España pretende ir al Mundial de Japón dentro de un par de años. Para lograrlo ha reclutado a un grupo de franceses de ascendencia española a los que ha sumado unos cuantos jugadores de División de Honor y algún neozelandés localizado en tierra española. Con este variopinto equipo tratará de sellar su billete para su segunda Copa del Mundo.

Sus opciones pasan por dos partidos, los que jugará el 10 de febrero en Rusia y el 18 en Madrid ante Rumanía. El primero será una encerrona. Uno de esos partidos épicos que se cuentan a los nietos, y después un segundo asalto ante los metálicos rumanos.
La selección ha crecido en estos meses, la duda es saber si lo suficiente como para ganar a tan temibles rivales. Ante esta tesitura Los Leones se midieron ayer a Canadá, una buena piedra de toque. Un equipo grande, duro y profesional. Algo como lo que se encontrarán en febrero.
Y España demostró dos cosas: si quiere puede, pero querer no lo es todo. Los de Santi Santos salieron a divertirse en una otoñal tarde en Madrid que tenía más de primaveral e incluso veraniega. Los españoles movieron bien la pelota y los ensayos premiaban su audacia y dinamismo. 17-3 indicaba el marcador cuando Guillaume Rouet, jugador español, cometió una error imperdonable que le mandó al sin bin (expulsión temporal). Esa inferioridad sumada a la impaciencia de un equipo más pasional que neuronal provocó que al descanso se llegase con un inquietante 17-17 tras dos ensayos canadienses en los que la defensa de los españoles quedó muy mal parada.
El problema es que Los Leones no regresaron al partido hasta la mitad de la segunda parte. Y cuando lo hicieron el marcador señalaba 17-31. El arreón final de los españoles dejó el marcador en un 27-37 que no maquilla la preocupante desconexión que sufrió en el partido.
Rusia se ha marchado a Sudáfrica cinco semanas para preparar el partido ante España. Y Rumanía es un partido con dos rombos, para adultos. Así que si de verdad España quiere estar en Japón no puede volver a ofrecer esta versión de Los Leones interruptus.