En los Estados Unidos, cuando hablan de suburbs no se refieren a lo que aquí conocemos por suburbios, en realidad se denomina con esa palabra a esas típicas zonas residenciales o urbanizaciones de clase media-alta que se implantaron en los artificialmente felices años 50 como sueño aspiracional de toda idílica familia americana que se preciara, siempre que fueran blancos, claro.
Título: Suburbicon
Dirección: George Clooney.
Reparto: Matt Damon, Julianne Moore, Oscar Isaac, Glenn Fleshler, Michael D. Cohen.
Nacionalidad: EEUU
Duración: 105 min.
Con un excelente guion de los hermanos Coen, que tenían guardado en un cajón desde después del estreno de Sangre fácil (1984), el dandy George Clooney, que entre café y café firma con ésta su sexta película como director, nos cuenta la historia de una patéticamente perfecta familia blanca que tras instalarse en uno de estos barrios residenciales en los años 50 de Eisenhower cae en una espiral de chantaje, venganzas y violencia cuando sufren un robo en su casa. El hecho que coincide con la llegada de una familia negra al vecindario.
El resultado de todos estos ingredientes, más las magistrales interpretaciones de dos actores que se encuentran posiblemente en los mejores momentos de sus carreras —Matt Damon como esperpéntico padre de familia y Julianne Moore en un inolvidable papel doble—, es una especie de Fargo aliñado con los conflictos raciales que aún perduran en esa América profunda que vota a Donald Trump. Una comedia negra que incide con tono sarcástico en la estupidez del americano medio, que siempre está dispuesto a linchar a su vecino simplemente por el color de su piel. Sin duda, otra incursión de George Clooney en el cine político, pero demasiado complaciente con esa América liberal, culta y rica a la que él pertenece, lo que puede provocar que la demolición del sueño americano que pretende contarnos se quede en simples cosquillas al sistema para pasar una buena tarde de cine, lo cual tampoco está tan mal.
CERVEZA RECOMENDADA
Dirty Bastard. Alcohol: 8,5% vol. Amargor: 50 IBU
Quizás esta «sucia bastarda» sea la más célebre creación de la mítica cervecera americana Founders, fundada en Míchigan hace ahora 20 años por Mike Stevens y Dave Engbers, y que ha desembarcado en nuestro país de la mano de Mahou-San Miguel. Esta cervezota de estilo Scotch Ale es una bomba maltosa de color rojizo oscuro, turbia y de presencia poderosa. Nada más servirla en el vaso ya nos llegan a la nariz sus delicados aromas a caramelo y regaliz.
Pero donde la Dirty Bastard manifiesta sus mejores cualidades es al beberla. Elaborada con siete maltas diferentes, supone toda una explosión de sabores dulces con notas a café, especias y caramelo con notas ahumadas. Es una birra ideal para esta época invernal ya que su notable grado alcohólico y su poderoso cuerpo ayudan a combatir las bajas temperaturas. ¡Quién dijo que las cervezas sólo son para el verano!