Luis Rubiales ha tenido mucha prisa por presentar su candidatura a la presidencia de la Real Federación Española de Fútbol sin que hasta la fecha se hayan convocados elecciones. Así se desprende de la celeridad con la que ha echado cerrojazo a su presidencia en la AFE y con la seguridad que habla de lo que viene a ser su programa electoral como futurible para el sillón de la RFEF. Es posible que la moción de censura que se maneja contra él en el sindicato de jugadores le haya obligado a dimitir y presentarse, antes de que aquella pudiera prosperar y entonces se quedara ´sin poder dimitir y sin poder presentarse´.
La estrategia de Rubiales es muy suya: ‘Voy para adelante pase lo que pase’. Es un valiente o un suicida, no queda muy claro, en el paso adelante que ha dado, a sabiendas de que o aprieta mucho, pero mucho, o se quedará entre dos aguas: sin AFE y sin RFEF. La verdad suprema salió de su boca en rueda de prensa: “Hay gente poderosa que no me quiere”. A partir de aquí, si el bueno de Rubiales decide ir a la guerra, suya es la decisión. La mala noticia para sus intereses es que más allá de un buen grupo de futbolistas, alguna Territorial descolgada del oficialismo y no mucha más gente estaría de su parte en una elección a presidente de la RFEF.
A pesar de este oscuro escenario, Rubiales huye hacia adelante confiado en variar algunas voluntades en el camino hacia la moción de censura contra Ángel Villar, prevista para el próximo día 23. Sin embargo, todos los vientos se le ponen en contra: Javier Tebas le ha lanzado puyas últimamente, en la Asamblea hay presidentes de Territoriales que no le quieren ver, los árbitros estarían del bando de Larrea y al final del camino tampoco el CSD de José Ramón Lete está por impulsarle, aunque este organismo poco tendría que decir de ‘facto’ en una votación asamblearia.
A Luis Rubiales nada le corta. De ser el delfín de Villar a ser el primero en presentarse contra Villar. Así es la gestión del fútbol que se vive en niveles federativos, tan cambiante. Serán precisamente estos vaivenes los que han hecho dudar a muchos miembros de la Asamblea del fútbol, que ya no saben (como decíamos en A la Contra hace días) quién es el bueno, el feo y el malo. Entretanto, siguen moviéndose mareas subterráneas de asamblearios con fuerza para optar al primer sillón federativo sin que trasciendan mediáticamente. Es una estrategia diferente a la de Rubiales: la de aparecer justo en el momento que proceda. No tienen prisa.