Luis Suárez Miramontes, coruñés del barrio de Monte Alto, nunca ha sido capaz de explicar por que ganó el Balón de Oro en 1960 y no lo hizo en 1964. El único español que ha conquistado este galardón se alzó con el premio después de ganar Liga y Copa con el Barça, pero siendo eliminado por el Real Madrid en semifinales de la Copa de Europa. Sin embargo, cuatro años después El Arquitecto, como le llamaban, se quedó «muy sorprendido» al no ser elegido Balón de Oro después de haber ganar con el Inter el campeonato italiano, la Copa de Europa, la Intercontinental ante Independiente, a ida y vuelta. «¡Y encima gané la Eurocopa, todos los títulos que se podían ganar! Y ese año se lo dieron a Denis Law».
Si Suárez quedó sorprendido por el esquivo criterio de los corresponsales de France Football, que eran los que votaban por entonces, no menos extrañados quedaron Xavi o Iniesta en 2010, después de ver cómo tras ganar el Mundial, y antes la Eurocopa, se les negaba el premio, que fue a parar de Leo Messi, eliminado en cuartos de final tras caer por 4-0 ante Alemania. En 1998 lo ganó un Zidane campeón con Francia, en 2002 Ronaldo celebró el premio y el título de Brasil y en 2006 ocurrió lo propio con Cannavaro. Otra contradicción.
La historia del Balón de Oro está llena de sombras que retratan el devenir de un premio individual que ha pasado de premiar a los jugadores más destacados del panorama europeo a derivar en una acción de mercadotecnia alejada de la realidad del césped. En más de 60 años, solo tres defensas han sido premiados: Cannavaro, Beckenbauer y Matthias Sammer (mediocentro corrector de aquel Dortmund que pasó por encima a la Juventus). Sin embargo, el galardón ha obviado a leyendas de la talla de Franco Baresi, Bobby Moore o Paolo Maldini.
Si en la defensa las ausencias son sonadas, en la portería solo aparece la figura de Lev Yashin. El ruso es el único cancerbero que mereció el reconocimiento dorado. Quedando en el olvido guardametas como Zoff, Banks, Casillas, Maier… Ser portero no vende. Eric Cantona, tipo sarcástico como pocos, presumía durante su estancia en el Manchester United de «tener menos opciones de ganar el Balón de Oro que un portero». En el ácido comentario del volcánico marsellés quedaba resumido todo.
France Football vendió los derechos del premio a la FIFA a cambio de 15 millones de euros, entre 2010 y 2015. Pero en 2016 no se renovó el acuerdo y el Balón de Oro dejó de ser un premio FIFA, por lo que la institución futbolística creo el premio The Best.
El precio del trofeo en el mercado superaría ligeramente los 3.000 euros. Se trata de un balón dorado de 31 centímetros de alto, 23 de largo y 23 de ancho que pesa 7,2 kilogramos y que se presenta sobre un pedestal de pirita. El coste total de su elaboración asciende a 2.100 euros, de los cuales 100 pertenecen al grabado con láser del nombre del vencedor. A eso se suman 1.000 euros más correspondientes al valor del oro que baña el latón que lo conforma.
Con la llegada de la FIFA se introdujeron algunas novedades en el sistema de voto, al sumar la opinión de los entrenadores y capitanes de todas las selecciones a los clásicos dictámenes de los corresponsales de France Football. Entonces se dispararon las denuncias de seleccionadores y capitanes advirtiendo de que sus votos se habían manipulado. Algo que la FIFA jamás se molestó en desmentir.
España siempre ha sido mirada con recelo por France Football y sus corresponsales. No hubo Balón de Oro en 2010 para ningún campeón del mundo, pero tampoco lo conquistaron Raúl o Butragueño, que por contra vieron cómo se lo arrebataban jugadores efervescentes como el inglés Owen o el ruso Belanov. El genial centrocampista del Dinamo me confesó en un partido en el Bernabéu que el día que le llamaron para comunicarle el premio «pensé que era una broma de mis compañeros. Todos sabíamos que se lo iban a dar Butragueño». Pero no se lo llevó. Ni ese año ni ningún otro.
Lo mismo podrían decir los italianos Pirlo, Roberto Baggio, Del Piero, Rivera o Mazzola. O los legendarios Gento, Puskas y Kubala. A todo esto se suma que el Balón de Oro no se abrió al mundo hasta el año 1995, lo que impidió a Pelé o Maradona hacerse la foto con el esférico vellocino.
Premiar a un futbolista en un deporte de equipo no tiene mucho sentido, más allá de premios tangibles como la Bota de Oro por los goles anotados o el premio Zamora al portero menos batido. En los últimos años subyace por debajo una batalla publicitaria entre Adidas y Nike, personalizada en Messi y Cristiano Ronaldo. Hoy el portugués recogerá el Balón de Oro en la Torre Eiffel, un ejercicio de product placement impagable para la revista editora que entrega el premio, para Francia y para las marcas vinculadas al jugador. En 1960, recuerda Luis Suárez, «me dieron el premio antes de un partido, me hice dos fotos y me puse a jugar. Ni siquiera me invitaron a cenar. Ya podían haberse estirado los franceses…».
SIEMPRE LOS PREMIOS Y ESTADISTICAS SON MUY ENGAÑOSAS, Y LA FRANCE SE SIGUE EQUIVOCANDO NO SE SI SABIENDO O POR IGNORACIA HASTA CUANDO LOS EUROPEOS O FRANCESES VERAN SOLO ESTADISTICAS, CRISTIANO PODRA SER EL GOLEADOR DEL MUNDO PERO NUNCA SERA MEJOR QUE MESSI, ANALOGÍA QUE SE CUMPLE ENTRE MARADONA Y PELE,
LOS BALONES DE ORO, BOTAS DE ORO Y EL BEST HAN SERVIDO PARA ENGRANDECER LA EGOLATRIA DEL MAL NACIDO DE CRISTIANO, OJALA QUE ALGUN DÍA LE DIERAN EL GRAN PREMIO QUE SE MERECE EL FANTOCHE MAS EGOLATRA DEL MUNDO ESE PREMIO LE CAERÍA MUY MERECIDO Y NADIE OBJETARIA SUS MERITOS, PORQUE FUTBOLISTICAMENTE POR ENCIMA DEL EL ESTAN COUTINHO, NEYMAR, ETC ETC. SE LE COMPARA CON MESSI PERO A MESSI SE LE COMPARA CON MARADONA Y PELE.