No hay nada como la gloria. Tan efímera, tan esquiva, tan cruel. Tantas veces buscada y tantas veces perdida, siempre está latente en el pensamiento. En distintas formas, pero en la de todos. Dormida en los rincones más oscuros de la mente esperando a ser llamada. Persistente en el de aquellos que trabajan en pos de algo mejor. Escondida en aquellos que se disfrazan de conformistas. Y eso precisamente es lo que han logrado este domingo Matías Díaz y Maxi Sánchez en el Bilbao Open con su primera victoria de la temporada.
Porque Mati y Maxi, ‘Tiburón’ y ‘Guerrero’, han logrado en Bilbao mucho más que el primer título del año. Su triunfo ante Belasteguín y Lima en el último Open del World Padel Tour 2017 es el premio a una forma de entender el deporte. Quizá incluso la vida. El esfuerzo, el sacrificio y la humildad al servicio de los sueños. Esos que, como en Mendoza 2016, se hacen realidad.
En un ejercicio de coraje, humanidad e irreverencia, dominaron la cita del domingo ante los que ya son un año más matemáticamente los números uno del World Padel Tour. Lo hicieron en la primera manga aún concediendo. Lo lograron incluso cuando dotaron de vida a sus rivales mientras servían para cerrar la primera manga. Lo certificaron después cuando se la cercenaron para cerrar un tie-break igualado como pocos (9-7).
Porque al primer set se sumó un inicio del segundo que dejaba intuir cuál sería el devenir del partido. Su rápida rotura en el cuarto juego parecía certificar una tendencia en el encuentro y aunque se cumpliría a la larga, debería pasar aún por todas las fases que plantean Bela y Lima para vender su derrota.
Sucedió así tan solo porque delante estaban los números uno. Porque ellos no saben conceder sino lo hacen llevándote a los límites. Porque cuanto más difícil parece, más lo intentan obviando que existen los imposibles. Porque lo tenían todo en contra y aún así, una vez más, lo iban a lograr dando la vuelta al marcador, cerrando el segundo set con un 4-6 a su favor y llevando la agónica final a su desenlace definitivo.
Y lo que sucedió fue que quien cree con más fuerza, suele tener premio. Creyeron más Matías y Maxi y creyeron mejor. No solo no cesaron en su empeño sino que se crecieron en la faceta del juego que mejor manejan los números uno, la perfección. Una meta inalcanzable para muchos y que ellos rubricaron con un tercer parcial que es ya parte del recuerdo de los aficionados al pádel.
Redujeron los espacios en la red, se hicieron firmes en la defensa y cortocircuitaron el juego de Bela y Lima en ese temible abismo que llaman el juego cruzado. Maxi maniató el ímpetu del de Pehuajó y Matías, simple y llanamente, desbordó al de Porto Alegre. No hubo errores. No esta vez.
Con un sorprendente parcial de 5-0 a su favor pusieron distancia suficiente de por medio para que cualquier atisbo de remontada por parte de los números uno fuera inútil. El posterior servicio de Lima a favor tan solo fue la antesala del cierre perfecto a un torneo para enmarcar. Y llegó el último juego y el último punto. Un punto final que definió a la perfección cómo había transcurrido el partido. Maxi salvó una dejada yendo al suelo, Bela se cruzó desesperado en busca de un revulsivo y Matías recuperó una bola que parecía inalcanzable antes de que Lima, en este caso, errara el tiro definitivo.
El punto de partido perfecto para que Matías y Maxi cerraran la final. La escena final perfecta para levantar su primer título de la temporada volviendo a ser protagonistas en una gran final. El merecido reconocimiento a una pareja que vive en constante reivindicación y que nunca ha dejado de creer en sí misma.