Hay momentos en que un equipo se junta a través de un gol. El City lleva dos de esos momentos, grabados por Amazon, en apenas cuatro días. Los dos los marcó Sterling. Los dos los celebró a su manera Pep Guardiola. Los dos le dieron la victoria al líder de la Premier a partir de una declaración de principios: llegaron al pase, al límite, jugando la pelota, contra un equipo que siendo capaz de jugar a fútbol había renunciado a hacerlo de manera miserable. Tal vez por eso, el entrenador catalán confesó el miércoles tras ganar al Southampton que esa noche (¿de subidón?), era la más feliz de su estancia en Inglaterra. Tal vez tenga razón: vio a su equipo pasarse la pelota al límite, al límite incluso del cronómetro, al límite de dejarse los puntos, al límite de la defensa de la idea contagiada, sin rifar un pase, buscando el gol como lo consiguió. Después de que el árbitro les anulara la esperanza, después de que la racanería de un planteamiento innoble les desquiciara, siendo fieles a los consejos del técnico, ganaron cuando habían perdido dos puntos. Jugar, jugar y jugar para, como dijo el sabio de Hortaleza, ganar, ganar y ganar. Y ganaron.
Como en Hudesfield, solo tres días antes. «Es el dia más feliz desde que llegué” dijo Pep, después de vivir en el vestuario una celebración espectacular —“de las que hacen grupo, de las de Champions, pero con agua” según testigos— que le llevó a la sala de prensa con manchas en la camiseta. En Inglaterra, Pep había vivido algo parecido una vez. En el campo del Chelsea. 1-1 contra los azules, semifinal de la Champions. Entonces, marcó Iniesta y Pep salió a la carrera a abrazarle. Le adelantó Pinto en el sprint mientras Catalunya corría con él y se fundia en otro abrazo tan solidario como el que hoy abraza a los presos.
En el Etihad, en la demostración de la felicidad de un grupo que crece en noches gélidas, salió corriendo otra vez, esta vez al centro del campo, y se volvió loco. Buscaba con sus gestos el palco de su familia lleno de amigos. El que corría esta vez por la banda fue el lesionado Mendy. Un espectáculo. “El árbitro nos ha llamado la atención y con razón”, dijo el entrenador catalán. “Es comprensible, es fútbol y cuando ganas como han ganado ellos, es comprensible”, les disculpó su amigo Pellegrino. En el staff azul lo admite uno de sus más cercanos olaboradores: “Nos da vergüenza vernos, no me reconozco, pero…”. Pep insistía: “Es mi día más feliz en Inglaterra”. Detrás de Mendy corría Gundogan, que entre la risa y la sorpresa, le vio pasar a la pata coja.
Guardiola es más feliz que nunca. Sabe lo que es perder. Y seguramente, lo que es ganar. Ganó el domingo en Huddesfield y ganó el miércoles ante los ojos de un sheik que siempre le apoyó. Por eso, y porque sabe que el dueño nunca le giró la cara, porque le ha dado la razón a Txiki y a Soriano, porque ahora pueden sacar pecho (y no lo hacen), disfruta como no lo había hecho antes al salir a comer por Manchester con la sensación de estar haciendo bien su trabajo.
El mundo se ha vuelto azul. Y bate récords. “Lo bueno de eso es que ahora podemos batir otro. Eso es lo bueno de batir récords”, dice al valorar los registros del Shark Team, como bautizó Mendy a este grupo. “Mendy está loco”, insiste Pep. Pero lo cierto es que su equipo lo está devorando todo: ha ganado once encuentros a domicilio, suma 18 victorias consecutivas en todas las competiciones y once de ellas en la Premier en una misma temporada por primera vez.
El inicio de temporada del equipo de Pep Guardiola es el mejor de la historia de la Premier después de 13 jornadas; con 40 puntos sumados no tiene comparación. La racha de imbatibilidad del equipo alcanza ya los 27 partidos y antes del triunfo en Huddersfield había que viajar 22 años atrás para encontrar la última victoria del City a domicilio en un encuentro en el que llegase por debajo en el marcador al descanso. Nunca hasta ese día había remontado un partido que fuera perdiendo en la primera parte: “¡Hostia!”, exclamó Pep al saberlo. Fue ante el Blackburn Rovers en abril de 1995. En caso de ganar los dos próximos partidos, el City igualaría el registro de 14 triunfos consecutivos del Arsenal entre febrero y agosto de 2002. Pero queda mucho para alcanzar los 49 que los propios Gunners lograron entre mayo de 2003 y octubre de 2004.
Los de Pep Guardiola se encuentran solo a dos victorias a domicilio de igualar el mejor registro en una sola temporada que poseen Arsenal y Chelsea, con 13. “A este paso, viendo cómo se está juntando el grupo, es cuestión de tiempo”, advierten en las entrañas del equipo. “Generalmente, en el mundo del deporte, nos adelantamos al futuro demasiado pronto. El futuro para nosotros es el Southampton, entrenar bien hoy, recuperarnos bien y prepararnos mentalmente para el difícil partido ante el Southampton. He escuchado muchas cosas sobre récords y cosas así. Eso nos puede confundir y tenemos que estar concentrados en nuestro trabajo para mañana”.
Entretanto, el City anuncia la renovación de Silva por dos temporadas más. “Lo que más me gusta de David Silva, siendo un tipo que parece serio y tímido, es el hecho de que, siendo un jugador tan técnico, ha conseguido sobrevivir en una liga como la Premier. Es un gran competidor, agresivo, gana los duelos. Le admiro muchísimo”, resume. “Es muy español por su velocidad, su rapidez de ejecución… Pero juega con la influencia de las condiciones meteorológicas como el viento o la lluvia y ha sobrevivido durante tanto tiempo… Es una verdadera leyenda para este club. Lo que él ha hecho en el Manchester City quedará escrito en los libros de historia en el futuro. Estoy muy contento por él y espero que podamos continuar juntos en los próximos años”, dijo el catalán, mas feliz que nunca. Lleno de razones, rodeado esta semana de su núcleo duro, encantado de ver cómo su equipo gana bajando la pelota al suelo y viéndole correr por la banda para celebrarlo, para desgracia de sus enemigos. Todo ha cambiado mucho en un año en la ciudad. Este año las salchichas del Manchester Christmas Markets parecen azules.