El 21 de diciembre de 1983, hoy hace 34 años, la Selección española de Miguel Muñoz firmò un extraordinario 12-1 a Malta que depositó a aquella España en la fase final de la Eurocopa de 1984. El 12-1 mejoraba el cociente de goles con Holanda, con quien España empataba a 13 puntos en la cima del Grupo VII de clasificación. El delantero madrileño Hipólito Rincón Povedano, ‘Poli’ Rincón, entonces en el Real Betis Balompié, fue el máximo goleador de aquella noche histórica, con cuatro tantos, y recordó así para A la Contra sus vivencias de un acontecimiento memorable.
– Vamos rápido, como fue aquella noche de Heliópolis, contrarreloj… que hay mucho que contar. La pregunta que nunca le habrán hecho, seguro. ¿Qué recuerda puntualmente de aquel partido, cuando han pasado 34 años?
– Tres cosas. Que nadie, nunca, podrá borrarlo: pasará a los anales del fútbol español y mundial. Que cambió la historia de nuestras vidas. Y que nosotros, los que lo vivimos, tampoco perderemos nunca ese recuerdo.
– Para hacer una cosa así, ¿qué se necesita, aparte de tener enfrente a un rival como Malta?
– Lo primero era estar convencidos, como lo estábamos nosotros. Todos creíamos y además, Miguel Muñoz se encargó de recordarnos lo importante que era aquello para toda España y para la ilusión de todos. Después hicieron falta bastantes cosas. Por ejemplo, yo quería incluso que lloviera, porque a ellos les iba a ir peor el campo pesado para el acoso que les íbamos a hacer… y acabó lloviendo. Era complicado, era una barbaridad, cómo no iba se a pensar que era una barbaridad. Aquella Malta se podría comparar a un buen equipo de Segunda de los de ahora. Necesitábamos un mínimo de once goles, calculábamos que seis antes del descanso (iban 3-1)… después de que Holanda ya le había metido a Malta 5-0 solo unos días antes. Había que tirar de corazón, orgullo, ilusión: de todo lo más grande que tiene uno. Yo creo que lo hicimos por eso, por orgullo y por casta. Solo pensábamos siempre en que había que meter uno más.
– Al fin no fueron once, sino… 12: 12-1.
– Jajaja… pero eso fue porque el portero de Malta, Bonello era, ¿no? había dicho que se retiraba si le metíamos once. Así que, como hicieron el gol del empate a uno… les metimos 12. Como estaría con lo de meter siempre un gol más, que con 12-1 aún le eché una bronca a Carrasco porque ya estaba perdiendo tiempo. Pero si yo al final, ni sabía que había metido cuatro goles…
– Todo era una locura, pero en aquella locura desatada, a usted le dio tiempo para llevarse el balón. Tremendo recuerdo, tremendo trofeo.
– (Emocionado, exultante)… ¡Y cualquiera me lo quitaba!… en aquel tiempo no era costumbre que un jugador fuera a quedarse con el balón. Se lo llevaba el árbitro, punto. Pero el árbitro (el turco Erkan Göksel) me lo puso en las manos nada más que me vio la cara cuando me fui corriendo a por él. Me vio venir, se ve perfectamente en el vídeo y me entrega el balón sin rechistar, de cómo yo iba. ‘Toma, para ti’. Me lo metí debajo de la camiseta, que también se ve, y salí corriendo. Ese balón, mis medias y mis botas de aquel día, todo está en el Museo Histórico del Fútbol.
– ¿De dónde les venía el convencimiento supremo de que podían superar la decena de goles a favor?
