Es uno de los grandes de México, uno de los clubes más importantes en un país donde el fútbol se vive con pasión. A lo largo de su historia ha coleccionado títulos mientras acumulaba apodos, pero ninguno ha arraigado tanto como La Máquina Cementera. Es Cruz Azul.
Propiedad de la Cooperativa Manufacturera de Cemento La Cruz Azul, el origen del apodo con el que se conoce al equipo que entrena Paco Jémez parece evidente. Pero hasta llegar a él, Cruz Azul fue coleccionando otros sobrenombres.
Los trabajadores de la empresa cementera en el estado de Hidalgo impulsaron la constitución del club en los años 20. El equipo no tardó en ser conocido como Los Cementeros.
Más original fue el apodo que acompañó a Cruz Azul en los años 60, Las Liebres. El color blanco de su camiseta y la velocidad de sus jugadores llevó a comentaristas y aficionados a popularizar ese sobrenombre. Con el tiempo, la mascota del equipo pasó a ser una liebre, animal típico de Hidalgo.
De Las Liebres se pasó a Los Celestes por el cambio de las camisetas a un azul celeste y en la década de los 70, una de las más gloriosas de la entidad, cuando ganó cinco títulos de Liga, Cruz Azul pasó a ser conocido como La Máquina.
Surgió el apodo por las locomotoras que utilizaba la empresa para transportar el cemento desde Hidalgo a Ciudad de México, adonde se trasladó el equipo a principio de los 70 para jugar en el estadio Azteca. Se decía que Cruz Azul era una locomotora que arrasaba a sus rivales y surgió la comparación con la mítica Máquina de River Plate de los años 40. La Máquina Celeste o La Máquina Azul terminaron derivando en La Máquina Cementera, apodo más utilizado en la actualidad.
Ahora su camiseta es de un tono más azul, dejó el Azteca en 1996 para jugar en el Estadio Azul y vivió el paso al siglo XXI de forma traumática. Hasta siete finales perdió en el nuevo siglo, lo que llevó a sus detractores a bautizar a Cruz Azul con el apodo de El eterno subcampeón. Rompió la racha en 2013, cuando ganó la Copa México y la Liga de Campeones de la CONCACAF.