A mediados del pasado septiembre, Brandon Ross, analista de ‘BTIG’, reputada firma de brokers instalada en la Tercera Avenida de Nueva York, colocó la siguiente nota en el blog dedicado a sus clientes y potenciales inversores, nota que se recogió a su vez en las páginas de analistas de mercado en Wall Street: «Tras la venta de los Houston Rockets por 2.200 millones de dólares, no nos sorprendería ver a la familia Dolan considerando una venta de los Knicks y/o los Rangers». Al final de la temporada 2016-17, y tras una cadena de incidentes coronada por la tremenda bronca con Charles Oakley en el Madison Square Garden, Eric Snyder, columnista de Fansided hizo un relato detallado en Fox Sports de los incidentes de Dolan. Snyder resumió la situación bajo este titular: «James Dolan: Por qué la NBA puede obligarle a vender los Knicks». Toca recordar que, como propietario y consejero delegado de la compañía Madison Square Garden– MSG- y de su cadena de televisión filial Madison Square Garden Networks (MSGN, que se constituyó con entidad propia en 2015), Dolan controla los N. Y. Knicks, los Rangers de hockey sobre hielo y los N. Y. Liberty de la WNBA. Entretanto. también ha tenido tiempo de arruinar a The Wiz, la famosa cadena de electrodomésticos y electrónica, algo que le costó algunas decenas de millones de dólares.
Al margen de los graves episodios vividos entre febrero de 2015 y abril de 2017, entre los que se incluyen insultos a fans por email y en persona (las afrentas fueron a sendos abogados neoyorquinos, Irving Bierdman y Mike Hamersky, ambos Knick fans y ambos tildados por Dolan de «alcohólicos»), James Dolan no deja de vivir entre controversias desde que en 1993 él mismo también pasó por la Clínica Hazelden, de Minnesota, para rehabilitarse de su propia adicción al alcohol y a los drogas, lo que puede explicar sus recurrentes insinuaciones sobre el alcoholismo de otros. Bierdman, por email, y Hamersky, en persona, criticaron la gestión de Dolan, quien se bajó de su limusina en la misma puerta de entrada del Garden para encararse con Hamersky. Este solo le había dicho: «Vende el equipo, Jim». Ahí, Dolan llamó a Hamersky «alcohólico» y «gilipollas», además de ponerse cara a cara con él, con solo pulgadas de separación. Después, como pasó con Bierdman, Dolan canceló a Hamersky sus abonos de temporada en el Madison Square Garden. A los dos, Bierdman y Hamersky, Dolan les mandó a hacerse socios de los Brooklyn Nets. «Creo que les irá mejor», dijo ahí.
«Es usted una persona triste y muy probablemente haya hecho miserable la vida de su familia», increpó Dolan por correo electrónico a Bierdman, un celebrado hombre de leyes neoyorquino con 75 años de edad. Eso ocurrió en 2015. Lo de Hamersky, en abril de 2017. Entre medias hubo el broncazo de Oakley con los guardaespaldas de Dolan, quien volvió a disparar sobre las presuntas adicciones de Oakley: «Ha sido un gran ‘Knick’, pero ahora necesita ayuda y espero que la tenga pronto».
Pese a todo, James Lawrence Dolan ha seguido cantando (a veces junto a John McEnroe, testigo directísimo del jaleo con Oakley) para su grupo de Rock&blues, JD & The Straight Shot. Pero ya en 2007, el histórico Comisionado David J. Stern calificó la gestión de James Dolan en los Knicks como «no precisamente un modelo de management inteligente». La gestión de Dolan en el Madison Square Garden -que arrancó en 1999, por cesión de su padre Charles Dolan, patriarca de Cablevision- ha puesto la mecha a una ardiente espiral de conflictos que ahora amenaza en degenerar en torbellino o Maelström. Su apoyo incondicional a Isiah Thomas, pese a que MSG tuvo que hacerse responsable subsidiario de los 3 millones de dólares a que Thomas fue condenado en 2007 por el acoso sexual a la empleada Anucha Browne-Sanders (a la que Dolan despidió cuando demandó a Isiah), su propia cercanía al acosador hoy caído en desgracia Harvey Weinstein (Dolan se sentó durante el ejercicio 2016-17 en el mismísimo Consejo de la Weinstein Company) y fichajes tan lamentables como los de Derek Fisher para entrenar a los Knicks… o Phil Jackson como presidente ejecutivo han terminado de cebar la espoleta. Tras una gestión catastrófica, Jackson se ha ido a su rancho de Montana con una indemnización de 24 millones de dólares, Fisher ya no existe en N.Y. y el mismo Melo Anthony que una vez fuera buque-insignia de los Knicks… ha fondeado en Oklahoma City, ya divorciado de La La Vasquez y casi forzado por las pataletas de Dolan… y de Phil Jackson, un desastre y un jeta durante su estancia en Nueva York.
