Si sumamos la primera parte del Barça en Mestalla y la segunda del Calderón, salidas muy difíciles, tendríamos el partido perfecto del equipo blaugrana, la consecución de otra vuelta de tuerca al juego de posición y posesión, finalmente el advenimiento de un nuevo emperador del fútbol europeo y mundial. Como somos gente más precavida y menos demagoga (queremos pensar), analizaremos con más mesura las características de este incipiente nuevo Barça, un equipo en nacimiento, con un desarrollo todavía temprano y de futuro incierto aunque prometedor. Por ahora los resultados, impecables, superan al juego, aunque precisamente los partidos mencionados son los únicos que no ha ganado en la Liga: el fútbol es juguetón.
El Barça parte de salida habitualmente con un 4-4-2 que dependiendo de la elección de los jugadores de la línea de centrocampistas puede transmutar en 4-3-3 en fase ofensiva. Si el cuarto añadido a los tres habituales (Busquets, Iniesta y Rakitic) es Deulofeu, Alcácer o incluso Aleix Vidal como centrocampista por la derecha, quien se incorpora hace labores de extremo en fase de elaboración, abriendo el campo aunque con relativo poco aporte en desborde y gol. Con Sergi Roberto, André Gomes o, sobre todo, Paulinho, el centro del campo se compacta más en zonas interiores, dejando los exteriores para los laterales.
Ante el Valencia, Ernesto Valverde optó por esta última opción, dotando al equipo de características muy diferentes a las que tendría con otras formaciones. He aquí el rasgo principal de este nuevo Barça en lo que va de temporada: está en búsqueda de algo, ha encontrado una base y la simple elección del jugador que sustituye a Neymar en la alineación inicial y su ubicación cambian totalmente el estilo y la dinámica del equipo. Ahí se nota la mano del entrenador. Aunque todavía no lo parezca, este es un equipo de autor y puede que hasta que no tenga las piezas adecuadas (refuerzos en invierno o verano próximos) no veamos enteramente las características que Valverde le quiere otorgar.
En Mestalla, el equipo salió con posicionamiento muy alto, defensa prácticamente en el círculo central o incluso más arriba, liderada por un Umtiti colosal, líneas muy juntas y una extraordinaria capacidad para robar rápidamente tras pérdida. A esto ayuda enormemente la ubicación de Paulinho como punta ofensiva del rombo del medicampo. No sólo se lanza él a la presión adelantada, sino que arrastra a sus compañeros a la misma tarea. Lo vimos también cuando esa posición la ocupó Sergi Roberto en la primera jornada contra el Betis. La presencia de un jugador de características determinadas permite desempeños de acuerdo a ellas. Y en lugar de poner a un jugador más liviano, creativo y técnico como Iniesta en esa posición, Valverde eligió un jugador más poderoso para poder lanzar esa presión, ganar en amenaza de tiro lejano, poco efectiva por ahora, pero un arma más con la que contar y, finalmente, hacer una labor de doble 9 junto a Luis Suárez por las profundas incorporaciones al espacio del brasileño.
Hoy día, el Barça ha vuelto a ser un equipo de centrocampistas. Con Luis Enrique era un equipo de acciones, ocasiones y gol; con Valverde quiere mandar y no tanto matar, desea recuperar el juego y comienza a conseguirlo. La A del ABC del juego blaugrana ya está casi escrita, pero es un equipo algo romo en ataque. Casi he conseguido no avergonzarme escribiendo esto sobre el equipo que tiene a Messi, pero el Barça es poco profundo, le cuesta crear ocasiones claras y apenas conecta con un Luis Suárez algo desesperado y en muchas ocasiones en fuera de juego.
El ataque que se basaba en extremos abiertos, a la carrera, con desborde, que dejaba desprotegido el medio del campo y hacía partirse al equipo, se ha transformado en un grupo que viaja junto y a veces queda parado ante la última aduana. Hay todavía mucho trabajo por delante, la manta es por ahora corta y tapa la cabeza o los pies. Valverde sigue tejiendo y tejiendo con la misión de alargarla.