Ustedes disculpen, pero fue un poco de risa. Por el portero, algo grueso, aunque excelente, con un indudable parecido con el tío del Príncipe de Bel Air, señor Banks. Por el árbitro, un brasileño enfadado, fíjense en la extravagancia. Y por la abrumadora superioridad (e ineficacia) del Real Madrid, hasta cinco ocasiones de gol en los primeros cinco minutos, quizá seis. También la defensa madridista era algo cómica, todo hay que admitirlo. Ya hemos comentado más de una vez que nada contagia tanto como un equipo de fútbol, digamos, flojo. Ni la peste bubónica.
La cumbre del humor (del absurdo) llegó cuando el árbitro malhumorado anuló un gol de Casemiro por circunstancias que nunca quedarán esclarecidas. Primero anuló, luego rectificó y después volvió a anular. Siempre enfadadísimo. Entretanto, se comunicó con los colegas del VAR, cuya actuación tiene difícil explicación en un país donde no se despacha alcohol.
Mientras lo anterior sucedía, el portero de nombre Ali Khaseif, paraba o repelía el aluvión de remates de los atacantes madridistas con una fascinante mezcla de talento y suerte. Desde Flipper no se recuerda un mamífero de semejante tonelaje y tantos reflejos.
Que el Madrid no tenía noticia de la existencia de Ali Khaseif queda demostrado por la pasividad de los jugadores cuando sacaba en largo. En varias ocasiones propició contraataques de su equipo y de uno nació el gol. Para la culminación de la jugada fue necesario que los defensas madridistas parodiaran a los policías de Charlot y chocaran sus tripas en busca del ladrón. Romarinho se plantó en el área, recortó y puso por delante al Al Jazira. Dieron ganas de pellizcarse mucho.
Cuando los locales marcaron el segundo gol dieron ganas de pellizcarse más. Por fortuna para el Imperio, el árbitro mal encarado señaló fuera de juego gracias al aviso del VAR. Para la historia del fútbol emiratí, sección errores imperdonables, quedará la pachorra de Ali Mabkhout a la hora de dar el pase de gol a su compañero. Igual que se metió en fuera de juego podría haber acabado en las aguas del Golfo de Omán.
La sustitución de Tío Phil por lesión significó el desmoronamiento de las esperanzas del Al Jazira y sus atribulados seguidores. Ali Khaseif era, además del héroe, el talismán. Aladino y la alfombra voladora. El relevó afectó notablemente a sus compañeros, pero no tuvo influencia alguna en Benzema, que siguió disparando a los postes. En pleno ataque de ansiedad, Cristiano logró el empate.
Fue necesaria la entrada del centauro Bale para que el Madrid consiguiera el gol de la victoria, un remate colocado que Ronaldo no llegó a impactar con el tacón. La celebración de los madridistas sólo se justifica porque, por diez escasos minutos, se libraron de un ridículo formidable. Otra opción, quizá más elegante, hubiera sido pedir disculpas y prometer no hacerlo más.
Jajaaja inmensow!!!