Benzema volvió a sonreír. Ha ocurrido en Nicosia, al empujar el balón a la red con maestría en su primer gol ante el Apoel. Una sonrisa cargada de significado, acompañada de una carrera hacia la banda que valió más que mil palabras: allí se saludó con Zidane y dio un entrañable abrazo a Borja Mayoral. El francés hizo en esta celebración una confesión indirecta sobre su comprometido momento en el Real Madrid, por el que ha sido llevado a los infiernos. La Champions y un rival menor ha sido el bálsamo preciso para sacarle del agujero negro, al menos de manera transitoria, para que vuelva a ser feliz. Lo confirmó con su segundo gol, casi inmediato, que lo mismo anuncia una racha imparable, exactamente la que brilla por su ausencia y por la que la afición y la crítica le castiga.
Ojalá sea verdad que Benzema entra en racha. Ojalá el nubarrón haya pasado en su rendimiento gris, plano y anónimo. Es lo que desea Zidane, su máximo defensor a nivel de hierba, tal y como demostró ayer manteniéndole en la titularidad en busca de exactamente lo que ocurrió: que firmara un par de goles para redimirse. ZZ se la jugó sin mucho riesgo, pues el Apoel fue lo que se esperaba, un retal de la Champions, un relleno que viene bastante bien para devolver la identidad perdida a quienes anden en estado depresivo. Los chipriotas hacen feliz a cualquiera que lo necesite, la verdad.
Y Benzema volverá a casa con otro semblante, apoyado en la confianza que le ha faltado y con respuestas para quienes le han puesto incluso en la calle el próximo enero. la sociedad francesa Z&B sale victoriosa de Nicosia, con crédito en el bolsillo y así se explica el saludo cómplice que se dieron en la banda para celebrar su gol, ese primer gol. El abrazo con Borja Mayoral parece más puro, más de vestuario, de compañero a compañero, justificado en el buen rollo que mantienen más allá de la competencia por un puesto en el once. Así es el fútbol, un fogonazo alumbra en la oscuridad y todo el escenario cambia de repente.
Ahora toca la confirmación, que no será tan facilona. A Benzema le queda sellar la misma tarjeta en el Bernabéu para mirar al palco y a la grada cargado de razones para que no se siga dudando de su capacidad para jugar en el Madrid. Ojo que el reto no es barato, ni la afición madridista le va a regalar los elogios aunque venga de Chipre marcando de dos en dos. De momento habrá que seguir la evolución del paciente antes de darle el alta definitiva de la credibilidad. Eso sí, ya sonríe.