Hay pocos entrenadores más controladores y metódicos que José Mourinho y Pep Guardiola. Lo que dibujan en la pizarra, lo que plantean antes de que el balón se mueva es habitual que luego suceda. Pero por fortuna, el fútbol continúa siendo de los futbolistas, de sus aciertos y de sus errores. Y el día que más controlado querían tenerlo todo, los jugadores desbarataron lo ideado desde los banquillos. Los tres goles de un derbi muy discreto y escaso de fútbol fueron hijos del error.
El Manchester City y el United son equipos de autor y quien más quiso parecerse a sí mismo, quien mejor movió sus piezas y administró sus recursos fue Guardiola. El United puso casi todo su talento sobre el césped. Herrera y Matic a los mandos del centro del campo; los rapidísimos Martial, Lingard y Rashford por delante y Lukaku arriba. Un once para hacer daño al rival con el balón y, sobre todo, al contragolpe. El problema, como acostumbra a suceder con los equipos que entrena Mourinho, es que la pelota fue del rival, que disfrutó de un dominio abrumador en la posesión (65% ante 35%). De nada sirve el talento si no puedes utilizarlo. Y en fútbol, sin el balón es complicado hacer daño al contrario. Tampoco encontró esos contragolpes con los que compensa la falta de posesión y con los que soluciona tantos partidos el United, que ganó en pausa y en sensatez cuando en el tramo final del choque salió Mata.
El City no pudo poner todo el talento sobre el césped porque no le cabe. Agüero, Gundogan y Bernardo Silva, tres futbolistas con calidad para regalar, fueron suplentes y el Kun ni siquiera jugó. Fernandinho, De Bruyne y David Silva manejaron al City y el partido, no con brillantez, porque hace ya muchos partidos que el City perdió brillo, pero con la solvencia suficiente para controlar al United. Gabriel Jesús fue la referencia en ataque y Sané y Sterling pisaron las bandas.
Puestas las piezas sobre el tapete, y como ya quedó apuntado, de nada sirvió todo lo ideado antes de salir de los vestuarios. En tres errores de las defensas nacieron los goles. Dos cuando la primera parte casi agonizaba y el tercero al poco de comenzar la segunda. David Silva adelantó al City en el 43’, igualó Rashford en el tiempo añadido y Otamendi solucionó el encuentro en el 54’.
Desde ahí el duelo se trasladó a los banquillos y Guardiola supo mover sus peones mejor que Mourinho. En el descanso ya hizo su primera maniobra. Gundogan sustituyó a Kompany y Fernandinho bajó al centro de la defensa. Tras el gol de Otamendi, Pep metió al central Mangala por Gabriel Jesús, con lo que Fernandinho recuperó su sitio en el centro del campo y David Silva pasó a jugar de falso nueve.
Si antes la pelota ya era del City, desde ese momento ya siempre viajó pegada al pie de los jugadores azules. La respuesta de Mourinho fue meter a Ibrahimovic a falta de un cuarto de hora y a Mata, por Ander Herrera, a falta de diez minutos. Con ese último movimiento se le encendieron algo las luces al United, pero no le alcanzó para equilibrar el resultado. Estuvo cerca en un doble remate de Lukaku y Mata, pero se les apareció Ederson para dejar el derbi y la Premier cubiertos de azul celeste.