El Atlético se miró en el espejo y se vio ganando al final un partido en el que no había pasado nada, en un descuido del rival, cuando lo justo hubiera sido el empate. No sabemos si al Atleti le gustó lo que vio, pero esta vez el reflejo que devolvió el cristal fue la imagen del Espanyol ganando como tantos veces lo ha hecho el equipo de Diego Simeone.

El Atlético se maneja bien en la confusión, en los partidos enredados y en los que no pasa nada más que el tiempo. Pero algunos los duerme tanto que acaban muriendo de aburrimiento. En su último encuentro del año contó para ello con la colaboración del Espanyol, un equipo al que le cuesta crear en el centro y se ha mostrado poco espabilado arriba desde que empezó la Liga. Lo cierto es que la definición también valdría para el Atlético.

Entre los dos habían malgastado el encuentro entre pases al rival y salidas confusas del balón. La poca claridad que mostraron en la zona de creación, la falta de pausa y sentido hizo sufrir a los delanteros, tanto como puede llegar a desesperar a quien se decide a acercarse a un campo para ver este tipo de partidos.

Así, recogido atrás esperando un descuido del rival, como espera el cazador a su presa, ha sobrevivido el Atlético a peores noches que ésta. Pero esta vez cayó en su propia trampa. Cuando el encuentro ya se consumía, una combinación perfecta entre Piatti, Granero y Sergio García la cerró este último con un tiro colocado que no fue más que un pase a la red, lejos de las manos de Oblak. Fue una acción que estuvo muy por encima del encuentro y en la que Savic se despistó cuando no debía.

Era un choque que caminaba hacia el empate a cero, en el que se habían malgastado las dos ocasiones que hubo, sí sólo dos, además del gol bien anulado a Godín por falta. Una clara de Leo Baptistao para el Espanyol en el primer tiempo y otra más clara todavía de Gameiro para el Atleti en el segundo. En estas dos últimas líneas se resumían todas las acciones de mérito que fueron capaces de construir los dos equipos hasta que se juntaron Piatti, Granero y Sergio García para que el Espanyol ganara como tantas veces lo ha hecho el Atlético de Simeone.

Un triunfo que es aire puro con el que respirará tranquilo el Espanyol hasta el próximo encuentro y que quizá no sea más que un tropiezo para el Atlético. Un accidente. O un aviso de que jugando así, cuando lo fías todo a un descuido del rival para ganar, más noches como esta pueden llegar. Claro que si nos olvidamos de las sensaciones o de lo poco que transmite un equipo como el Atlético y centramos el debate en los números, esta derrota, la primera en Liga, no puede ser más que una anécdota para el conjunto de Simeone, situado con suficiencia entre los mejores de la Liga. A quien piense que estos sólo son números le invadirá un escalofrío de inquietud. Quien considere que los números son la razón de ser de este equipo pasará unas Navidades tranquilas.

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here