El destino estaba en deuda con Fernando Belasteguín y Pablo Lima. El pádel, también. Por la forma, el momento y el lugar, el Master Final tenía una cuenta pendiente con los números uno y ese era un capitulo que en algún momento se tenía que cerrar. Y se cerró, y de qué forma, venciendo este domingo a Matías Díaz y Maxi Sánchez en la final por 6-3 y 6-2.
Porque Belasteguín y Lima parecen estar por encima de los intangibles. Numerosos son los casos en el deporte de deudas no saldadas que acaban por estigmatizar a un deportista, entidad o nación. Pero eso no va con ellos. Ellos calculan todas las variantes y, cuando los imprevistos no hacen acto de presencia, dominan a la perfección la escena.
El fiel reflejo de qué es la pareja Bela y Lima. Mucho más que los números uno. La viva imagen de todo lo que es necesario para dominar sin titubeos un deporte de principio a fin. Efectividad, sacrifico y profesionalidad al servicio de un objetivo común. Cualidades tan sencillas como complicadas de conseguir que diferencian a los que saborean la gloria por momentos de los que la hacen suya para la eternidad.
Unos Belasteguín y Lima que, una vez más, desplegaron su guión de hierro ante Matías Díaz y Maxi Sánchez. Sin brillo aparente y sin necesidad de grandes frivolidades, desplegaron un pádel tan táctico como brillante. Cómo de difícil debe ser calcar día a día, partido a partido, torneo a torneo una estrategia de sobra conocida y sacar el máximo rendimiento de ella.
Porque les bastó con fallar menos, acertar mejor y esperar el momento. Un momento que llegó rápido en el primer set pues abrieron brecha al inicio con un parcial de tres juegos. El saldo suficiente para cerrar la primera manga por un holgado 6-3 que les permitía afrontar el resto del partido con una mayor tranquilidad.
Y, aunque lo intentaron de todas las formas posibles Matías y Maxi Sánchez –cambio de posición en pista incluido– este domingo estaba marcado en rojo en el calendario de Bela y Lima. Tan importante era que si su papel en el primer parcial fue un canto a la eficiencia, el segundo acto sería una versión mejorada.
No dieron lugar a la duda, a la reacción ni a la resurrección de los fantasmas y, con una tempranera rotura en el primer servicio de sus rivales, asestaron un golpe definitivo. Brecha que agrandarían aún más con un posterior break para cerrar la segunda manga por un incontestable 6-2.
Un título, el de Maestros que cierra un círculo en sus carreras. Ambos lo habían logrado –Bela junto a Juan Martín y Lima junto a Mieres-, pero ninguno, probablemente, tendrá tanto significado como este. Por los intentos previos y la forma de hacerlo. La última de sus deudas saldada con el destino.