en su etiqueta elefantes rosas, dragones chinos y unos cocodrilos con sombrero. Eso sí, lo que contiene la botella no es ningún chiste, ya que esta maravilla fue elegida mejor cerveza del mundo en 1997.
La Delirium Tremens es una Belgian Strong Pale Ale de triple fermentación, dos en barril y la tercera en botella, de color dorado pálido y una abundante y densa espuma. En nariz destacan los aromas maltosos, ligeramente picantes y especiados de las levaduras de abadía. Pero lo mejor llega al beberla, con un sabor dulzón y cálido que le proporciona su graduación alcohólica. Se puede decir que es una cerveza redonda con un postgusto potente, duradero y un final seco y amargo. Un delirio para los sentidos.