Un propietario —Robert Pera— que perdió 248 millones de dólares en un solo día en Wall Street, el 18 de septiembre pasado, entre rumores de fraude de su empresa de conectividad informática Ubiquiti Networks. Un socio minoritario de Pera en Memphis —Robert Kaplan— que, por el contrato de 2012, dispone casi hasta fin de año de plazo para comprar a Pera la mayoría accionarial: 60 días a partir del 26 de octubre. Y un ya exentrenador, David Fizdale, que había demandado oficialmente la retirada de las calles de Memphis de las estatuas de Jefferson Davis, el presidente de la Confederación durante la Guerra de Secesión, y de su general Nathan Bedford Forrest, notorio traficante de esclavos.
Este mismo lunes, y tras ocho derrotas en serie, cinco en casa y la última (por ahora) acompañada del lamento/bramido de Marc Gasol… Fizdale fue destituido y relevado por su ayudante J. B. Bickerstaff, hijo de Bernie Bickerstaff, nuestro ancestral supersonic coach en el Seattle ochentero. Todo esto son Memphis y sus Grizzlies en el otoño de 2017. No como Blade Runner en 2049. Pero allá vamos.
En este disparatado escenario, los Grizzlies de Pera (y Kaplan) perdieron 40 millones de dólares en la temporada 2016-17, algo que se achaca a las grandes extensiones contractuales (Conley, Marc Gasol) en ese pequeño mercado de Memphis. Y en este salvaje escenario, tras nueve derrotas en diez partidos —ocho en serie—, el apodo firmado por Tomás Guasch, los Gremlins de Memphis, recobra máxima potencia. Y en este turbulento escenario, no cabe duda, el clamor frustrado de Marc Gasol precedió al despido de Fizdale… y procede de un individuo como Marc, con 2,13 de altura, 33 años a cumplir el próximo 29 de enero… y un contrato al borde de los 72 millones y medio de dólares por tres años, el segundo más alto en la franquicia que todavía patronea Robert Pera. Todavía…
«Estoy más tocado y frustrado de lo que puedo mostrar… odio no jugar, que es lo que más valoro, y estoy seguro de que el cuerpo técnico sabía eso, que era lo que más me podía doler. Sí me lo tomo como algo personal. ¿Créeis que Mike Conley se habría quedado en el banquillo? Estoy seguro de que a Mike Conley no le hubieran hecho esto. Me he ganado jugar los últimos cuartos y en mi carácter no cabe aceptar estar contento con la suplencia», estalló Marc en un discurso de 15 minutos, sin siquiera cambiarse tras la derrota griz ante Brooklyn: 88-98, octava en fila, en racha de cinco fracasos en casa: Marc Gasol, admirador declarado de aventureros como Conor McGregor y Kilian Jornet. El periodista Peter Edmiston, que grabó a Marc para el programa Locked On Grizzlies, relata: «Marc seguía con su equipación de juego, algo muy raro. Estaba extremadamente tranquilo y positivo hacia sus compañeros», no sin apuntar también que «se trata de un movimiento de gambito muy arriesgado por parte de Fizdale. Sentar (en el último cuarto) a tu jugador estrella… y sin que la otra unidad esté dominando la situación». Y tan arriesgado en esta Liga absolutamente de estrellas. Tras el gambito contra Marc, cuya ficha le sitúa en el puesto número 31 de los mejor pagados en la NBA 2017-18, el intrépido Fizdale no duró ni 24 horas al frente de los Memphis Grizzlies. Devorado por el Macho Alfa Marc, tocaría añadir.
Cabe agregar que David Fizdale, con un singular concepto del equipo y la solidaridad cultivado durante su etapa triunfal de ayudante de Erik Spoelstra en el Miami campeón de 2012 y 13, había asegurado hallarse «desesperado» por ganar el partido ante Brooklyn Nets, dentro de esta racha catastrófica que le ha aniquilado. Del quinteto titular de los Grizzlies, solo JaMychal Green se halló presente en pista durante los esfuerzos de remontada griz del último cuarto, que tocaron techo en el 77-82 a falta de ocho minutos… viniendo desde -19 a favor de Brooklyn Nets. «Mantuve al equipo (McLemore, Tyreke Evans, Ennis, Green, Deyonta Davis) que daba la impresión de poder capear y dominar la situación», fue el testamento de Fizdale, que había hecho esta curiosa reflexión sobre las estatuas de los viejos confederados: «No quiero fundir las estatuas de Jefferson Davis y Nathan Forrest, pero, por contextualizar, su sitio está antes en un museo de los Derechos Civiles o algo así que en las calles de una ciudad como Memphis».
¿Venderá Pera su mayoría accionarial al californiano Kaplan —ahora, 25%—, que es bastante amigo de un tercer socio minoritario, el neoyorquino Daniel Straus? ¿Aguantará Pera el desplome de Ubiquiti al mismo tiempo que la hemorragia de pérdidas en Memphis? ¿Puede marcharse Marc Gasol con sus casi 33 años y su contrato garantizado de 72,4 millones de dólares hasta 2020…?
Esto último sería una empresa bastante gigantesca para cualquiera. Además de esa millonada garantizada (25.595.700 dólares, solo para 2019-20), Marc, que sufrió una inquietante fractura en el pie derecho en febrero de 2016, firmó en 2015 con su nuevo contrato en Memphis lo que se llama trade kicker, una cláusula añadida de 10.200.000 dólares —segunda más alta en la NBA— a sumarle en el caso de que fuera traspasado: esto arrastraría el total del contrato en el caso de traspaso hasta las cercanías de los 83 millones de dólares y hasta 2020. Rob Pelinka, general manager de los Lakers, ya ha dejado claro que «si algo tenemos absolutamente sagrado e inviolable es el espacio salarial del próximo verano». Eso, con vistas a irrumpir en el mercado de unos agentes libres del calibre de LeBron James o Paul George. Pues este es el escenario en el Memphis confederado y revoltoso de Pera, Kaplan… y Marc Gasol. El tal Fizdale tenía o tiene el valor de aquellos Black Panthers de Angela Davis. Que pase Bickerstaff. Robert Pera se queda con Marc y con sus 72 millones y pico de dólares hasta 2020. Ahora solo falta saber hasta cuándo sigue Pera, ese que perdió 248 millones de dólares en un solo día…