Decimos Real Madrid-PSG, pero también podríamos decir Florentino Pérez-Tamin bin Hamad Al Thani. O lo que es lo mismo, el presidente del Real Madrid (y de ACS) contra el emir de Qatar. Tan relevante como el enfrentamiento deportivo, y probablemente más, es el duelo que se plantea entre el poder que ha sido y el poder que viene. Aclaremos, antes de proseguir, que su Alteza el emir Tamin bin Hamad Al-Thani es el propietario del PSG, aunque la presidencia la ocupe Nasser Al-Khelaifi, también presidente de Qatar Sports Investments y de BeIn Media Group (22 canales de televisión a través del mundo). Siempre ha sido así. Quienes mandan mucho se distinguen de quienes mandan menos porque permanecen cautelosamente en la sombra.
El pasado verano sucedió algo que no evaluamos convenientemente. Que el PSG se gastara 402 millones en Neymar (222) y Mbappé (180) era mucho más que una lujuriosa exhibición de dinero. Era un aviso. El Barcelona perdía algo que tenía y el Real Madrid algo que quería. De pronto, los nuevos ricos dejaron de ser inofensivos.
Durante mucho tiempo, la irrupción de grandes fortunas (árabes, rusas o de cualquier procedencia) se tomó con un exotismo que no alteraba significativamente el reparto de fuerzas del fútbol continental. La Champions del Chelsea era una anécdota y los repetidos descalabros del City en Europa, una demostración de que el dinero no lo es todo. Eso mismo pensamos cuando el Barça vapuleó al PSG (6-1) y remontó el 4-0 del Parque de los Príncipes. El peso de la historia, la tradición, la leyenda, los espíritus. Eso dijimos, tan incautos.
Sin embargo, las tradiciones cambian y el dinero acelera los procesos. La prueba es que el City, virtual campeón en la Premier, se ha convertido en candidato para ganar la Champions y el PSG no anda muy lejos. Sin darnos cuenta, el eje ha comenzado a desplazarse.
Lo que se dirime en la eliminatoria entre Real Madrid y PSG es mucho más que un puesto en los cuartos de final. Es el futuro. Al fin y al cabo, la compra del PSG por parte de la Autoridad Qatarí de Inversiones en 2013 forma parte de un proyecto de enorme magnitud que, en su rama deportiva (Qatar Sports Investments), culmina a medio plazo con la organización del Mundial de 2022. Invertir en deporte es invertir en imagen internacional, pero es obvio que la fórmula sólo funciona a través de las victorias.
Ignoro si el empeño del Real Madrid por renovar a la mayor parte de sus futbolistas está motivado por la amenaza que se cierne. No me extrañaría. Ha llegado el momento de protegerse. En poco tiempo, en el invierno que nos espera cuando se marchen Messi y Cristiano, el objetivo no será dominar, sino competir. Por eso resulta tan importante aprovechar la ventaja que todavía existe y plantarse en cuartos. Eliminar al PSG nos permitiría decir que la tradición todavía cuenta. Y la leyenda. Y los espíritus. Tal vez aún se lo crea alguien.