– Estuvimos convencidos después de ver las cintas de los dos partidos de Holanda con Malta. Nos costó mucho disponer de ellas. Tardaron días pero al fin… llegaron. En el inmediatamente anterior, como digo, habían quedado 5-0, no mucho de particular. Pero un año antes, el teórico de ida se había jugado cerca de Holanda, casi en la frontera holandesa con Alemania (en Aachen), porque Malta tenía sanción para jugar en casa e incluso cobró dinero por jugar allí. En el partido del 82, Holanda les había metido 0-6, pero los holandeses hicieron cuatro antes del descanso y luego se pusieron a jugar de tacón. Si hubiesen querido, no sé cuántos les habrían podido meter. Ahí sí tuvimos claro que nosotros podíamos llegar al menos hasta once.
(Contra España en la ida, mayo de 1983, Malta ya sí usó su tradicional campo de tierra, el Stadio Ta’Qali de La Valetta y la Selección española de M. M. sacó adelante un dramático triunfo por 2-3, con gol de Gordillo en el minuto 85. Malta llegó a ir en ventaja de 2-1. Todos los jugadores y técnicos españoles recuerdan aquel triunfo de Malta como ‘crucial’. En el partido del 0-6 en Aachen que Rincón recuerda, las entradas al campo llevaban impreso el sello de la KNVB, la Federación Holandesa de Fútbol).
– Con el paso del tiempo, ¿qué perspectiva le da a esa noche de brujas, precisamente en Heliópolis?
– (Pensativo)… No creo que se pueda repetir un partido como este. Ni un resultado semejante, en esas condiciones. Nunca habrá nada igual. Usted puede recordar y recordará que se venía de un fracaso muy grande en el Mundial de España de 1982, y ese resultado sirvió para levantar el orgullo nacional. Ayudó a olvidar las penas y a recuperar ese orgullo. Nosotros éramos ahí un equipo de mucha calidad, muchísima. Dándolo todo, sin egos y con el sentimiento de querer jugar por España. Fuimos a una Eurocopa en la que solo entraban ocho, que eso se recuerde porque hay que recordarlo. Pese al 1-1 inicial con Rumanía (en Saint-Etienne), llegamos hasta la final y seguramente habríamos ganado esa final a Francia, de no ser porque ya fue imposible recuperarnos de tanta lesión. Yo mismo me había roto los abductores en un partido con Hungría, pero fueron tantos percances…-
– ¿Qué ha cambiado, 34 años después?
– Pufff… sobre todo, la tecnología en todos los sentidos, que ha igualado muchísimo cualquier cosa, desde la preparación y el cuidado al jugador, todo el material, las mismas botas. No hay comparación.
– Usted fue Trofeo Pichichi con 20 goles en el Betis de 1982-83. Bajo esas condiciones actuales que señala, ¿cree que hubiera podido alcanzar más trofeos de máximo goleador?
– Pues no sé cuántos, pero seguro que sí. Yo me vi en un Betis que estaba un poco al final de una gran etapa. Ya no estaba aquel triángulo mágico en la media de López, Alabanda y Cardeñosa. De ellos solo teníamos a este último, Julio Cardeñosa. Con Julio sí teníamos también a un Gordillo que era fantástico y a otro monstruo en punta, que era Diarte. Pero aun así, no nos faltó mucho para bajar (el Betis firmó el puesto 11 en 82-83, a cinco puntos del descenso, con los 20 goles de Rincón). Yo sí creo que de haber estado allí con la media López-Alabanda-Cardeñosa en plenitud, sí habría sido más veces máximo goleador. Pero claro, también tendría que haber tenido a aquel Gordillo y también a ese Diarte conmigo en punta… como yo los tuve a los dos.
– Pues no era una época precisamente fácil para ser Pichichi, ¿no?. Lo digo por el cartel de rivales.
– Pues claro. Yo fui ‘Pichichi’ cuando en la Liga estaban al mismo tiempo unos que se llamaban Maradona, Santillana, Hugo Sánchez o Quini. ¿Hemos dicho algo? Si los pillamos hoy día a todos juntos, fíjese. Parece increíble, todos esos juntos. Es que fueron tantas cosas increíbles…