Hay esperanza. Corría el minuto 81 cuando el Juventus Stadium, uno de los más feroces estadios que uno pueda imaginar jamás en sus pesadillas, se levantó con un respeto litúrgico y dedicó una esplendorosa ovación a Andrés Iniesta al ser sustituido. Aplausos de ópera en el campo de batalla. Precioso gesto que nos reconcilia con el fútbol italiano, malherido en estos días tras la eliminación de la azzurra del Mundial. ¡Cuánto bueno ha hecho Dybala en Turín por el fútbol!
Ernesto Valverde sigue reconstruyendo la Sagrada Familia azulgrana. Con toneladas de sentido común, sumando cada partido algún recurso y metalizando al equipo con una seguridad defensiva poco ponderada. ¡Solo 5 goles encajados en Liga y Champions! El técnico afrontó en una plaza de primera, el Juventus Stadium, uno de los desafíos más comprometidos: jugar si Messi, alfa y omega del equipo. Viendo a Leo en el banquillo uno intentaba imaginar lo propio con Cristiano, pero se antoja complicado, quizás porque en el Bernabéu el palco está más cerca del vestuario. O quizás porque Zidane tengo un alto sentido de la mercadoctenia que no se le adivina al Txingurri.
El hecho es que el Barcelona saltó al fortín bianconero, de donde Luis Enrique salió escaldado no hace tanto (3-0), sin Messi. Ordenó una presión asfixiante arriba, especialmente tras pérdida, y el juego en ataque gravitó a Iniesta, al que podríamos calibrar como medio Messi. Luis Suárez se encontró huérfano junto a un Delofeu que sigue provocando bostezos. Conduce mucho, se asocia poco y defiende menos. Esto último le costó más de una bronca de Valverde.
El asunto es que el Barcelona sin Leo se mostró ordenado y laborioso, pero insulso como un Bloody Mary sin vodka. Una falta de Rakitic que tropezó con el palo de Buffon sin querer fue lo más destacable en una primera parte donde nadie aceleraba la jugada más allá del clarividente Iniesta. Comprobada la esterilidad azulgrana, a los 52 minutos Valverde decidió convertir el experimento en un partido de Champions.
Enfrente una Juventus áspera sin balón, pero aterciopelado entre líneas con Pjanic y, sobre todo, con ese jugador achampanado que tiene en Dybala. ¡Qué futbolista! El carasucia de Instituto de Córdoba hizo de Messi sin Messi en el campo. Extrañaría que no sea titular en cualquier selección del mundo. Salvo en Argentina. Hay cosas que es mejor no tratar de entenderlas.
La salida de Messi mineralizó y supervitaminó al Barça. Comenzaron a asociarse entre líneas, a tirar paredes, a llegar por fuera… Digne se plantó ante Buffon, pero cuchareó en lugar de atacar el solomillo. Allegri mandó subir la presión y Ter Stegen se convirtió en el undécimo futbolista de campo azulgrana. El alemán roza la excelencia bajo palos y suma con el balón en los pies. Una modernez…
Los minutos goteaban y la Juventus se pertrechaba entre líneas tratando de encharcar el camino a Messi, aletargado quizás por el shock de su suplencia. Leo dispuso de una falta lejana y poco más. El partido boqueaba entre la probeta de Valverde y la pizarra de Allegri cuando Dybala atornilló un remate a la cepa del palo donde emergió imperial Ter Stegen. Paradas que dan puntos. El 0-0 inicial clasificaba al Barcelona como líder de grupo y obliga a la Juventus a sellar en Grecia su billete para octavos.