Desde 2000 hasta hoy, los Knicks solo han ganado una ronda de playoffs (a los Celtics, en 2013), y en semejante ruina ha tenido algo que ver el despido de un ejecutivo del calibre de Donnie Walsh. Hace solo unas semanas, Dolan, furioso de nuevo, obligó a Fox Sports1 a retirar anuncios en trenes de metro y autobuses que calificaban a sus Knicks como hopeless, ‘Desesperados’, con las efigies de Tim Hardaway Jr. y Joakim Noah. Para nadie es ya un secreto que Porzingis, que se fumó la entrevista de salida de 2016-17 con el entrenador, Hornacek, está esperando a 2020 para ingresar en categoría de agente libre.
«Dolan no es meramente el propietario de una franquicia tan rica como desgraciada, sino una vergüenza para la NBA», escribe en The Daily Breeze una de las plumas más històricas de la NBA: Mark Heisler. Por sus lazos y poderío añadido con MSG, los Knicks están valorados por Forbes en 3.300 millones de dólares, mientras los Lakers se quedan en 3.000 millones. Sigue Heisler: (Dolan) «se superó a sí mismo en esta temporada, después de que sus matones aventureros de seguridad esposaran y expulsaran a Charles Oakley, retratándole como un borracho, hasta que el Comisionado Adam Silver implementó una tregua que repartía a Dolan la responsabilidad de lo sucedido», continuaba Heisler. Es interesante conocer -en palabras del propio Heisler- esa implicación que el prudente Silver, no llevó tan a fondo en los casos de Bierdman y Hamersky -también menos relevantes cara al público-… incluso con palabras de compromiso en favor de Dolan, de parte del propio Silver y de Michael Bass, Vicepresidente de Comunicaciones de la NBA. Frank Benedetto, Jefe de Seguridad del Madison Square Garden, fue destituido por Dolan, «por no desempeñar apropiadamente sus funciones» durante la conmoción desatada por Oakley el pasado febrero.
«Sé de qué va», declaró Dolan al sitio web Deadspin, con 1.080.000 seguidores en Twitter. «Me insultan cada día en los periódicos, pero en estos otros casos, ¿vas a venir a subirte a pasear por el sitio donde yo trabajo? Es como acosarme a las puertas de mi casa. Algunos tienden a pensar que los propietarios de equipos somos como políticos. ¡Pero no lo somos! No me he presentado para ningún puesto oficial. Esta gente que te grita se quedan sorprendidos cuando tú les gritas de vuelta. Es como cuando recibí ese increíblemente despectivo email y escribí de vuelta otro email increíblemente despectivo… y esa gente se sorprende». Ese es Dolan, de su puño y letra.
«¿El sitio donde él trabaja?», responde Heisler. «¿Quiere decir sentarse allí, sin saber ni lo que ve y entrometiéndose en unas operaciones de baloncesto en las que, sin importar la magnitud de los recursos de los Knicks… nunca ganan. Dolan nunca tuvo que presentarse a nada. Su padre, que era el boss de una compañía y una propiedad como Cablevision fue el que le puso ahí al mando».
Ahora acechan la NBA y el mercado de Wall Street. La familia Eden, que controla parcialmente los Milwaukee Bucks, ya ha expresado su interés en los Knicks: casi como cualquiera. Sin haberse llegado ahí, se recuerdan las desventuras de Donald J. Sterling, The Don, al frente de los Clippers, que terminaron con la NBA obligando a The Don a que se desprendiera de la franquicia californiana. Esto puede ser mucho más sinuoso. Al fin es Nueva York y son los Knicks. Pero los días que le quedan a Jim Dolan en esa silla de pista del Madison Square Garden, desde la que contempló el Terremoto Oakley pueden ser como una cuenta atrás en el lomo de un potro de tortura. Nueva York ya no ama a Jim Dolan. Pero la última palabra está en la Olympìc Tower de la Quinta Avenida: ahí están las oficinas de la NBA, al menos hasta 2035, y por un contrato de leasing de 175 millones de dólares, recién renovado. Vamos allá, Jim Dolan. No defraudes. «Vende el equipo», que diría Mike Hamersky.