Mikel Arteta fue un futbolista de dimensiones tremendas que tuvo mala suerte: creció a la sombra de Guardiola y Xavi y, bajo ese árbol, todo son setas. Pero fue un excepcional jugador de fútbol y será un grandioso entrenador. O a eso apunta. Eso al menos sostienen Guardiola y Doménech, que tienen, dicen, la suerte de trabajar con él desde que llegaron al City. A un equipo que después de las primeras once jornadas disputadas en la Premier empieza a hacer historia. “No me lo creo. Te juro que les veo jugar y no recuerdo un equipo que haya jugado tan bien al fútbol en los putos campos de fútbol de este puto país desde que tengo uso de razón ”, me dijo no hace mucho un amigo, del que guardaré discretamente su nombre a partir de hoy, pero dado que se apellida como una celebre cerveza, le llamaré Mister Birra cuando convenga citarle.
Mister Birra es del City hasta en el color de los ojos y está asustado. Arteta no. Arteta sabe que lo que está pasando con este equipo desde que vio a Pep trabajar el primer día, en el primer entrenamiento. “Le vi explicarles cómo íbamos a jugar, le vi transmitirles lo que quería y pensé: Si no lo han entendido son muy tontos. Si no lo hacen, son muy malos. Supe en el primer entrenamiento que esto iba a funcionar”.
Dijo el Guardiólogo en Jefe, Marti Perarnau, autor de dos obras maestras entorno a la figura del entrenador de Santpedor, que iba a necesitar 20 meses para imponer sus ideas en el futbol inglés. Hubo quien se lo discutió y tuvo razón. Perarnau se equivocó. El City ya manda en la Premier de una manera incuestionable hasta el punto de que la duda ya no es si ganará el título, sino ¿cuántos títulos ganará? No en vano, el equipo de Guardiola ha protagonizado el mejor inicio de un equipo en la Premier y se le compara con razón con el Arsenal de la temporada 2003-04, que no perdió un partido en toda la Liga.
El City suma once partidos, ha ganado 10 y no ha perdido ninguno –empataron contra el Everton– ha marcado 38 goles, encajado 7 y en seis partidos dejaron a cero la portería. Un 70 por ciento de posesión de media, acumulan 84 tiros entre los tres palos y convierten el 20 por ciento de los remates, con una secuencia de pase de 7.068 desde que empezó el curso.
Si pillas las estadísticas de Opta y las comparas con las del Arsenal de Wenger en el 2003-04… no hay comparación con aquel equipo, liderado por Henry, el mejor delantero de la historia de la Premier, a estas alturas de temporada. En once partidos había dejado su portería a cero en tres encuentros, marcado 23 goles, tenía una posesión media del 55 por ciento y había rematado 155 veces a puerta. Su ratio de pases era de casi 4.000 y jugaba bien, pero según el delantero francés, “¡No jugaba tan bien como el equipo de Pep!”. Y Henry sabe de qué habla. En la comparación con los invencibles, los intocables de Pep, el Shark Team lo devora todo.
Los titulares de hoy en la prensa inglesa son contundentes y tan elogiosos que ruborizan. “Guardiola lidera a un majestuoso City que rueda sobre el Arsenal” dice The Daily Telegraph. De un “imperial” City, habla The Independent. “Son justos”, aceptan en las oficinas de Manchester, cerradas estos días salvo para un par de masajistas que atienden a los lesionados. Está el equipo de vacaciones, Pep, con escala en Barcelona, camino del desierto, en busca del sol, los jugadores con sus selecciones y unos pocos, recuperándose. Como Mendy, la alegría de la huerta, el hombre que ha bautizado a este equipo como el de los tiburones. “Pregúntale a él por qué, es él quien debe explicarlo”, se reía hace poco Guardiola, que le agradece el compromiso. “Se lesionó, pero desde Barcelona, donde le operaron, cada día nos ha mandado mensajes. Lo normal es que el jugador que se recupera se aparte, pero él ha estado muy presente”. El caso es que al lateral francés no le le falta razón, porque este equipo está devorando lo que encuentra a su paso.
«No hay equipo invencible», dijo Wenger el viernes pasado, antes de caer, claro, en el Etihad. Seguro que el City no lo es. Pero enamora. Que se lo pregunten a Johnny Marr, guitarra de The Smiths, que el domingo vio el partido junto a Noel Gallagher, el tipo que lideró los Oasis, los dos del City, en el palco del Etihad.