Aunque a veces pueda parecer otra cosa, el fútbol es un deporte que consiste en introducir el balón en la portería y en hacerlo más veces que tu rival. Existe un reglamento bastante claro al respecto. Créanme si les digo que cuando el 26 de octubre de 1863 la Football Association se reunió por primera vez en la taberna Freemason de Londres para definir las normas del fútbol actual, no se habló en ningún momento de posesión, de toque, de espectáculo o de cómo había que ganar los partidos.
No me ha gustado el partido del Atleti en el Benito Villamarín, vaya eso por delante, pero ha conseguido tres puntos importantes que además sirven para que el equipo lleve 19 jornadas de Liga seguidas sin perder (es la primera vez que lo hace en su historia) y 20 partidos seguidos sin conocer la derrota fuera de casa (la última vez que ocurrió fue en diciembre del año pasado). Sería ireanjusto ponderar lo primero por encima de lo segundo. No soy resultadista pero me gusta ganar. Me encanta el buen fútbol pero entiendo que el buen fútbol no es eso que cuatro iluminados nos venden desde la Torre de Marfil para llenar horas y horas de supuesto periodismo. Podemos centrar el foco en el juego áspero que el equipo ha mostrado en Sevilla, claro que podemos, pero sería torticero y muy cínico otorgar al aspecto estético una relevancia sumarísima que no tiene. Podemos decir y opinar lo que cada uno quiera, estaría bueno, pero hay que ser muy engreído para decirle a la afición de un equipo (que encima no es el tuyo) cómo de mal tiene que sentirse después de haber ganado.
El debate estético actual, que no es más que una copia cutre y barata del eterno Menotti vs Bilardo argentino, me aburre. Me parece falso, sesgado y tramposo. Por desgracia aparece regularmente como capricho para ricos pero también, como en el caso del Atleti, para minimizar éxitos que son objetivamente evidentes y que parecen molestar. Me parece además un debate inútil, cuando las grandes competiciones las siguen ganando los mismos de siempre. El fútbol es una mezcla compleja de juego, emoción, competición e ilusión. Ninguna de esas variables puede explicarse separada de las otras. Si alguien pretende hacerlo es que intenta ser más listo que los demás o que tiene otras intenciones.
Si tengo que fiarme por lo que escucho de Setién diría que el cántabro, al que admiré mucho como jugador, es un integrista del estilo. Sus palabras, para mí muy desafortunadas en demasiadas ocasiones, suelen servir para trazar líneas rojas. Para separar a los buenos de los malos. Para definir formas honrosas y deshonrosas de encarar los partidos. Con poca delicadeza, y para regocijo del que piensa igual, suele mostrar el desprecio que le produce la forma de jugar del Atlético de Madrid. Simeone, zorro viejo, sabía que el Betis estaba herido por los últimos resultados y que su entrenador moriría con sus ideas. Sabía que Setién llevaría su concepto estético hacia el extremo y el argentino decidió esperarlo ahí, en el extremo contrario, para ganarle.
La primera media hora del equipo verdiblanco fue muy buena. Prácticamente borró a su rival del partido. El Betis cogió el balón, llevó la intensidad al grado máximo y se puso a jugar. Muy bien además. El Atleti no era capaz de contrarrestar el juego del conjunto andaluz y no lo hizo porque fallaron cosas que suelen fallar. Falta de jugadores en los tres cuartos para dar una salida inteligente al balón y falta de rapidez de los mediocentros a la hora de dar el primer pase. Falló también esa presión adelantada que el Betis anuló a base de talento. El Atleti recuperaba el balón pero lo perdía enseguida y el Betis seguía colocado en campo contrario. Setién estaba ganando claramente la batalla pero fallaba una cosa. No era capaz de crear ocasiones de gol. Seguramente no era casualidad. Sería un tema menor si atendemos a problemas de estética pero es un tema clave si nos ceñimos a las reglas del fútbol.
Imagino que Simeone, zorro viejo, tenía pensado un plan alternativo si el partido seguía así (no sería la primera vez que el equipo cambiaba de registro en la segunda parte) pero no hizo falta. En la única jugada que fabricó el Atleti en todo el partido, un pase abierto a la banda que Vrsaljko mete bien al centro de la portería, apareció Saúl para inaugurar el marcador. Ahí se acabó el partido. El Atleti, en su versión más áspera, una que afortunadamente no es tan habitual como los enemigos creen ver, se dedicó a controlar el partido a su manera. Y lo consiguió. No hubo más, si obviamos un cara a cara de Correa y un tiro lejano de Tello que se encontró con Oblak, eso fue todo.
El debate seguirá. Lo sabemos. De alguna forma hay que justificar el que no se cumplan las profecías de los eruditos. Seguiremos escuchando directrices de cómo debería sentirse la afición colchonera y de qué debería estar “exigiendo” respecto al juego pero a estas alturas sabemos de dónde vienen todas esas órdenes y para qué son. Ni caso.
A mi ya me empieza a hartar esto. No me gustó el Atléti ayer, pero me parece que si los medios se centran en el estilo, que lo hagan siempre. Porque no vi a los medios tan críticos con el partido de ayer, loar el partido que hizo en Champions en el Olímpico de Roma, se centraron en el resultado y critican la eliminación de Champions debida en gran medida a que la pelotita ese día no quiso entrar con un juego y una superioridad abrumadora.