Lomu trata de placar a Tiki Inchasuti.

Hay un par de imágenes icónicas en el rugby 7 español. Una es la de Jonah Lomu, el gigante neozelandés, tratando de frenar a Tiki Inchausti en el Mundial de Seven celebrado en la localidad argentina de Mar del Plata en 2001. La otra son las lágrimas de un maltrecho Pablo Feijoo celebrando el pase de La Familia (así se hacía llamar aquel equipo) a los Juegos Olímpicos de Brasil tras una victoria épica ante Samoa en Mónaco. Esta última no solo conforma parte del imaginario patrio, también descansa en la memoria internacional del 7 oval.

Pablo Feijoo llora tras clasificarse para los JJOO de Río.

Hoy Pablito ya no salta a campo a combatir quijotescamente con armarios empotrados que le superan en todo menos en audacia y corazón. Pablo Feijoo es seleccionador de la selección 7, una disciplina del rugby denostada por los diferentes presidentes que siempre han priorizado codiciosamente el maná del dinero que llega en forma de subvenciones del XV haciendo de menos a los del 7. Recibió una oferta para hacerse cargo de la selección de Seven al marcharse el seleccionador Tiki Inchausti ( el de la foto de Lomu) tras los JJOO. Una propuesta, la que le hizo Alfonso, su padre y presidente de la Federación, que tardó en aceptar. Los Feijoo son gente de carácter que no dan su brazo a torcer y aceptar esa responsabilidad garantizaba más de un choque. Ambos los sabían. Y lo saben.

Pero Pablo aceptó. Era el sucesor natural de Tiki, uno de los tipos que mejor comunica del deporte español, y un técnico reputado en el circuito mundial, hasta el punto que recibió una oferta de la selección canadiense en su día. El primer reto de Pableras era devolver a las Series Mundiales a una selección con pocos recursos y menos estructura. A su favor jugaba que el grupo con el que contaba había batallado junto en Brasil y había jugadores con muchas horas de vuelo en partidos de máxima exigencia. Igor Genua, el pulpo Pla, Losada, Superfontes… Gente con mucho 7 en sus manos a los que el rugby español aún no ha dado el reconocimiento que se han ganado sobre el campo.

España no defraudó. Jugaba ante una potencia económica como Alemania, con jugadores con tantos recursos como músculos. La tarde antes del partido el gurú del 7, el técnico inglés Ben Ryan, seleccionador de la Fiji que ganó el oro deslumbrando en Río, advirtió a Pablo que había visto a los alemanes y les costaba llegar a las ayudas en las descargas. Oído cocina. El ensayo decisivo de los Leones llegó tras un offload del pulpo Pla desde el suelo a Paco Hernández que el de Cisneros apoyó entre palos. España es una esponja. Un equipo que cae bien a los equipos grandes por su valentía, su descaro y su tenacidad en el trabajo.

Los Leones se marchan a las Series Mundiales con un equipo en el que la juventud debe ir arrinconando a los veteranos. Ignacio Martín es el especialista del equipo, un jugador con el que Pablo mantuvo sus más y sus menos cuando compartían vestuario, pero al que ha convertido en uno de los líderes de sus selección. En el otro extremo, Alex Alonso, sabia nueva. Jugador del VRAC que se formó en Irlanda, en el BlackRock College, donde el mismísimo Brian O’Driscoll iba a verle luciendo su misma camiseta colegial.

España no tiene nada que perder. «Somos más bajos y probablemente más lentos que los demás. Pero somos más solidarios que el resto e involucramos a más gente que nadie en las jugadas, lo que obliga a trabajar más a los rivales.Y eso es incómodo porque les altera el plan de juego». Pablo lamenta no poder contar con Javier Canosa, ejecutivo en un banco que ha pasado por ser el referente físico del 7 en los últimos años. Pocos rivales han peleado de tú a tú con el gigante inglés James Rodwell. Javi siempre hacía torcer el morro al pelirrojo.

Los tiempos cambian y esta selección está más profesionalizada. «Cuando yo jugaba, hace 8 años, éramos una banda y estábamos rotos el segundo día de los torneos. Te dolía todo. Aún así creo que lo que más vamos a notar es el segundo torneo, porque no estamos acostumbrados a jugar dos torneos en dos semanas. Pero está previsto y trabajaremos bien la semana de recuperación con los chicos», apunta.

La clave está en el cuarto partido de cara serie. El que decide si juegas por la plata o caes al fondo. El partido que te permite ganar esos puntos que luego te dan la permanencia en las series mundiales. «Hemos trabajado toda la pretemporada metiendo presión en ese partido. El primer partido del segundo día es crucial. El cuarto partido hay que ganarlo sí o sí. Sé por experiencia que ese partido se suele jugar temprano, que te pilla dormido y con el cuerpo cansado del día anterior. No estás en la mejor disposición de afrontarlo, pero eso tenemos que convertirlo en una oportunidad. Hemos creado protocolos de activación para los jugadores en ese partidos. Los ensayamos en Elche y le tengo mucha fe».

Pablo, que ha jugado decenas de partidos internacionales, tanto en XV como en VII, destaca una cosa del jugador español por encima de todo: «La implicación es absoluta. Cuando entran al campo dan el 200 por 100. El jugador español trabaja a destajo por el compañero. Es muy solidario». Presume de haber creado un grupo en el que busca «la excelencia. El jugador que está aquí lo está porque es el mejor en una cosa. Y la suma de todas esas cosas nos hacen equipo».

La capitanía la asumirá Igor Genua, otro de los héroes de Mónaco, como Carrión, Pla, Losada o Fontes. El vasco es un tipo serio de pateo milimétrico. Sabe que llevan gente nueva, pero no lo ve como un hándicap: «Para gente como nosotros no es sencillo saltar a un campo y jugar ante 20.000 aficionados. Pero cuando se pone la pelota en juego estás pendiente de lo tuyo y ya está. Lo importante es no hacer cosas raras y apoyarte en el compañero«. Paco Hernández, otro clásico, sostiene que «al principio impresiona jugar con neozelandeses, sudafricanos o australianos. Pero cuando te llega la pelota estás tú y tus amigos, la gente con la que entrenas, viajas, disfrutas y sufres. Y entonces solo piensas en ganar y no te importa quién tienes delante».

A Feijoo le brillan los ojos cuando habla de lo que está por venir en estas Series Mundiales: «Lo vamos a pasar mal. Quedaremos últimos en algunos torneos, porque el nivel es brutal. Pero ahí tenemos que estar más unidos que nunca. Ahí se forjará el equipo». Y concluye con un apretón de manos y una sonrisa que asoma por debajo del bigote de Movember que luce para concienciar contra el cáncer de próstata. «A este España se la va a conocer por su defensa. Ya verás», concluye. Algo planea Pableras.

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