Vio a sus jugadores levantar la Liga de Campeones y se fue. José Mourinho abandonó el club rumbo a Madrid, dejó a unos futbolistas exprimidos física y mentalmente y el proyecto que el Inter confiaba en alagar en el tiempo no tardó en desmoronarse. Todo se vino abajo, el banquillo se convirtió en una silla eléctrica que ejecutaba entrenadores sin apenas dar tiempo a recordar su nombre y la entidad volvió a esa inestabilidad en la que se ha manejado durante tanto tiempo en su centenaria existencia.
Ocho años han tenido que pasar para que el Inter recuperara el sentido y dejara de moverse desorientado, cada vez más lejos de su lustrosa historia y cada día más desubicado de Europa. En tres de las últimas cinco temporadas no se clasificó para competiciones europeas (2013-14, 15-16 y 17-18).
En estos ocho años, once entrenadores han pasado por el banquillo del Inter: Rafa Benítez, Leonardo, Gian Piero Gasperini, Claudio Ranieri, Andrea Stramaccioni, Walter Mazzarri, Roberto Mancini, Frank De Boer, Stefano Pioli, Stefano Vecchi y Luciano Spalletti, el actual técnico. Cada uno diferente al anterior, sin buscar una línea continua, sin más coherencia que tratar de salir del paso. Y con cada contratación, la descomposición del equipo era mayor. Soluciones provisionales en medio de un vaivén constante de jugadores. La cosecha en este tiempo, tres títulos. Una Supercopa de Italia y un Mundial de Clubes ganados por Benítez en 2010 y una Copa lograda por Leonardo en 2011.
Esta temporada todo ha cambiado y la estabilidad se ha instalado en el club, en los despachos y en el campo. Varias son las razones que podrían explicar esta transformación, aunque quizá la principal y menos controlable es que los resultados se están dando y cuando el equipo va bien hay paz. También es probable que la tranquilidad que se vive en el club haya liberado de tensiones al equipo.
El responsable de este enorme salto competitivo que ha dado el Inter es Luciano Spalletti. Ha dotado al equipo del carácter ganador que le faltaba y ha logrado algo tan complicado como que todos los futbolistas de la plantilla estén comprometidos con la causa. Convenció a Perisic para que siguiera en el Inter y exigió el fichaje de Borja Valero. Los dos futbolistas con más talento del grupo.
La columna vertebral está muy definida, mezcla de futbolistas que ya estaban en el club y de otros que han llegado esta temporada. Handanovic continúa demostrando que es uno de los mejores porteros de Europa. Cuando peor estaba el Inter, el esloveno siempre estuvo por encima del rendimiento del conjunto. El eslovaco Skriniar, llegado de la Sampdoria, están rindiendo a un nivel excepcional y junto a Miranda forma una de las mejores parejas de centrales de la Serie A. Por delante aparecen Vecino y Borja Valero, al que ya intentó fichar cuando dirigía a la Roma. Vecino pone el físico y Borja el fútbol. Es uno de los futbolistas con más sentido del juego que hay en Europa. Ha equilibrado al equipo y aporta pausa y cabeza. Perisic y Candreva complementan a Valero desde los costados. Y delante, Icardi, que vive el mejor momento de su carrera. En este curso se le caen los goles. El resultado es un equipo equilibrado y que funciona.
En la configuración de la plantilla, otro hombre clave es Piero Ausilio, que limpió el vestuario de futbolistas que tenían más nombre que cabeza. Y los que han llegado están respondiendo a las expectativas, como Skriniar, Vecino y Borja Valero. Todo está envuelto con una estabilidad institucional. El propietario del club es el indonesio Erick Thohir, que en octubre de 2013 compró el 70% de las acciones de la entidad a Massimo Moratti por 300 millones de euros.
Al contrario que otros propietarios asiáticos, que viven ajenos a la realidad del club, Thohir está involucrado en el día a día de la entidad. Apoya al equipo en casa y lo sigue fuera. La propiedad arropa a los jugadores, quienes sienten que para los dueños, el Inter no es un capricho, sino que el objetivo es hacer algo grande.