Me gustaría saber en qué momento un pedazo futbolista como lo fue Zidane se transforma en un entrenador cobarde. El miedo se paga en fútbol, sobre todo cuando no está fundamentado. Si eres ZZ, el fino futbolista, ahora entrenador del Real Madrid campeón de Liga, de Champions y del Mundo y si disputas en el Bernabéu el partido que sentencia la Liga, lo que el pueblo madridista espera de ti es valentía, decisión, creatividad, presión en cada zona del campo… Cualquier cosa menos alinear a Kovacic, Casemiro y Kroos en la misma línea medular. Eso se llama pánico al Barça, a Messi por su arrancada y a Busquets por su salida de balón. Eso fue darle alas al enemigo azulgrana porque supo que la pelea sería en la medular, lejos del área, justo donde Iniesta es dios tocando la pelota y Rakitic y Paulinho iban a ganar casi todos los balones. Todo ello sin contar con que Busquets se encontró más que cómodo con la propuesta de Zidane.
El planteamiento del técnico francés dejando a Isco, Asensio y Bale en el banquillo (¡a los tres!) estaba condenado y no me tachen de ventajista. Pareció, como un espejismo, que la idea funcionaba en la primera parte, pues el Barça no inquietó a Keylor hasta el minuto 17 y después en el 29, cuando Paulinho empalmó un remate de gol que evitó Keylor en un vuelo espectacular. Al Madrid le faltaba velocidad y espacios, sólo Cristiano metía pólvora, pero más apoyado en su talento que en un juego rápido, arrollador o versátil. Es decir, era un clamor que por allí faltaba en el equipo blanco talento creativo y electricidad. Por más que Kovacic estaba voluntarioso y también Modric, aquello no era lo que esperaba el aficionado madridista.
Perseveró Zidane en su postura errática tras el descanso y llegó el castigo en botas de Luis Suárez. Kovacic se quedó ocupado de Messi, nadie apretó a Rakitic en su salida con balón y la finalización la selló el uruguayo con absoluta comodidad. La jugada fue un rapapolvo para Zizou: no por acumular muchos jugadores destructivos, vas a defender mejor. Se defiende y se domina un partido con el balón. Es decir, con quienes tenía en el banquillo. Exactamente ahí el equipo blanco perdió el oremus y el Barça se vino arriba. Para más sorpresa global, ZZ seguía convencido de que le llegaba con su planteamiento para remontar. Pues no, 0-2 diez minutos después y sin noticias de cambios en la banda. Este momento resultó desesperante para los interesas del Madrid, pues vio la roja Carvajal y lo inmediato fue meter a Nacho por Benzema (??). Osea nada productivo. Otra vez pasito atrás.
Parece un disparate, pero desde el 0-1 hasta que entraron en el campo Bale y Asensio pasaron nada menos que casi veinte minutos (del 53 al 71) con 0-2 y expulsión de Carvajal de por medio. Sinceramente, aquí es donde a Zidane se le fue definitivamente el partido de las manos. Ya era tarde para casi todo, y eso que con los dos cambios llegó el mejor momento del Madrid (faltaría más) con sentido atacante, incluso con diez jugadores. Sin embargo, la rúbrica no podía ser otra que el tercero de un Barça en el que Valverde ganó su pulso a Zizou y tira de la Liga al Madrid.